Opinión

La decadencia catalana sin frenos

  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

Los independentistas catalanes siempre han partido de un error de cálculo: que España no existe. Que el Estado es una baratija que pasa de mano en mano entre los palacios de la Moncloa y la Zarzuela. Se vienen mostrando chuli-indepens cuando España pasa por dificultades, pero se arrugan cuando a nación cobra cuerpo y hechuras.

La decadencia de Cataluña es ya mucho más que un axioma. Económica, cultural, social y de valores. Ahí tienen a la presunta corrupta, Laura Borrás, que se aferra a la silla como percebe a la roca y abocando a nuevas elecciones -otra vez-a un conglomerado secesionista que es e hazmerreir de medio mundo.

Hay un dato de singular importancia histórica: a una mayoría de españoles  les importa una higa o lo que ocurra o deje de ocurrir en un diminuto territorio de 30.000 kilómetros cuadrados, menos que la provincia de Burgos. Por eso, siempre han ambicionado los territorios valenciano y balear, exactamente igual que el País Vasco y Navarra. Mandan al Congreso de los Diputados a portavoces ninis que insultan a los españoles día sí y día también. Sean de ERC o pertenezcan a las antiguas mesnadas carlistas.

Cataluña tiene un entramado político/económico esencialmente corrupto. Desde Jordi Pujl&Family a la defenestrada Borrás. Un tejido social minoritario, fundamentalmente xenófobo, antieuropeo y anti progresista. Se pongan como quieran. Cataluña pierde, pese en el conjunto de la nación española, a pasos agigantados y su capital, Barcelona, es un mal remedo de lo que fue. Hace unos lustros, los españoles invirtieron en sus JJOO tal millonada que permitió cambiar la faz de ese territorio. Desconocíamos que, finalmente, la solidaria de los territorios menos favorecidos con Cataluña, se nos volvería en contra…

¡Terminaron por creerse que eran de verdad!