La Constitución sólo necesita un ‘lifting’
La Constitución española está más vigente que nunca el día de su 39 aniversario. El golpe de Estado independentista ha devuelto sus artículos al primer plano de la actualidad y los ciudadanos han encontrado una referencia para este momento de incertidumbre que vivimos. Ahí están las manifestaciones a su favor de miles de personas que han tenido lugar tanto en Cataluña como en el resto de España. Una Carta Magna absolutamente válida hoy en día para articular los derechos y deberes de los ciudadanos. Ahora que su reforma se ha convertido en un tema recurrente, es necesario reivindicar que, más que una enmienda a la totalidad, lo que necesita es un simple lifting. Pequeños ajustes que la adecuen por completo al contexto en el que vivimos. Por ejemplo, acabar con el anacronismo en la sucesión de la Jefatura de Estado que establece un privilegio del varón sobre la mujer. Algo así atenta contra los derechos fundamentales de igualdad. Una rémora que no podemos permitirnos en pleno siglo XXI.
La reforma constitucional debe efectuarse, por tanto, con un proyecto claro que piense en las generaciones venideras. Otro de los asuntos a tratar sería la optimización del Estado Autonómico, especialmente en lo referido al gasto y a la imprescindible solidaridad entre las distintas regiones. Resulta perentorio también luchar contra la discriminación por motivos lingüísticos, tal y como han padecido en Cataluña muchos ciudadanos por el mero hecho de hablar español. Además, debe darse un debate sobre los aforamientos, en España hay una desmesura respecto a la mayoría de países europeos. No cabe en esa posible modificación ningún tipo de prebenda para los golpistas que la han atacado constantemente a base de falacias como que se trata de la ley fundamental de un «país opresor». Tampoco puede dar pábulo a veleidades populistas. Debe seguir siendo la frontera que corte el recorrido de cualquier desafío contra la legalidad vigente.
Ahí está, por ejemplo, el artículo 155. Su aplicación ha sido fundamental para que la España constitucionalista no acabe secuestrada por una minoría golpista que quiere instaurar en Cataluña la ruina política, social y económica con tal de ostentar el poder omnímodo. La soberanía nacional, la unidad de España y la solidaridad entre todos los españoles deben seguir siendo principios inamovibles de nuestra convivencia. Sin ellos, estos 39 años de avances y progreso —los más fructíferos de nuestra historia— no habrían tenido ningún sentido. El reto ahora debe ser el de poner la vista en el futuro con las modificaciones necesarias, pero siempre asentados sobre las sólidas bases que conforman nuestro Estado de Derecho.
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