Opinión

Compresas para hombres y manifestaciones por Gaza.

  • Teresa Giménez Barbat
  • Escritora y política. Miembro fundador de Ciutadans de Catalunya, asociación cívica que dio origen al partido político Ciudadanos. Ex eurodiputada por UPyD. Escribo sobre política nacional e internacional.

Si no fuera por la determinación y los trucos sucios a los que se agarra al poder, y la amenaza que supone esto para que llegue por fin esa alternancia que necesitamos tan desesperadamente, daría hasta pena esta izquierda nuestra. Porque no hay nada más patético e inútil que el conjunto de partidos que sustentan al gobierno. La izquierda no se hunde en todas partes por el empuje del populismo, que para ellos es siempre de «derechas». Se hunde sin culpables externos. Durante demasiados años la ideología, el conjunto de objetivos de la izquierda han estado guiados por hacer lo contrario de lo que olía a «derecha». Lo malo es que la razón y el sentido común llevan tiempo estando más del lado de esta última que en el suyo.

Se llaman a sí mismos «fuerzas de progreso». Por desgracia eso no tiene nada que ver con procurar avances, mejoras o progreso en el bienestar y nivel de vida del ciudadano, que sería lo suyo. Como adolescentes eternos nada les pone más que epatarnos, que demostrarnos que van un poco más allá de lo que los anglos llaman «decencias comunes». Incluso a riesgo de quedarse desfasados con tópicos y lugares comunes que van de baja y que casi ya no interesan a nadie.

Por ejemplo, Óscar López, presidente de los socialistas a madrileños y candidato a la Asamblea de Madrid, viendo cómo está de estancado en la misma cifra de escaños, vuelve a esa línea de dar derechos a los madrileños, aunque sean descabellados y no solicitados. Sin programa claro y sin medidas útiles, necesita sacar algún conejo de la chistera, pues no sólo de atacar al Gobierno regional de Isabel Díaz Ayuso puede vivir el hombre. Así, pues, a través de una PNL, el PSM instará de forma urgente a poner en marcha un plan integral de equidad en la menstruación que promueva «la igualdad de género». Y una de las propuestas de este plan es que, del bolsillo del contribuyente, se den compresas gratuitas a los hombres trans. Sí, trans. Mujeres que dicen que se sienten hombres pero que, como no están tan locas como para hormonarse u operarse, no pueden impedir que la naturaleza siga su curso y sangren unos días al mes. Por suerte el socialismo va a tenerlos/las en cuenta, aunque lo suyo sea una fantasía minoritaria que ya va dejando atrás su pico.

No tan minoritaria es esta otra fantasía: la de que Israel es un estado genocida que nunca debió responder con esa contundencia al quítame allá esas pajas de la masacre perpetrada por los gazatíes en su territorio el 7 de octubre del 23.  Una estupenda fantasía movilizadora de flotillas y manifestaciones virtuosísimas estropeada por los deseos de ganar el Nobel de la Paz del maldito Donald Trump. El fastidio con el que ha vivido la izquierda global, y la nuestra en particular, el fin de la guerra de Gaza ha sido para no olvidar. Tan grande e inoportuno que ocho sindicatos, entre ellos CCOO, UGT, CGT, COS e Intersindical, con mono de jaleo, decidieron este pasado miércoles hacer como que no se habían enterado de la paz y salir a quemar neumáticos, cortar carreteras y apedrear negocios de multinacionales supuestamente amigas de Israel. En Barcelona, ​​los manifestantes cortaron la Ronda Litoral, los accesos a Mercabarna y la Zona Franca, generando atascos y desvíos desde las primeras horas.

Pero esa jornada de huelga general convocada en Cataluña demasiado tarde para «poner fin al genocidio en Gaza» ha despertado una avalancha de críticas en distintas redes sociales. «¿Y por los salarios cuándo?», preguntaban algunos. Ha sido una huelga baldía y desconectada de la realidad social, sin ni siquiera un mínimo de empatía por algo que realmente afecta a los trabajadores como la subida de la cuota de los autónomos

Y es que la izquierda antisistema son sólo consignas alejadas de la vida corriente de las personas y mucha ideología setentera. Es irrelevante socialmente, sí,  pero gobernando hasta vete a saber cuándo por la inmerecida oportunidad que les dio Pedro Sánchez para poder sobrevivir él mismo.