Casado no se ha dejado arrastrar en una reunión trampa
Tras la tempestad, vuelve la calma (relativa). Una vez digerido el resultado del 28-A, y a la espera de que el próximo viernes comience otra campaña electoral, el presidente Sánchez ha tenido a bien convocar a los principales líderes de la oposición -con la exclusión de Vox- a La Moncloa, y los ha convocado… Para nada en concreto. De momento, a falta de que se produzca una investidura, Sánchez no es más que presidente en funciones. Por tanto, su capacidad decisoria está reducida al mínimo, por lo que esta ronda de contactos, en realidad, tiene como fin ocupar el centro del tablero y promocionar su propio y personal perfil político de cara, como decimos, a la nueva campaña a punto de comenzar.
Consciente de esta situación, Casado, en calidad de líder de la oposición, acudió a la cita con la debida cautela, y no dejó pasar la oportunidad para plantearle a Sánchez una serie de preguntas incómodas. ¿Cómo piensa cumplir sus generosas promesas económicas sin una subida masiva de impuestos? ¿Qué nivel de presión fiscal tiene pensado ejercer a tal efecto? ¿Acaso piensa tocar la cifra del déficit ya comprometido con Bruselas? El silencio y las evasivas de Sánchez ante estas preguntas hacen presagiar lo peor; efectivamente, la subida masiva de impuestos es la estrategia del PSOE.
Más allá de la congénita querencia socialista por los gravámenes y el culto al Estado, el plan de Sánchez guarda perfecta coherencia con su forma de entender la acción política: una permanente huida hacia adelante, una continua campaña electoral a cargo de los Presupuestos Generales. En la rueda de prensa posterior a dicha reunión, Pablo Casado ha previsto un “Gobierno débil” y una “oposición firme”. Ya comenzamos a vislumbrar cómo piensa Sánchez apuntalar su endeble Ejecutivo: con un incremento recaudatorio de más de 26.000 millones de euros para los próximos cuatro años. Ya que la economía y la creación de empleo parecen importarle muy poco, Casado le ha pedido que, si tiene pensado realizar tal despropósito desde su futuro Gobierno, que al menos no lo haga dependiendo de los independentistas. Ya que no salvaremos la economía, salvemos al menos la nación.
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