Ayuso, una ‘tabarnesa’ de primera

Ayuso

Isabel Díaz Ayuso aún gana más en las distancias cortas, y en la gala de entrega de los galardones Héroes de Tabarnia que entrega la Asamblea Nacional de Tabarnia compitió en recibir ovaciones con el presidente tabarnés, Albert Boadella. Tuve la fortuna de recibir uno de esos premios – junto a Marcos de Quinto, Nicolás Redondo Terrero y S’ha Acabat! – y pude comprobar en primera línea el fervor que despierta la presidenta madrileña entre los miembros de la Resistencia al separatismo catalán. Y no sólo entre los desafectos al independentismo, recordemos como en plena pandemia hubo una manifestación de hosteleros en el barrio más secesionista de Barcelona -Gracia- protestando contra las medidas restrictivas contra este sector, y el grito de guerra fue «queremos una Ayuso». Nadie gritó «queremos un Sánchez» o «vuelve Jordi Pujol». Que quede claro.

Y es que buena parte de los españoles aprecian su discurso claro y directo, sin complejos, contra los abusos del sanchismo y sus aliados. Cuando el líder del PSOE replicó a Ayuso por los abusos del feminismo podemita-sanchista, la presidenta madrileña no se cortó un pelo y recordó que Sánchez era el culpable de que hubiera un buen número de violadores sueltos en las calles por su nefasta ley del sólo sí es sí. Porque esta aberración jurídica no es responsabilidad de Irene Montero, lo es del presidente del Gobierno. Tanta claridad molesta a sus oponentes y, tras recibir cada semana media docena de zascas la lideresa de Más Madrid decidió buscarse un acomodo más tranquilo ejerciendo de palmera de Yolanda Díaz desde el Ministerio de Sanidad.

En estos momentos de emergencia nacional todos los acentos que conforman el PP son muy necesarios para acabar con la degradación de nuestro sistema democrático, que es el gran proyecto del PSOE, Sumar y sus aliados separatistas. La Ley de Amnistía es el paso lógico tras los indultos, la desnaturalización del Tribunal de Cuentas, el pleno apoyo del PSC a la agenda separatista de la Generalitat y el proceso de blanqueamiento de partidos hispanófobos (ERC, BNG, Bildu). De ahí la importancia que un discurso rotundo y sin renuncias como el de Isabel Díaz Ayuso se complemente con la actitud más modulada y pactista de Feijóo. Todos caben en la lucha contra los populismos y los separatismos.

Además, el compromiso de Ayuso con la Resistencia al separatismo catalán va más allá de los guiños a la Asamblea Nacional de Tabarnia y al presidente Boadella. Se deja caer por Barcelona con cierta frecuencia y para dejar claro su total enfrentamiento ideológico con un independentismo anclado en el privilegio y que tiene como único objetivo destruir España como Nación de ciudadanos libres e iguales. Ahora sólo falta que, de la misma manera que la Generalitat de Cataluña apoya económicamente -legalmente y vía boletín oficial, que hay fórmulas para ello- a los movimientos pancatalanistas en Valencia, Baleares y Aragón, la comunidad autónoma madrileña encuentre la manera de ayudar a los que defienden en Cataluña el orden constitucional. Porque si a la Cataluña leal le va bien, a España le irá bien y a Madrid le irá aún mejor.

Ayuso me cae especialmente bien porque todos aquellos cuyas ideas aborrezco acostumbran a insultarla. Algo debe tener la presidenta madrileña cuando lo peor de la política española intenta destruir personalmente tanto a ella como a sus allegados. A mí, como a ella, también me gusta mucho la fruta. No se pudo decir de una manera tan elegante, y con tan pocas palabras, lo que siente en estos momentos más de media España. Y desde que la Comisión de Justicia del Congreso aprobó el proyecto de Ley de Amnistía la fruta me gusta mucho más.

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