Asco y vergüenza
El asco y la vergüenza fueron las primeras emociones que sentí me cuando vi las fotos de Pedro Sánchez y Santos Cerdán saludándose con resplandeciente sonrisa con Mertxe Aizpurua (alias Maite Soroa) y su escudero Gorka Elejabarrieta. Asco por ver cómo el presidente del Gobierno de España se hacía acompañar por el Secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdá, pare reunirse con Bildu acompañado y escenificar en sede parlamentaria su fraternal camaradería con la representante del partido de los Otegi, de los Txeroki, de los Txapote, de los De Juana Chaos…
Asco ante la sonrisas y las miradas cómplices, ante la deferencia amigable, ante la reverencia en el saludo de Pedro Sánchez a una mujer condenada por apología del terrorismo y que señalaba a ETA las futuras víctimas desde sus columnas cuando escribía en Egin (hasta que fue cerrado por orden del Juez Garzón por «formar parte del entramado de ETA») o en Gara. Asco al ver el colegueo de Pedro Sánchez y Santos Cerdán -Gobierno de España y PSOE- con el partido que lleva en sus candidaturas a terroristas condenados por delitos de sangre .
«Será legal pero no es decente…», dijo el indecente desde el parking en los jardines de la Casa Blanca, enmascarando sus verdaderos sentimientos e intenciones porque tenía que pedir el voto de los ciudadanos. Asco al comprobar que todo estaba pactado de antemano, desde la escenografía hasta la decisión de que Bildu fuera el primer partido que le brindara el apoyo incondicional para sacar adelante la investidura.
Asco, mucho asco es el que me produjo la sonrisa amplia y sin reservas de Pedro Sánchez , secretario general del partido de Fernando Buesa, Enrique Casas, Joxeba Pagaza, Vicente Gajate, Fernando Múgica, Germán González, Juan María Jaúregui, Ernest Lluch, Frolián Elespe, Juan Priede e Isaías Carrasco apretando la mano del partido de los Ternera, los Txpote, los Txeroki, los Otegi… La mano de esa mujer condenada por apología del terrorismo que señalaba a ETA los objetivos humanos que la banda terrorista convertiría en victimas.
Y vergüenza, mucha vergüenza es la que sentí al ver a Pedro Sánchez acompañado por el Secretario de Organización del Partido Socialista Obrero Español, porque sé que ese gesto tenía como objetivo que quedara claro ante todos los afiliados del PSOE y ante todos los españoles que el matrimonio que estaban sellando ese maldito viernes 13 trasciende la coyuntura personal de Pedro Sánchez y sus ansias de poder.
Lo que vimos el viernes, porque así lo quiso escenificar Pedro Sánchez, es un pacto de sangre entre quienes ponían las víctimas y sus verdugos. Y cuando hablo de víctimas me estoy refiriendo a las 857 víctimas de ETA, no sólo a las víctimas que ETA instauró entre las filas del PSOE. Porque todas ellas han sido traicionadas por el Partido Socialista Obrero Español; porque todas las víctimas son de los nuestros, todas ellas fueron asesinadas por defender la democracia, todas ellas fueron asesinadas porque su lucha para derrotar a ETA las convertía en un estorbo para el proyecto totalitario de ETA que hoy defiende Bildu.
Siento inmensa vergüenza ante las familias de tantos guardias civiles, policías o militares destinados en el País Vasco que tuvieron que llevarse a casa el cadáver de su hijo, de su marido, de su hermano… asesinado por ETA mientras defendía nuestras libertades, las de todos los españoles. Siento vergüenza ante las familias de los profesores, periodistas, jueces… que tuvieron que enterrar a sus seres queridos asesinados por ETA porque con su palabra representaban un estorbo para que triunfara el proyecto totalitario de ETA que hoy defiende Bildu. Siento mucha vergüenza ante las familias de ciudadanos anónimos -enterradores, músicos, trabajadores metalúrgicos…- a los que ETA asesinó para mandar un sangriento mensaje a sus entornos.
Siento mucha vergüenza ante las familias de los concejales y otros cargos electos a los que ETA asesinó para socializar el miedo y para que todos nos sintiéramos posibles futuras víctimas. Siento una inmensa vergüenza como ciudadana y como ex militante del Partido Socialista en cuyo nombre pedí durante años el voto, un voto que ha sido traicionado por este partido socialista silente y cobarde, culpable desde el primero hasta el último de sus afiliados de la alianza suscrita entre su partido y quienes instauraron 857 víctimas. A todas las víctimas, a todas sus familias, a todas las personas a las que el PSOE ha traicionado les pido perdón.
El cambio de bando del PSOE se ha oficializado este viernes 13. Fíjense que en esa reunión en la que Sánchez consiguió su primer apoyo en la ronda de consultas para la investidura, los representantes de Bildu eran una diputada y un senador, portavoces a sus vez de sus grupos parlamentarios. Los representantes del PSOE eran el presidente del Gobierno de España y el Secretario de Organización del PSOE. Con la presencia de Cerdán acompañando al candidato, -en vez de la del portavoz del Grupo Socialista en el Congreso y/o en el Senado-, Pedro Sánchez ha querido lanzar el inequívoco mensaje de que no estamos ante un acuerdo entre grupos parlamentarios sino ante un pacto entre partidos políticos, entre el partido de los terroristas, -el que defiende la historia de ETA, el que se niega a firmar condenas por su historia de terror y por sus actos de humillación a la memoria de las víctimas (el último, el asalto a la tumba de Fernando Buesa), el que organiza homenajes a los asesinos, el que lleva criminales en sus candidaturas…- y el Partido Socialista Obrero Español.
Así las cosas, me pregunto qué más tiene que ocurrir para que este sentimiento de asco y vergüenza penetre en las mentes y en la conciencia de algunos de los millones de españoles que el 23 de julio depositaron en la urna la papeleta del PSOE. Me pregunto que más tiene que ocurrir para que se sientan responsables por las consecuencias de haber dado su voto a estos tipos sin escrúpulos que, en nombre de la izquierda y del progreso, sellan pactos de sangre con los enemigos jurados y mortales de la democracia porque odian más a la derecha que a ETA. Me pregunto qué más tiene que ocurrir para que, siquiera unos cientos de miles de ellos -al menos los que tienen hijos o nietos que les pedirán algún día cuentas por sus actos- , se sientan culpables por haber contribuido a que Pedro Sánchez y el PSOE desprecien la memoria de los 857 españoles que fueron asesinados porque luchaban para que ellos, los que hoy han votado al PSOE, pudieran seguir viviendo en libertad y ejerciendo su derecho al voto.
Para Pedro Sánchez y los socialistas de carnet cuyo silencio os convierte en tan culpables como él sólo tengo una sentencia : malditos seáis, malditos seáis para siempre.
PD.: Me pregunto si alguno de los 39 ex ministros socialistas que firmaron un manifiesto pidiendo el voto para Sánchez habrá sentido durante el día de ayer siquiera un poco de vergüenza… Aunque, pensándolo bien, si fueron capaces de pedir el voto para Sánchez después de lo que ya había hecho seguro que, incluso aquellos de los 39 que asistieron a funerales y enterraron a amigos asesinados por ETA, habrán encontrado alguna autojustificación del tipo de «al menos no gobierna la derecha…» Qué lástima. Y qué vergüenza.
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