Opinión
Tecno sapiens

El amor en los tiempos de la conexión inmediata

En estos días circula en Netflix un documental llamado El timador de Tinder, que cuenta la historia de un hombre que estafa a mujeres a través de esta app. Y aunque el tema causa pena y rabia por las mujeres engañadas, desafortunadamente los estafadores han existido siempre.

Sin embargo, lo que realmente me estremeció fueron las cifras que muestra el documental en relación con el uso de estas aplicaciones. Una de ellas es que, en Estados Unidos, el 60% de las parejas que se conocieron en los últimos 5 años, lo hicieron a través de estas apps. En Europa, donde somos un poco más conservadores, llegamos al 40%. Nada despreciable.

Otro dato que nos ayudaría a entender estos porcentajes de “amor digital” es que la generación Z (1997-2015), que representa el 50% de los usuarios de Tinder, no establece contacto con alguien, si antes no lo ha generado previamente a través de internet. Además, su prioridad no es únicamente el amor, sino también entablar relaciones sociales.

Aunque para otras generaciones esto resulte impensable, debemos entender este fenómeno como el resultado de la revolución digital. Para nadie es un secreto que internet nos proporciona agilidad, rapidez e inmediatez en muchas facetas de nuestras vidas. El problema surge cuando ese paradigma lo aplicamos a nuestra vida personal.

Como todas estas las grandes apps, Tinder funciona con inteligencia artificial, y su algoritmo clasifica millones de datos por segundo. Por ejemplo, solo en un día se pueden llegar hacer 26 millones de matchs (en esta aplicación son las chicas las que tienen que aceptar la invitación de un chico).

Y aunque muchos piensen que el algoritmo sugiere candidatos que coinciden en gustos, resulta que no es del todo cierto. Para que la app te sugiera a alguien, tiene una métrica llamada “índice de deseabilidad”. Este índice mide la cantidad de likes que recibe una persona, y evalúa el perfil que tiene.

Tener un buen perfil requiere muchas fotos, y mucha información privada(datos). Por ello, las personas que conocen la aplicación crean perfiles mostrando estilos de vida “tan maravillosos” que los otros no pueden evitar sentirse atraídos. Además, también se mide el tiempo de interacción dentro de la app, de tal manera que, a mayor tiempo, mejor puntuación.

“En la sociedad expuesta, cada sujeto es su propio objeto de publicidad.
Todo se mide en su valor de exposición”, dice el filósofo Byung Chul Han.

Y eso fue precisamente lo que hizo el famoso timador de Tinder, crear un perfil lleno de aviones privados, restaurantes famosos y coches de lujo, todo tan irresistible que incluso una de las afectadas llegó a entregarle 250.000 euros.

Y es aquí donde radica la terrible perversión del sistema, que no es exclusivo de Tinder, sino de muchas redes en general. Las personas se exponen cada día en estos espacios como productos de sí mismas, haciendo lo impensable para ser reconocidos; de allí el éxito de los influencers, que no es otro que vender ilusiones a unos usuarios que terminan por admirar una imagen inventada por alguien que, en muchos casos, está muy lejos de lo que realmente es.

La inmediatez es la vana fantasía de pensar que tenemos poder en nuestras manos gracias a un móvil; es creer que eres libre de escoger a quien quieras en estas aplicaciones. Y, sin embargo, recuerda: no eres tú quien elige, sino un algoritmo que te puntúa por cosas tan subjetivas como tus fotos en la playa, o los cientos de horas que pasas en la aplicación.

Y aunque la empatía, el tono de voz, la cercanía, el olor o una mirada, puedan estar pasados de moda, al menos son una elección 100% tuya, incluso si te equivocas. Además, con toda seguridad, te generarán más dopamina que un like.