Opinión

2,5 millones viven del IMV. ¿De qué presumes, Sánchez?

  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

La cifra ha sido facilitada por la ministra del ramo, por lo tanto, habrá que entender que se trata de algo que tienen perfectamente tabulado, aunque no sería la primera vez que una información gubernamental viene sesgada en su propio beneficio.

Ha dicho que en España hay 2,5 millones de personas que viven sin trabajar y cuyo única entrada de dinero es el Ingreso Mínimo Vital, que viene a ser mensualmente alrededor de 600 euros; para las familias, 1.100 euros. El Gobierno ha querido colgarse una medalla con esta alarmante cifra en el sentido de que su generosidad es infinita, cuando esa ingente cantidad de recursos provienen de los impuestos ciudadanos.

En lo que no ha caído el Ejecutivo es que si en España hay como mínimo 2,5 millones de personas y familias que tienen que recurrir al IMV, quiere decir que las cosas económicamente no son tan boyantes como pregonan. Que hay, como mínimo, dos millones y medio de personas que están en el desempleo (a los que hay que unir los fijos discontinuos) bien porque les resulta imposible encontrar un trabajo, bien porque con esos 600 euros mensuales se conforman y no les compensa ponerse el mono de trabajo. En cualquier caso, es un panorama bastante siniestro porque de ninguna de esas maneras el país puede tirar hacia adelante.

Algo debe pasar y pasa. La enorme carestía de la vida, con productos básicos en alzas intolerables e impagables: por ejemplo, una subida del 18% en los huevos, un 23% en la carne y ni hablar de hoteles y restaurantes con precios realmente prohibitivos. Claro, el Gobierno no puede entender esto porque vive gratis, casas gratis, viandas, gratis total…

La prueba de que no es oro todo lo que reluce en la fanfarria gubernamental es que millones de españoles se han quedado en casa este verano y otros muchos miles han reducido al mínimo sus vacaciones fuera. Es un dato que los sanchistas tratan de manipular porque son conscientes que su relato frente al dato estalla.

Mal otoño se le presenta al Gobierno, pese a que sus infames aliados, los sindicatos, andan callados como muertos y siempre con la cesta puesta. Son unos auténticos sinvergüenzas a los que hay que desenmascarar de una vez por todas. Defiende sus prebendas y sinecuras, no al trabajador.