Para 2026 ponerse de parte de uno mismo
Fin de ciclo, huida hacia delante, resistencia numantina… sintagmas y frases hechas para intentar calificar lo incalificable. Comportamientos fuera de registro político, de código penal o incluso de catecismo, que a cualquiera enviarían al ostracismo social, a la prisión… ¡o al infierno!
Ahora resulta que hemos devengado el derecho a disfrutar de dos semanas largas de vacaciones. Nadie se puede extrañar. Es lo lógico después de haber completado un año plagado de éxitos en el que hemos conseguido todos los objetivos marcados: se confeccionaron unos presupuestos muy pormenorizados que establecían hitos claves y retos desafiantes que se han ido logrando; se consensuaron leyes de contenidos diversos que abordaban problemáticas transversales, sin favorecer los insolidarios anhelos de algunos territorios; se ha encauzado, con planteamientos imaginativos y normas de pulcra confección, la solución al gravísimo problema de la falta de vivienda que sufre gran número de ciudadanos y, en especial, los jóvenes que desean emanciparse; se han conseguido erradicar las prácticas corruptas que eran uso común en anteriores administraciones, sin que se haya conocido ningún caso que afecte a miembros relevantes del Gobierno o del PSOE; se han denunciado y corregido diligentemente los rarísimos casos de acoso que se manifestaron en el partido; se ha contribuido a reducir las tensiones que se venían manifestando entre bloques muy polarizados de la sociedad española, contribuyendo, como ha reconocido el Rey Felipe VI, a aunar esfuerzos en la consecución de objetivos comunes y, en definitiva, en la mejora de nuestra convivencia; se ha liderado, con la adhesión unánime de los principales países de nuestro entorno, el acompañamiento de los diferentes conflictos que ocupan y preocupan a la comunidad internacional.
Bueno, esa es, como podrán comprender, la impostada opinión de los protagonistas y de los incondicionales del régimen, pero no tiene pinta de que participen de la misma la mayoría de los españoles, como se ha puesto de manifiesto en Extremadura cuando les preguntaron hace unos días. Pero eso es lo bueno de no tener jefe, que nadie te va a decir que no te mereces las vacaciones y que te van a quitar el bono.
Y aún menos, si te has dedicado a utilizar tu inmenso poder para eliminar o restringir los controles y contrapesos institucionales. Porque el alejamiento de la realidad y la negación de las evidencias de corrupción, desgobierno y descontrol se han convertido, durante el año 2025, en el único argumento operativo y comunicativo del Gobierno y del sanchismo.
¿Y qué ocurrirá en 2026? Pues, lamentablemente, más de lo mismo, pero incrementándolo y agravándolo. De hecho, nos equivocaremos poco si anticipamos que los desvelos y los empeños de Pedro Sánchez para este nuevo año van a volver a orientarse a lograr su supervivencia.
Sin duda que el principal tema de preocupación, y al que va a dedicar sus mayores esfuerzos, es intentar no verse salpicado por los innumerables casos de corrupción que le rodean, y que se sustancian en juzgados y tribunales. Exento del rigor ético que le permita interpretar correctamente la moral de una sociedad democrática y que le debiera llevar a la inaplazable asunción de sus responsabilidades políticas, Sánchez se preocupa por alejar de sí una posible responsabilidad penal que puede surgir en cualquiera de las causas. Sin duda que tendrá que jugar de mano maestra para mantenerse a distancia de camaradas y de familiares que con mucha probabilidad van a ser condenados, y a la vez conseguir mantener las bocas cerradas.
Ya logró que el fiscal general se comiera el marrón solito y se conformara con la cerrada defensa de su inocencia por parte del régimen y con la muy posible rehabilitación que le recete Conde-Pumpido; pero esa jugada puede no ser tan fácil cuando las sentencias pongan puertas enrejadas detrás de los condenados. Y, por cierto, dentro de las causas que tiene que conseguir que no le salpiquen, se incluye la que se abrirá al chavismo en cuanto se produzca la caída de Nicolás Maduro, que se intuye próxima.
Así que, sin perjuicio de que siga con movimientos tácticos con los que aplacar a sus socios y con intentar encontrar o provocar una situación propicia para un improbable adelanto electoral, los principales quehaceres de Pedro Sánchez van a ser sus propias cosicas. Las de España y los españoles… ¡pues ya si eso! Pero de momento lo importante es seguir con lo que viene siendo ¡salvar el culo!
Nada más, solo me queda desear a todos un feliz año nuevo. Ah, y asegurar a mi amigo Ramón y a mi compadre Juan Pablo, que comparten apellido con el presidente, que en el año 2025 no volveré a escribir de Pedro Sánchez.
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