Opinión

2021: La humanidad, España y sus retos

La ONU, para eso existe, debería garantizar condiciones dignas de vida para toda la humanidad. Combatir el cambio climático, la explotación y agotamiento de los recursos naturales por el ser humano. Combatir ideologías, religiones, dictadores y guerras, que son muerte, hambre, miseria, tortura, frio, privaciones… La ONU no ha encontrado un mecanismo eficaz de resolución de conflictos que las impida. Y debería hacer el mayor esfuerzo en combatir el hambre, la miseria, la pobreza, que seguirán provocando más muertes que el virus -sin huésped identificado todavía- que nos azota.

Chiitas y sunitas están en guerra desde hace 500 años. Grupos terroristas como Al Qaeda, ISIS o Boko Haram secuestran y asesinan sin que haya respuesta mundial contra sus crímenes. Existen dictaduras políticas o religiosas donde la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU se pisotea. Países que aplican la Sharia, que condena a las mujeres como seres inferiores al hombre ocupan puestos decisorios en la ONU. Un oxímoron, la ONU apoya que se vulneren los valores que justifican su existencia.

En Occidente existen democracias de mayor o menor calidad. España es más una partitocracia corrupta que una democracia. Una élite política se ha apoderado del Estado, decenas de miles de personas viven del mismo sin ser necesarios para su funcionamiento, como decenas de miles de millones se pierden en chiringuitos y mamandurrias en este régimen con máscara democrática, donde millones de personas viven en la pobreza mientras la élite política corrupta derrocha y se reparte la riqueza del país.

Aprobó el parlamento europeo que las ideologías comunistas o fascistas deben ser combatidas. En España se califica de fascistas a grupos y personas que no lo son, por plantear una estructura de Estado distinta o por defender valores distintos a los mayoritarios, aunque acepten las reglas democráticas. Reciben agresiones violentas en sus mítines y campañas de descrédito en medios de comunicación de masas públicos y privados, mientras se acepta con normalidad que formen parte del Gobierno de España comunistas bolcheviques. No eurocomunistas como Carrillo, que aceptaron las reglas de la democracia porque conocieron desde dentro lo que fue una dictadura comunista en la URSS. Quienes defienden aquel sistema soviético, dictaduras como Cuba o populismos como Venezuela deberían recibir el trato que se pide para los comunistas o fascistas. Son apoyados por independentistas que quieren romper el Estado y la nación.

Nuestra muy deficiente democracia trata de reescribir la Historia modificando hechos pasados. Dicen que la Segunda República era un régimen ejemplar y los que estaban en el bando nacional, asesinos. La Segunda República fue derribada por los independentistas, comunistas, anarquistas y socialistas, y le dieron el tiro de gracia cuando varios escoltas de Indalecio Prieto asesinaron al líder de la oposición de la derecha, José Calvo Sotelo, amenazado días antes en el Parlamento por miembros del Gobierno comunista. ¿Se imaginan que escoltas de Iglesias o Ábalos secuestraran y asesinaran a Pablo Casado, Santiago Abascal o Inés Arrimadas? La Segunda República era ya de hecho una dictadura. La guerra civil abortó la instauración de una dictadura comunista con crímenes tan brutales o más que los que se cometieron desde el bando nacional. Hoy se cuentan unos y se ocultan otros. Orlov era el delegado de Stalin en España, con horno crematorio para hacer desparecer los cuerpos de los torturados, a los que desollaba en vida o introducía lentamente en el horno empezando por los pies. Este Gobierno legal pero ilegítimo por sus mentiras es indigno para dirigir esta nación. Los socialdemócrata queremos democracia, libertad y verdad, no corrupción, propaganda y mentiras.