1-0: ni pacífico ni democrático

1-0: ni pacífico ni democrático

Decía Goebbels: “Repite una mentira mil veces que terminará por hacerse verdad». Ésta es la razón de ser de los independentistas que buscan desde la mentira, la demagogia y la falsedad, el apoyo de la calle. El vicepresidente de la Generalitat refería que el referéndum del 1 de octubre será «pacífico y democrático». Sin embargo, como hemos podido comprobar, esta convocatoria no es ni pacífica ni democrática. No es pacífico imponer una manera de pensar, ni democrático saltarse las normas vigentes.

¿Es pacífico hacer escraches a quién porta la señera o la bandera de España? ¿Y gritar en las puertas de los ayuntamientos que no cederán sus espacios para el referéndum? ¿Es pacífico pedir desde las redes sociales que Inés Arrimadas «fuera violada»? El procés ni es pacífico, ni es democrático. Democracia no es saltarse las normas del juego a su favor para sacar adelante reformas legislativas, sin las mayorías cualificadas, o sin los tiempos legales, contraviniendo lo que recoge el propio Estatuto de Autonomía o la Constitución. Porque no todo cuerpo normativo por el hecho de convertirse en ley, es justo si esta norma contraviene el debido procedimiento, que previamente está sustentado en una norma suprema o Constitución y en la defensa de los derechos fundamentales.

Aunque los independentistas se jacten de referir que el procés es pacífico y democrático, el mismo tiene de todo menos paz y tolerancia. El Código Penal recoge que para que haya violencia, no es necesaria que sea física. Cabe la violencia psicológica, la intimidación o simplemente impedir a otro aquello que la ley no le prohíbe, como por ejemplo el anuncio de un mal. ¿Por qué sale la oposición de un hemiciclo en dónde ni si quiera se le permite debatir? Por el temor a ese mal, a ese autoritarismo, que los independentistas infunden que es la estigmatización social, o conmigo o contra mí. El juego de palabras, los discursos y las promesas, son propias de toda contienda política. Está en el electorado desenmascarar al mentiroso, al demagogo o al populista. Sin embargo, existe la dificultad en el votante cuando el político utiliza medias verdades o directamente miente, un ejemplo, el utilizado cuando refieren: «Que en el derecho internacional existe el derecho de autodeterminación». Este derecho es cierto que existe, sin embargo, no se aplica para todos los casos y mucho menos para un territorio como Cataluña, así lo recoge la resolución 1514 de la Asamblea General de las Naciones Unidas que refiere que: “La sujeción de pueblos a una subyugación, dominación y explotación extranjeras constituye una denegación de los derechos humanos fundamentales”, en clara referencia a las colonias, algo que Cataluña nunca ha sido.

Otra de las mentiras inducidas por el independentismo es decir que de ser Cataluña un Estado independiente seguirá relacionándose con la Unión Europea como si fuera un territorio de la Unión. Sin embargo, tal afirmación es tan falsa que atenta contra lo más básico de lo dispuesto en todos los tratados comunitarios, desde la libre circulación de personas, bienes o simplemente a la regulación fronteriza. De ser Cataluña un Estado independiente pasaría a vincularse con la unión como un Estado ajeno al marco común, con todas las dificultades que ello acarearía como serían los aranceles de importación o exportación, los visados de circulación, o la simple compra de la deuda autonómica que pasaría a estar impagada. Por ello, aunque en un mundo global e interconectado algunos no se cansen en mentir y en imponer sus pretensiones por la fuerza de las vías de hecho, del conmigo o contra mí, del odio y la estigmatización social; estas mentiras, no por mucho repetirse se van a convertir en verdad.

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