Huella hídrica

España exporta a Europa el doble de agua de la que consume en un año

Un nuevo estudio revela la enorme huella hídrica de la agroindustria española, concentrada en zonas ya afectadas por sequía y desertificación

La Comunidad Valenciana, Andalucía, Cataluña y la Región de Murcia encabezan la lista de “exportadores de agua” a Alemania, Francia, Italia o Reino Unido

  • Antonio Quilis
  • Periodista especializado en información medioambiental desde hace más de 20 años y ahora director de OKGREEN en OKDIARIO. Anteriormente director de El Mundo Ecológico. Colaborador en temas de medioambiente, ecología y sostenibilidad en Cadena Ser.

España exporta cada año 4,6 billones de litros de agua en forma de fruta y verdura de regadío, una cantidad que equivale al doble de agua que consumen los hogares españoles durante un año. Una cantidad equivalente a exportar la mitad del caudal del río Ebro a Alemania, Francia o Italia.

Detrás de esta burbuja del regadío hay unas pocas grandes empresas y fondos de inversión, que se lucran secando nuestro país y acaparando subvenciones mientras ahogan al pequeño agricultor.

Exportar semejante cantidad de agua desde uno de los países más secos de Europa, supone, en palabras de Greenpeace, «un destrozo para nuestros suelos, nuestros acuíferos, nuestra biodiversidad y nuestro futuro en un escenario de emergencia climática».

En forma de frutas y verduras

A pocos días de la inauguración de Fruit Attraction en Madrid, la principal feria europea del sector hortofrutícola, y el comienzo del nuevo año hidrológico (1 de octubre), la organización ecologista advierte que el actual modelo agroindustrial español está exportando cada año miles de millones de litros de agua en forma de frutas y verduras, principalmente desde provincias mediterráneas donde la escasez hídrica es cada vez más grave.

El informe España, el frutero de Europa, presentado hoy, revela que la cantidad de agua que exporta en 2024 duplicó el consumo total de los hogares españoles; además, denuncia el impacto social y ambiental de un sistema dominado por grandes corporaciones y fondos de inversión.

Agua exportada

La investigación muestra cómo el modelo agroindustrial consolida a España como un gran país que exporta agua a Europa, a pesar de ser el país de la región más afectado por la desertificación.

En 2024 –un año marcado por la sequía– la huella hídrica de las exportaciones alcanzó 4.613 hm³ de agua, más del doble de los 2.212 hm³ consumidos por todos los hogares españoles. Esta cifra equivale a la mitad del caudal anual del río Ebro, el más caudaloso del país.

Huella hídrica, azul, verde y gris

Para llegar a esta conclusión, Greenpeace ha calculado la huella hídrica de los productos en las diferentes regiones, esto incluye la huella azul (agua de riego), la huella verde (agua de lluvia) y la huella gris (agua utilizada para diluir contaminantes de fertilizantes).

Tras combinar estos datos con las cifras oficiales de exportación, la organización concluye que la producción de frutas requiere más agua que la de hortalizas.

Aunque las cantidades son similares –5.690 millones de kilos de frutas y 5.183 de hortalizas–, las frutas concentran el 66 % de la huella hídrica exportada, frente al 18 % de las hortalizas. El 16 % restante corresponde a otros productos como frutos secos, con alta huella hídrica.

Principales del agua-fruta

Los principales destinos del agua que se exporta desde España son Alemania, con 1.156 hm³ (25,1 %); Francia, con 829 hm³ (18 %); Italia, con 489 hm³ (10,6 %); y Reino Unido, con 352 hm³ (7,6 %). Sólo Alemania recibe el equivalente a algo más de la mitad del agua consumida por los hogares españoles en todo un año.

«El problema no es el regadío, sino las grandes macroexplotaciones agrícolas de regadío, sustentadas en muchas ocasiones por fondos de inversión, que acaparan el agua y expulsan a los pequeños y medianos agricultores, generando un problema medioambiental y social», ha declarado Julio Barea, responsable de la campaña de Agua de Greenpeace.

«En un país que sufre cada vez más calor y sequías, no podemos permitirnos el lujo de que nuestra agua sea exportada para el enriquecimiento de unos pocos. Debemos gestionar mejor nuestros recursos hídricos, que cada vez serán más limitados, poniendo el foco en las personas que trabajan la tierra y en la sostenibilidad medioambiental, no en los dividendos de empresas sin escrúpulos», ha concluido Barea.

Más exportación y más escasez de agua

Sara del Río, responsable de la investigación, ha insistido en la gravedad de los resultados: «Llama la atención el creciente negocio de exportación de frutas y verduras ante los problemas de escasez de agua que está afrontando el sector, y sobre todo, los pequeños agricultores y agricultoras. Por eso hemos querido conocer el impacto hídrico que está significando este modelo hecho a medida para millonarios».

Además, ha subrayado que «la investigación ha requerido de personas expertas en huella hídrica así como de un elaborado trabajo de análisis de datos, lo que nos permite hablar de unos resultados robustos. A pesar de lo preocupante de los datos, hemos hecho un esfuerzo porque estos fueran conservadores. La situación que describen puede ser aún peor».

Pérdidas de empleo

Además del impacto ambiental, el informe advierte que el actual modelo expulsa a pequeños y medianos productores en beneficio de grandes empresas y fondos de inversión. En la última década, las pequeñas explotaciones han perdido alrededor de 287.000 puestos de trabajo (unidades de trabajo anuales), prácticamente la mitad de su mano de obra.

Mientras tanto, las sociedades mercantiles propietarias de explotaciones han aumentado hasta alcanzar las 35.000, casi un 70 % más en una década. Asimismo, las grandes fincas de más de 50 hectáreas suponen ya 17 millones de hectáreas, cerca del 73 % de toda la superficie agraria utilizada en España.

Greenpeace recuerda que la agricultura es una pieza clave en la economía española, con exportaciones agrícolas superiores a los 18.000 millones de euros en 2024. Además, la capacidad del sector agrícola de estar tan ligado al territorio permite fijar población.

Una agricultura familiar debilitada

Sin embargo, la organización ve con preocupación la evolución que está experimentando este modelo: cada vez más empresas de la agroindustria y fondos de inversión concentran intereses en el sector, mientras la agricultura familiar se debilita. Esto ha provocado que organizaciones como la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) hablen de “uberización del campo”, donde desaparecen paulatinamente los pequeños productores y los grandes acaparan más negocio y más agua desde las capitales.

Ante esta problemática, la organización ecologista plantea una serie de demandas:

La próxima semana se reunirán en la feria Fruit Attraction numerosos representantes del sector agroindustrial y de diversas administraciones, por lo que Greenpeace confía en que encuentren un espacio para reflexionar sobre el reparto justo del agua y la necesidad de apostar por un modelo agrícola que proteja tanto al medioambiente como a los pequeños agricultores.