Naturaleza
Ciencia

Los investigadores ponen el grito en cielo: la contaminación plástica llega al único insecto nativo de la Antártida

  • Sofía Narváez
  • Periodista multimedia graduada en la Universidad Francisco de Vitoria, con un Máster en Multiplataforma por la Universidad Loyola. Editora en Lisa News con experiencia en CNN y ABC.

El cambio climático es uno de los fenómenos que más condiciona el presente y el futuro del planeta. Factores como la quema de combustibles fósiles, el efecto invernadero y la alteración de los ciclos naturales figuran entre los que más impacto tienen. A ello se suma la contaminación por plásticos, que también se ha convertido en un problema clave, muy difícil de contener y capaz de llegar a ecosistemas que durante años se consideraron a salvo de la presión humana.

Según el estudio Prevalence and consequences of microplastic ingestion in the world’s southernmost insect, Belgica antarctica, los microplásticos ya han llegado al único insecto nativo de la Antártida. Los investigadores han confirmado su presencia en el organismo de esta especie terrestre, una prueba más de que la huella humana alcanza incluso al continente más aislado del mundo.

Los microplásticos alcanzan al único insecto nativo de la Antártida

La investigación, liderada por científicos de la Universidad de Kentucky junto a equipos internacionales, se centra en Belgica antarctica, un pequeño mosquito no volador que vive exclusivamente en suelo antártico.

Hasta ahora, la mayoría de los estudios sobre plásticos en la región se habían centrado en el océano, el hielo marino o la nieve. El suelo, y las especies que lo sostienen, habían recibido menos atención, hasta ahora.

En el laboratorio, los investigadores expusieron larvas de este insecto a diferentes concentraciones de microplásticos, usando un sustrato similar al que encuentran en su entorno natural.

Los resultados reflejaron que la exposición no provocó mortalidad ni alteraciones visibles en el metabolismo básico, incluso en los niveles más altos de plástico.

Sin embargo, el análisis detallado mostró un efecto menos evidente, pero relevante. A medida que aumentaba la cantidad de microplásticos, las larvas acumulaban menos reservas de grasa. Las proteínas y los carbohidratos se mantenían estables, pero la reducción de lípidos plantea un problema serio en un entorno donde la energía almacenada marca la diferencia entre sobrevivir o no al invierno.

Este efecto no es inmediato ni letal, pero sí apunta a un desgaste progresivo. Las larvas de Belgica antarctica tardan hasta dos años en completar su desarrollo. Durante ese tiempo, una disminución constante de reservas energéticas puede reducir su capacidad de resistir el frío extremo, la deshidratación y la escasez de alimento.

La segunda parte del estudio llevó el trabajo al campo. Los científicos recogieron larvas en 20 localizaciones repartidas por 13 islas de la península Antártica. Tras analizar su contenido digestivo con técnicas de imagen de alta precisión, detectaron fragmentos de microplásticos en dos ejemplares. La frecuencia es baja, pero suficiente para confirmar que estas partículas ya circulan por la cadena trófica terrestre del continente.

Cómo es ‘Belgica antarctica’, el insecto que sobrevive en la Antártida

Belgica antarctica mide apenas unos milímetros y no tiene alas. Esta ausencia, lejos de ser una desventaja, le permite sobrevivir en una región donde los vientos harían imposible el vuelo.

Vive en zonas costeras libres de hielo, entre musgos, algas y restos orgánicos, y se alimenta de materia en descomposición, incluidos residuos procedentes de aves marinas.

Es un insecto extremófilo. Tolera temperaturas bajo cero, largos periodos de deshidratación y una radiación ultravioleta intensa. Además, puede perder gran parte del agua de su cuerpo y entrar en estados de latencia durante los meses más duros del año. Estas adaptaciones lo convierten, por tanto, en una pieza clave del ecosistema terrestre antártico.