Soy experto en mascotas y así tienes que saludar a tu perro al llegar a casa si tiene ansiedad por separación
La ansiedad por separación en perros es un tema que genera muchas dudas entre los tutores, especialmente al momento de volver a casa. Es habitual encontrarse con mascotas que, al ver a su persona favorita cruzar la puerta, saltan, lloran, ladran o no pueden contener su excitación. ¿Es una muestra de alegría o hay algo más profundo detrás de ese comportamiento? A lo largo de los años, la principal recomendación ha sido ignorar al animal en ese momento para no reforzar la conducta. Sin embargo esta visión ha comenzado a cambiar gracias a expertos en comportamiento canino que proponen una aproximación más empática y centrada en el estado emocional del perro.
Comprender lo que sucede en la mente de un perro cuando se queda solo durante muchas horas es fundamental. No se trata sólo de evitar un comportamiento «molesto» o «exagerado», sino de acompañar al animal en su proceso emocional. La forma en la que reaccionamos al volver a casa puede influir en su estado de ánimo y, en última instancia, en su bienestar general. Entonces, ¿cómo deberíamos actuar? ¿Es realmente perjudicial saludarlo con cariño? Cada vez más profesionales sostienen que la respuesta es no. El saludo puede ser parte de una estrategia más amplia y consciente para mejorar la salud emocional del perro.
¿Cómo saludar al perro al volver a casa?
Durante mucho tiempo, muchos expertos sostenían que lo mejor era ignorar al perro durante los primeros minutos al regresar, bajo la premisa de que así se evitaría reforzar un estado emocional negativo. La lógica era simple: si se presta atención a un perro excitado, esa conducta se repetirá. Sin embargo, Rafael Cal, educador canino y fundador de «Habla con ellos», señala que el hecho de ignorar al perro no resuelve el problema de fondo, que es la ansiedad por separación.
En lugar de centrarnos únicamente en la conducta externa del animal, como saltar o llorar, sugiere prestar atención al origen emocional de esos comportamientos. Según él, cuando un perro muestra signos de agitación al ver a su tutor, no lo hace por capricho ni para llamar la atención. Lo hace porque ha estado muchas horas experimentando ansiedad, angustia o estrés, y su forma de expresarlo es con un saludo exagerado.
Es importante entender que, para el perro, su tutor representa su principal fuente de seguridad y apego. Cuando esa figura desaparece durante varias horas, el perro se puede sentir desprotegido. Al volver a casa, su reacción puede ser una liberación emocional ante el reencuentro con quien considera su apoyo emocional. Por lo tanto, más que una conducta problemática, este comportamiento puede entenderse como una manifestación natural de su estado interno.
El error, según Cal, es interpretar este saludo efusivo como un acto voluntario. En realidad, está motivado por un cúmulo de emociones intensas. Además, el experto subraya el papel del cortisol, la hormona del estrés, que se acumula en el cuerpo del animal a lo largo del tiempo. Cuando un perro pasa muchas horas solo, su nivel de cortisol puede dispararse. Si al volver a casa lo ignoramos, no hacemos más que prolongar su malestar emocional.
Recomendaciones
Esto no quiere decir que se deba premiar la hiperexcitación. La clave está en encontrar un equilibrio: saludar al perro con afecto, pero sin fomentar un estado de exaltación. Por ejemplo, se puede ofrecer contacto físico suave, palabras tranquilas y una actitud calmada. Esta forma de saludar ayuda a reforzar el vínculo afectivo sin aumentar el nivel de excitación del animal.
Además, es fundamental que el saludo se inserte dentro de un enfoque más amplio que aborde la raíz de la ansiedad. Rafael Cal insiste en que la solución no pasa únicamente por lo que se hace al volver a casa, sino por cómo se prepara al perro para estar solo. Trabajar la gestión emocional del animal, realizar ejercicios de independencia, fomentar una rutina estable y proporcionar estimulación mental adecuada son pilares clave en este proceso.
En la práctica, esto puede significar acostumbrar al perro a las ausencias de manera progresiva. Comenzar con tiempos cortos y aumentarlos gradualmente ayuda a que el animal aprenda que estar solo no representa un peligro. El uso de juguetes interactivos, alfombras olfativas o dispensadores de comida también puede ser de gran ayuda para que el tiempo en soledad sea más llevadero.
En paralelo, la figura del tutor sigue siendo esencial. La conexión emocional que existe entre perro y humano es tan fuerte que no puede sustituirse fácilmente. Por eso, cuando el tutor regresa a casa, ese momento debe entenderse como una oportunidad para fortalecer el vínculo, ofrecer seguridad y contener al animal.
El bienestar de un animal no se mide únicamente por la ausencia de conductas problemáticas, sino por la calidad de sus estados emocionales. Un perro que ha aprendido a gestionar su soledad y que recibe apoyo emocional en los momentos clave tendrá menos probabilidades de desarrollar trastornos de ansiedad o comportamientos destructivos.
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