Investigación
LOS PAPELES SECRETOS DE AMEDO (2)

El Gobierno vasco descubrió la red de mercenarios de los GAL tras hacerse con el maletín de Amedo

La Ertzaintza y el Gobierno vasco tuvieron acceso a los nombres y los números de teléfono de la red de mercenarios de los GAL tras hacerse con un maletín del subcomisario José Amedo. En el portafolios, el reclutador de los comandos de la guerra sucia en el sur de Francia, guardaba su agenda personal y documentos del grupo antiterrorista.

El policía de Bilbao, que había sido designado por la cúspide del Ministerio del Interior del primer Gobierno de Felipe González como el coordinador de las operaciones paramilitares contra ETA, sufrió un accidente de circulación en la autopista de peaje vasca. En medio de la confusión del siniestro automovilístico y del traslado de Amedo a un centro hospitalario de Bilbao, el maletín con los documentos quedó en poder de agentes de la Ertzaintza durante unas horas, con tiempo más que suficiente para realizar las oportunas fotocopias.

Además de una serie de documentos confidenciales sobre la localización de dirigentes de ETA y otros objetivos etarras a abatir, los ertzainas encontraron una pieza de gran valor: la agenda de Amedo con todos sus contactos. En sus páginas figuraban, entre otros colaboradores y confidentes, los nombres y los números de teléfonos de los mercenarios más destacados de los GAL: “Cristian Hitier”, “Dominique”, “Gerar”, “Mario”, “Pirono” y “Filipo”, como el propio Amedo había manuscrito.

En la agenda de Amedo figuraban los mercenarios más importantes de los GAL.

Los diferentes colores de la tinta y la caligrafía dan a entender que su contenido había sido redactado en épocas distintas y de manera cronológica. Pero en sus páginas estaban los sicarios más significativos de la “guerra sucia”, como se aprecia en los documentos en poder de OKDIARIO.

Jean Philippe Labade, el hombre puente de Amedo en Francia y jefe directo de los mercenarios, aparecía reflejado en la agenda como “Filipo”. Meses después del accidente fue detenido, por primera vez, en junio de 1984 tras el atentado de los GAL con una moto-bomba contra Pérez-Revilla, que provocó la muerte del histórico etarra. Labade fue puesto en libertad, pero antes declaró ante el juez que hacía labores de investigación para la policía española.

Paradójicamente, nadie de la Ertzaintza, ni del PNV, ni del Gobierno vasco, sospechó de su presencia en la agenda del policía a quien la Consejería de Interior ya tenía catalogado como “el jefe de los comandos de los GAL”. Pero los dirigentes nacionalistas sí acusaban en público al Gobierno socialista de estar detrás de las operaciones antiterroristas.

El sello de los GAL elaborado por el CESID para reivindicar las operaciones antiterroristas.

Labade y la trama portuguesa

Labade, huyó de Francia y se refugió en Portugal desde donde siguió trabajando para Amedo, con documentación falsa. Allí reclutó a los mercenarios Paulo Fontes Figueiredo, que había trabajado en la seguridad de la Embajada de EEUU en Lisboa, y Mario Correira da Cunha, que participó en los atentados contra los bares La Consolation de San Juan de Luz y Batxoki de Bayona, en febrero de 1986. Da Cunha se reunió con Amedo y Domínguez en el hotel Ritz de Lisboa unos días antes de los atentados.

En su viaje a Portugal, Amedo se había registrado en el hotel lisboeta con el nombre “Genaro Gallego Galindo”. Al subcomisario de los GAL le sobraba tiempo para deslizar un toque de humor negro construyendo una identidad falsa a partir del nombre propio de Genaro García Andoain, el apellido del jefe de la Guardia Civil del cuartel de Intxaurrondo en San Sebastián, Rodríguez Galindo, condenado por los secuestros y asesinatos de Lasa y Zabala, y su condición de gallego, nacido en Lugo en 1946.

En otros hoteles, como el Alcazar de Irún, Amedo también se hospedó como Genaro Gallego.

Da Cunha aparecía también en la agenda del maletín con su nombre de pila: “Mario”. El ex agente de la DINFO, los servicios secretos portugueses, estableció un vínculo especial con Amedo y participó en varias acciones violentas. Fue condenado por los atentados contra dos bares de Bayona y San Juan de Luz en febrero de 1986, en los que resultaron heridas más de diez personas.

En la libreta del policía de Bilbao también figuraba Chistian Hittier bajo el nombre de “Cristian Hitier” (sic). Se trataba de un importante miembro de los GAL con residencia en Andorra, desde donde facilitó al Ministerio de Interior armas y toda una red de mercenarios. Fue quien captó en 1984 a las conocidas como “damas negras de los GAL”: Margaret y la franco-vietnamita Dominique.

Hittier, que regentaba en Andorra un hotel y el bar Jazz Club Águila, era un paramilitar afiliado al grupo Jaune Nation que apoyó a la OAS durante el conflicto argelino. En 1987, tras aparecer su nombre en la prensa, huyó a Bélgica donde fue detenido. El intermediario, que disfrutaba de un DNI español a nombre de Pablo Cabello Muñoz, era amigo de la pistolera “Dominique”, a quien la justicia francesa procesó por participar supuestamente en una serie de atentados.

EL DNI falso de Pablo Cabello pertenecía a Hittier y el de Mariano Gómez a Patrick Bordou.

El nombre de “Dominique” también figuraba en la agenda de Amedo junto al de Hittier. Junto a su nombre aparecían varios números de teléfono, uno de ellos de la tienda de ropa y regalos de su hermana en Encamp (Andorra).

La Ertzaintza tras los pasos de Amedo

Otro sicario de los GAL que tenía un lugar preferente en la libreta de Amedo era Patrick Pironneau, en la que figuraba con el seudónimo de “Pirono”. El mercenario francés -uno de los hombres de Hittier en los GAL- fue condenado a tres años de cárcel en Francia por asociación criminal. Fue captado por Raymond Sanchis en el mundo del hampa marsellesa. En sus declaraciones sumariales también acusó a Amedo como el reclutador del comando.

Otro nombre, “Gerar”, correspondía al mercenario marsellés Gerard Pietri, encargado del Café La Fraternité, un lugar de encuentro entre miembros del hampa. Era uno de los hombres que el legionario Pedro Sánchez captó para la causa GAL.

En las memorias del policía de Bilbao, en poder de OKDIARIO, Amedo relata que el accidente de circulación se producía a su regreso de uno de sus viajes a Francia para entrevistarse con sus colaboradores, entre ellos Sanchis y Sánchez. En el portafolios guardaba las notas que había tomado durante su encuentro con los mercenarios. De ahí su preocupación por si los documentos habían caído en manos de la Ertzaintza.

“Estaba deseando llegar a casa para abrir el maletín y ver el ordenamiento de los distintos documentos, más o menos recordaba el primero que me debía encontrar. Su contenido estaba relacionado con las anotaciones en un folio que tomé en el último encuentro en Bayona con Raimon Sanchis y Pedro Sánchez, antiguos miembros de la Legión Extrajera francesa. Una vez abierto comprobé que el documento al que me he referido estaba el primero como yo pensaba, sobre los demás no recordaba su posicionamiento”.

Genaro García de Andoain confirmó a Amedo que la Ertzaintza se había hecho con los documentos.

Pero cuando Amedo revisó el resto del material comenzó a sospechar que los ertzainas habían trastocado su orden y tenían los documentos en su poder: “Me sorprendió encontrarme las fotos de los terroristas sobre los papeles, cuando tenía claro que debían estar guardadas en una de las solapas del maletín. Esto me hizo dudar, llegué a pensar que, como consecuencia del impacto del vehículo en el que nos estrellamos, el maletín chocara con uno de los asientos y provocara que la fotografías se saliesen de su sitio. Difícil porque el habitáculo donde siempre las guardaba era un lugar estrecho en las que entraban de forma comprimida y por consiguiente era difícil que se saliesen. No me quedaba más remedio que acogerme a la duda y no descartar la posibilidad de que la Ertzaintza hubiese fotocopiado aquella documentación”.

Años después, Amedo salió de su incertidumbre cuando el propio responsable de la Ertzaintza, Genaro García de Andoain, le reconoció en una reunión en el hotel Ercilla de Bilbao, que sus agentes habían fotocopiado sus papeles y desde 1983 iban tras él. Sin duda alguna, el descubrimiento propició que, desde el primer día, el Gobierno peneuvista de Vitoria conociera quiénes estaban detrás de los GAL cuando comenzaron las acciones de guerra sucia.