Investigación

Corinna impidió que mercenarios le robaran en Mónaco papeles de alto voltaje sobre el Rey y el CNI

La princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein, que durante diez años fue la compañera sentimental de Don Juan Carlos, impidió en 2012 que unos mercenarios internacionales contratados por los servicios secretos españoles le robaran de su domicilio de Montecarlo una serie de documentos que, según ella, perjudicaban al entonces monarca y al Centro Nacional de Inteligencia (CNI).

La aristócrata alemana se quejó del intento de saqueo ante el Rey emérito, de quien creía había partido la orden, y después compartió la información con gente de su máxima confianza. Una de esas fuentes desvela a OKDIARIO los detalles del operativo.

Tras el robo, otra de las personas que conocieron los hechos fue el comisario José Villarejo, que en aquellos años era el jefe de la Unidad de Inteligencia de la Policía. El policía redactó una nota informativa que trasladó a su superior Eugenio Pino, Director Adjunto Operativo (DAO) de Ministerio del Interior. En ella revelaba cómo habían intentado asaltar la vivienda de la que había dejado de ser la pareja del Rey.

El comisario además facilitaba a su superior el nombre de una sociedad a través de la cual se había contratado a los profesionales de la operación encubierta. El caso nunca fue investigado.

Corinna, de 52 años, disfruta de su residencia fiscal en el Principado monegasco desde 2008, donde posee un apartamento y dos oficinas. La aristócrata alemana mantiene unas excelentes relaciones con el Príncipe Alberto de Mónaco y su esposa Charlène. Una de sus sociedades, Apollonia Holding, constituida en el pequeño Estado, fue utilizada por la ex pareja del Rey como plataforma para sus negocios en España.

La operación de acoso y robo a Corinna, según ha confesado la propia princesa germana a su círculo de amistades, fue diseñada por colaboradores externos del servicio de información español. Según Corinna, el CNI contrató a unos mercenarios, ex miembros de la Legión Extranjera francesa, que fracasaron en su cometido. La princesa germana reaccionó a tiempo y movilizó a sus contactos en Mónaco para impedir el robo.

El propio Villarejo en la querella presentada el pasado 31 de mayo pasado en la Audiencia Nacional contra el general Félix Sanz Roldán, secretario de Estado del Centro Nacional de Inteligencia desde julio de 2009, y contra el periodista de El País, Javier Ayuso, ex jefe de Comunicación de la Casa del Rey, acusaba al servicio secreto español de la “contratación de mercenarios para robar en Mónaco documentación de C”, refiriéndose a Corinna.

El comisario, jubilado desde hace un año, reconocía en su denuncia haber redactado algunos escritos policiales que implicaban a los espías españoles en turbias operaciones. Según Villarejo, esas investigaciones habían provocado “una implacable persecución del director del CNI” contra él y sus investigaciones policiales.

El CNI niega cualquier relación con el grupo de profesionales, aduciendo que carece de presupuesto para ese tipo de acciones.

En busca de papeles comprometedores

Según la aristócrata, la acción se perpetró poco después de la entrevista que mantuvo en Londres con el director del los servicios secretos en junio de 2012, cuando ya había roto sus relaciones con Don Juan Carlos.

Corinna recibió al responsable del espionaje español en la suite del hotel Connaught de Londres, donde residía mientras finalizaban las obras de su nueva residencia londinense, ubicada a escasos metros de la Embajada española. Según Corinna, invitó a desayunar al director del CNI, por petición del éste y con la anuencia de Don Juan Carlos. Años después, la princesa se arrepiente de haber dado ese paso. Corinna sigue manteniendo que el encuentro fue desagradable y que se sintió presionada y coaccionada.

El 19 de marzo de 2013, Sanz Roldán compareció a puerta cerrada ante la Comisión de Secretos Oficiales del Parlamento y, a las preguntas de los diputados, respondió que había coincidido en Londres con Corinna por casualidad. El general permaneció en silencio sobre otras preguntas relacionadas con la ciudadana alemana y el Rey.

Los mercenarios, supuestamente contratados por el CNI, se presentaron ante el servicio de su residencia monegasca de parte de “alguien que ella conocía”, que les había encargado hacer un barrido electrónico para detectar micrófonos en la línea telefónica u ocultos en otros lugares de la casa. Además, habían recibido instrucciones para retirar una serie de documentos que pertenecían a Don Juan Carlos a fin de trasladarlos a un lugar seguro.

Los soldados de fortuna insistieron en que no abandonarían el domicilio sin desempeñar antes el trabajo encomendado.

Mercenarios con pinta de matones

Los mercenarios que se presentaron ante el servicio de Corinna en el domicilio del Principado, un apartamento de poco más de cien metros, tenían aspecto de matones: “Musculados y con tatuajes en los brazos”, según los trabajadores. Insistieron en que estaban allí con el permiso de la princesa alemana para hacer un chequeo a los teléfonos y para revisar el ordenador por si lo habían hackeado o introducido un virus. Aprovecharon el momento de que la princesa no se encontraba en Mónaco para actuar con mayor impunidad.

En ningún momento dijeron la verdad porque, ya el día anterior, habían entrado de madrugada en la vivienda, como los había registrado una cámara de seguridad mientras se desenvolvían por el interior del apartamento. La secretaria de Corinna, una de sus colaboradoras de mayor confianza, había visto las imágenes y se puso en contacto con la aristócrata para informarle de la situación.

Le dijo: “Señora, están en el dormitorio y por toda la casa”. La princesa le pidió que le pasara el teléfono a quien aparentara ser el jefe de los mercenarios. Éste le manifestó que estaba allí para garantizar su seguridad y la de la persona con la que había mantenido una relación meses atrás. “Es por su protección, señora”, le dijo.

Corinna colgó el teléfono y llamó a Don Juan Carlos. Su Majestad le confirmó que necesitaba la documentación que ella guardaba porque había gente que les podía chantajear. El Rey no pasaba por sus mejores momentos. Había quedado tocado desde el accidente de Botsuana y Corinna, de ser su pareja y confidente, estaba siendo sometida a un estricto aislamiento desde Zarzuela por los colaboradores más estrechos de S.M. Ana Romero en su libro Final de Partida desvela que Don Juan Carlos, a partir de enero de 2013, y más críticamente desde marzo, tras ser sometido a una operación de hernia discal, tuvo que soportar un “confinamiento en régimen de incomunicación”.

La princesa comprendió que aquella operación de los servicios secretos en su domicilio iba más allá de lo normal y resolvió la situación haciendo uso de sus buenas relaciones con la Seguridad del Principado. Finalmente, logró impedir que saliera ni un solo papel de su residencia. Los agentes monegascos llegaron a tiempo cuando los mercenarios pretendían llevarse la documentación en unos cofres negros, que estaban precintados herméticamente. Hoy día, según ha podido saber OKDIARIO de una fuente próxima a la aristócrata germana, la información la conserva a buen recaudo “en un lugar que no conoce ni ella”.

Según confirman las mismas fuentes, Corinna guardaba en su domicilio de Montecarlo documentos personales de Su Majestad de la época en la que estaban unidos sentimentalmente. También papeles que afectaban al CNI.

El Rey, que no se fiaba de nadie de su entorno, le había confiado a Corinna la custodia de una serie de documentos calificados de “alto voltaje”. Algunos de ellos estaban relacionados con operaciones económicas internacionales que afectaban a la política española. Entre las muchas confidencias que Corinna compartió con la periodista Ana Romero destacaban sus trabajos para el Gobierno español y empresas nacionales.