Las víctimas de los atentados deben «salir a la calle pese al miedo», según los psicólogos
«Cuando hay un atentado terrorista una de las primeras reacciones es el miedo. Un miedo intenso que afecta a todos los ámbitos de la vida. Miedo a que se repita otra vez esa catástrofe, reacciones de sobresalto si hay un ruido fuerte o una imagen que puedas recordar lo que se ha vivido. Todo es anormal ante un hecho normal”, señala Dominique Sabbah, psicopedagoga colaboradora de la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT) y la subdirección de ayuda a víctimas del Terrorismo del Ministerio del Interior.
Los atentados terroristas perpetrados en París causaron 130 muertos y 350 heridos. Unos días después, Francia enterró a sus muertos pero no puede olvidar lo sucedido. Homenajes con flores en los lugares donde sucedieron los atentados, misas en memoria de las víctimas y apoyo a sus familias como la celebrada en Notre Dame el sábado pasado o la marcha contra el terrorismo por las calles del París con el apoyo del Gobierno e instituciones. “El apoyo familiar y social es imprescindible para superar el dolor”, apunta Sabbah.
«Los atentados terroristas desean producir una percepción de peligro extremo y una sensación de impotencia por lo imprevisible e irracional del ataque. Es normal que produzcan mucha desmoralización. La meta del terrorista es puramente psicológica, aunque para ello se valga de la matanza. La sorpresa tremenda que van a sufrir estas personas porque no se imaginaban que eso podría suceder. Un accidente de tráfico, por ejemplo, te lo puedes imaginar pero esto no. Por ello, la reacción es muy fuerte”, añade la psicopedagoga.
¿Cómo se supera? «Creo que cada persona tiene unos recursos personales que puede activar en un momento así. Pero no sólo el apoyo familiar y social es suficiente, depende del pasado de esta persona. Por ejemplo, si ha pasado por otros traumas o si es una persona que está acostumbrada a superar situaciones difíciles”, comenta.
«El problema viene cuando estas reacciones se mantienen en el tiempo más de lo previsible. Las consecuencias tienen que ir disminuyendo pero si sobrepasan los dos meses hay que buscar ayuda para no dejar secuelas a largo plazo porque pueden ser muy invalidantes”, explica la profesional.
¿Qué terapias se necesitan? «Dependerá de cada uno. Los primeros días se hace un acompañamiento a esa persona. Hay que sacarla de la zona de peligro, escucharla, conectarla con sus seres queridos, informarla de lo que está sucediendo. No hay que hacer terapias sino acompañarla en lo que está ocurriendo. Las víctimas en estos primeros momentos suelen estar desconectadas de la realidad, arrolladas por los acontecimientos”.
«La palabra adaptación es clave y no la que se emplea siempre: aceptación, «hay que aceptar lo que te ha ocurrido, tienes que aceptar que te han amputado una pierna o que se ha muerto tu marido!» Pues no, eso no se puede aceptar lo que hacemos es adaptarnos a una situación nueva, sin mi pierna o mi marido, pasando por un duelo terrible, elaborándolo y finalmente recuperando una vida normal aunque probablemente muy distinta a la anterior, no la vida que teníamos proyectada, pero aun así una vida plena y adaptada», señala.
«Igual que los supervivientes se enfadan por ser calificados de ser supervivientes, quieren ser vivientes porque viven, trabajan, aman, cuidan…. las víctimas deben dejar de ser víctimas, esa es la meta de nuestro trabajo», destaca la psicopedagoga.
También los periodistas, camareros, testigos y trabajadores de emergencias son, en alguna medida, víctimas de segundo orden. Aunque no sufrieron el atentado, el no saber qué estaba sucediendo, sí que vieron y sintieron en su propia piel todo lo que sucedía a su alrededor. “El trauma viene por las sensaciones: olores, ruidos e imágenes que no siempre pueden ser expresadas. Son vivencias muy difíciles de borrar de la cabeza pero con el tiempo se logra y si no, nos están haciendo daño. Lo que protege a los profesionales es tener un mínimo de formación para saber qué es lo que vamos a ver allí, pero también no todo el mundo puede estar en primera fila. Es imposible estar ahí todo el tiempo», comenta Sabbah.
«Las personas de servicios de emergencia están preparadas para estar ahí y normalmente hacen solo turnos de tres horas, por ejemplo, para que no se les haga tan duro y eviten verse tan afectados. A los periodistas les deberían de explicar un mínimo para prepararles ante esos acontecimientos”, explica.
Para la psicóloga es importante que se puedan hablar de estos hechos, que la víctima se apoye en sus seres queridos, amigos y que no esté sola. Asegura que los traumas o secuelas que hayan podido quedar se curan con el tiempo y si persisten es mejor acudir a un profesional para que les ayude a aceptar su nueva vida a que vuelvan a tener ilusión por hacer nuevos planes. «Hay que volver a salir a la calle aunque uno tenga miedo».