Muere Samuel Willenberg, el mítico último superviviente del campo de exterminio de Treblinka
Logró escapar de Treblinka en 1943, con 20 años. Y ha logrado sobrevivir al horror vivido en el campo de exterminio de Treblinka 73 años más. Samuel Willenberg, el último superviviente de aquel infierno en territorio polaco, ha muerto este viernes a los 93 años de edad. En aquel centro de reclusión fueron asesinados 875.000 personas de los más de 6 millones de judíos masacrados en el Holocausto.
Willenberg nació en Cestokova, en el sur de Polonia, en 1923. Su padre, Perec, dirigía una escuela judía y su madre, Maniefa, era una cristaina convertida al judaísmo tras el matrimonio. En 1941, dos años después de la invasión nazi de Polonia, sus padres utilizaron documentos falsos para huir en su ciudad natal. Tras el cerco al gueto de Opatow, él y sus dos hermanas fueron enviados a Treblinka.
Su historia fue la de un superviviente desde la misma llegada al campo. Allí, gracias al consejo de otro judío recluso, se hizo pasar por albañil. Los trabajadores de la construcción eran los únicos que se salvaban de la cámara de gas.
‘¡Arde el infierno!’
En 1943, tras dos años en Treblinka, participó en la revuelta de los presos que incendiaron el campo y que acabó con la huida de algunos de los reclusos. Pese a recibir un disparo en una pierna, Willenberg fue uno de ellos. «Nuestro objetivo era destruir la fábrica de la muerte», recordó Willenberg en su autobiografía de 1986, Rebelión en Treblinka. «El motín duró entre 20 y 30 minutos. Queríamos acabar con el campo. Una vez en el bosque grité de felicidad: ‘¡Arde el infierno!’».
Cientos huyeron, pero la mayoría fueron asesinados por las tropas nazis en los campos de minas que rodean o capturados por los habitantes del pueblo polaco.
Tras su fuga de Treblinka, Willenberg regresó a Varsovia, y logró reunirse con su padre. Allí se unió a la resistencia clandestina, utilizando el apellido de soltera de su madre, Popow. En 1944, participó en el levantamiento de Varsovia contra los nazis.
Después de la guerra, Willenberg colaboró con una organización judía en Polonia para localizar a los niños judíos que habían sido salvados de los nazis. En 1950, hizo la ‘aliá’, es decir, emigró a Israel con su esposa y su madre, donde trabajó como funcionario. Tras su jubilación tuvo éxito como escultor y realizó varias exposiciones internacionales de su obra, centrada en el Holoacusto y sus propias experiencias en Treblinka.
Willenberg ha asistido a varias ceremonias de conmemoración del Holocausto en Treblinka, la última en agosto de 2015 para la conmemoración del levantamiento en Treblinka. Allí dio la vuelta a su consigna: «Hemos ardido en el infierno.
Su hija, Orit Willenberg-Giladi, fue designada en 2013 como diseñadora de un centro de educación sobre el Holocausto, situado en donde estuvo el campo de exterminio nazi.
Willenberg deja esposa, Ada, una hija y tres nietos. Será enterrado este lunes en el cementerio en Moshav Udim, cerca de Netanya (Israel).
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