Internacional

Más de 150 mercenarios proturcos muertos en Libia

La guerra en Libia sigue su curso. Según ha informado el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (SOHR, por sus siglas en inglés), hasta 151 combatientes desplegados en el país norteafricano por Ankara han muerto en los combates contra las tropas del Ejército Nacional Libio (LNA).

Poco están importando los continuos llamamientos de la ONU y la comunidad internacional a silenciar las armas en plena crisis del coronavirus: los dos bandos -el LNA de Jalifa Haftar y el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) de Fayez Sarraj apoyado por Turquía- siguen peleando.

En total, se estima que la cifra de estos milicianos enviados por el presidente Recep Tayyip Erdogan a ese territorio asciende a unos 6.000. Muchos de ellos proceden del conflicto sirio, donde ya combatían afiliados a grupos armados cercanos a la órbita del terrorismo yihadista. Además, Turquía lleva meses desplegando soldados profesionales de sus propias Fuerzas Armadas.

Las últimas bajas entre las filas de milicianos proturcos han tenido lugar en las divisiones Al-Muta’sim y Sultán Murad y en las brigadas Suqur al-Shamal, Al-Hamzat y Suleiman Shah.

Los combates se suceden en los alrededores de Trípoli, la capital, aún controlada por el GNA de Sarraj, y de Misrata, una de las principales ciudades portuarias del país. En Trípoli, la línea de frente se sitúa en la localidad de Salah al-Din, algo al sur de la ciudad, y en Al-Ramlah, otro pueblo emplazado cerca del aeropuerto.

A pesar de que los portavoces del LNA anunciaron hace pocas semanas que sus unidades se encontraban a poco más de dos kilómetros de la sede del poder, parecen haber encontrado más resistencia de la prevista inicialmente.

Libia se encuentra en una situación de conflicto interno ingobernable prácticamente desde la caída de Gadafi en 2011. Este mes de abril, va a cumplirse un año desde que las tensiones se recrudecieron. En abril de 2019, Haftar y los militares rebeldes emprendieron una campaña militar para conquistar todo el territorio del país. Hasta el momento, han podido asentar su sede del poder en Tobruk, al este del país. Controla ya gran parte del territorio -incluidos sus ingentes recursos gasísticos- y cuenta con el apoyo militar, entre otros, de Rusia y Egipto.

Frente a ellos, el GNA, que es la Administración reconocida como legítima por Naciones Unidas, resiste en buena medida gracias al apoyo militar desplegado en los últimos meses por Qatar y, sobre todo, Turquía. Como ha hecho en Siria, Erdogan busca expandir su influencia en la esfera del Mediterráneo oriental para quedarse con los recursos de la zona y propagar su ideario político islamista.

De hecho, una de las razones por las que está apoyando a Trípoli es porque el Gobierno de Sarraj tiene en su seno a los Hermanos Musulmanes. Este movimiento, calificado como grupo terrorista en muchos países, ha contado con el beneplácito y la ayuda de Turquía para desplegar sus actividades.

En efecto, la rama en Libia de la Hermandad ha estado en contacto permanente con el entorno de Erdogan; tanto es así que ha depositado importantes sumas de dinero -de hasta miles de millones de dólares- en bancos turcos cercanos al presidente.