Internacional

Leopoldo López: «Me entregué porque no era una opción irme ni jugar a la clandestinidad como quería el Gobierno»

‘Preso pero libre’ es el trabajo íntimo y clandestino del preso político venezolano Leopoldo López. Fue alcalde del municipio de Chacao, en Caracas, entre 2000 y 2008. Fundador del partido Voluntad Popular, que nació del movimiento social Redes Populares, formado en 2004. Quiso presentarse como candidato a la alcaldía metropolitana de Caracas pero fue inhabilitado por el Gobierno, una sanción que la Corte Interamericana de Derechos Humanos declaró injusta e inconstitucional. Tras las manifestaciones estudiantiles de febrero de 2014 se le acusó, sin pruebas ni testigos, de «instigación pública, daños a la propiedad, incendio y asociación para delinquir», así como de ser el responsable intelectual de la violencia desatada en Caracas, que se saldó con varios jóvenes asesinados. El 18 de ese mes, Leopoldo López se entrega a las autoridades venezolanas y es recluido en prisión preventiva. En octubre de 2014, Naciones Unidas exigió su liberación al considerar que su detención había sido «arbitraria». Un año y medio más tarde, en septiembre de 2015, los tribunales del régimen de Maduro le condenan, en un juicio sin garantías, a trece años, nueve meses, siete días y doce horas de cárcel. En la actualidad, permanece encarcelado en la prisión militar de Ramo Verde.

En estos dos años de prisión, López escribe para mantener la paz y no perder la cordura. Le pillan y le requisan las libretas pero vuelve a encontrar las fuerzas para escribir sin ser visto y gracias a sus abogados y a personas cercanas poder publicar sus notas y pensamientos desde la cárcel. «La idea era y sigue siendo dejar un registro de mi experiencia en esta prisión. Sin limitarme al simple ocurrir de los días, quiero escribir sobre los recorridos imaginarios que he hecho por toda Venezuela, de las ideas y propuestas que pienso podrían aplicarse a los distintos sectores de la vida nacional para recuperar nuestro país y a nuestra gente. Quiero escribir desde mi presente en la cárcel, tomar prestado lo que he vivido, y proyectar mis notas hacia la consecución de un futuro mejor para el pueblo venezolano, lo que, sin duda, es mi más grande aspiración y fuente de optimismo”, explica López en un fragmento.

«El robo de mis notas fue parte de la estrategia para robarme también la esperanza y la fe. Fue cuando, luego de asomarme por la ventana prestada de la muy posible libertad de varios compañeros presos, finalmente decidí sentarme de nuevo a escribir”, cuenta López en su libro. El opositor describe todo tipo de vejaciones y castigos para intentar minarle, pero valiente como él solo decide seguir con su lucha y por ello cuenta también en el libro los castigos a los que era sometido: «A las siete de la tarde nos permiten ir donde están los teléfonos públicos y hacer la llamada diaria. Claro, la llamada es a tres orejas ya que la DGCIM graba y revisa todo. De hecho, Enzo (Scarano) no creía que esto era así, pero un día llegaron a mi celda con una sanción de quince días de aislamiento total por haber realizado una llamada de contenido político. De hecho, fue una llamada con Luis Florido en donde hablamos algunas cosas relacionadas con la organización del partido, nada oscuro. Por esta llamada me aislaron quince días”, señala.

El expresidente Felipe González aceptó llevar la defensa de López y sus compañeros Ceballos y Ledezma. Quizá porque siempre creyó en los demócratas como apunta su familia se convirtió en un apoyo incondicional en su lucha en el exterior. González relata en el prólogo del libro que su relación con López es “paradójica”. «Lo vi por primera vez bastante tiempo antes de los dramáticos acontecimientos con los que arranca este libro, pero empecé a conocer, más su personalidad que su persona, cuando decidí asumir el apoyo externo tanto de su defensa como de la de Antonio Ledezma. Más allá de la anécdota interesante de que me llegaron dos cartas manuscritas desde la prisión de Ramo Verde que hasta hoy he dudado en hacer públicas con la correspondiente respuesta, este conocimiento de su personalidad se explica a través de la relación con su esposa, Lilian; con su madre, Antonieta; con su abogado, Juan Carlos Gutiérrez, y con otras personas próximas”, recalca.

«Cuando se me vino encima toda la propaganda falsaria del régimen, con la ayuda de los que (Diosdado) Cabello llama «patriotas españoles que nos informan», más allá de descalificaciones e insultos, me reprochaban que defendiera a derechistas, incluso a terroristas. Desde el primer día afirmé mi determinación de defender valores democráticos y a personas perseguidas políticamente por sus ideas, sin entrar en consideraciones ideológicas o de otra naturaleza. Hoy les puedo decir, sin que varíe mi determinación de defender la libertad y el derecho de los que no piensan como yo, que conocer a Leopoldo, a Ceballos o a Ledezma me da la libertad de afirmar que coincido mucho más con ellos en las ideas que con estos falsos revolucionarios que con lenguaje izquierdista destruyen a su país después de saquearlo”, escribe Felipe González en el prólogo.