La Inteligencia de EEUU cuestiona el estado mental de Putin: «Ya no escucha ni a los oligarcas»

Matar Putin
El presidente de Rusia, Vladimir Putin.
Rafael Gallego

El hecho de que el presidente de Rusia, Vladímir Putin, se haya lanzado a la invasión de Ucrania a pesar de que todos los indicadores señalaban que tenía mucho más que perder que ganar incluso aunque cosechase un éxito militar rápido en su agresión -cosa que tampoco está logrando- ha sido el último y más serio indicador que analistas de la Inteligencia de EEUU toman para manifestar sus dudas acerca del estado mental del sátrapa. «Es obvio que algo está mal con Putin», sostiene el senador Marco Rubio, la más alta autoridad del Partido Republicano en la Comisión de Inteligencia de la Cámara Baja estadounidense.

Altos legisladores de EEUU muestran sus recelos sobre el estado mental en el que pueda encontrarse actualmente Putin. «Ha estado completamente aislado en los últimos tiempos, en parte debido al Covid. Básicamente, se ha desentendido de la mayoría de sus consejeros, actúa por sí mismo, se ha aislado incluso geográficamente», señala una fuente cercana a la Inteligencia norteamericana, «ya sólo habla con sicofantes que alimentan su resentimiento».

«Algo no anda bien con Putin, no podemos asumir que ahora reaccionará a cómo lo habría hecho hace cinco años», señala el senador de EEUU Marco Rubio

Esta fuente apunta con preocupación, citada por la CNN, que, de un tiempo a esta parte, ya ni siquiera «escucha a los oligarcas», quienes tradicionalmente habían ejercido una influencia decisiva sobre sus decisiones.

El representante del Partido Republicano de EEUU en el Comité de Inteligencia del Senado, Marco Rubio, aporta su propia reflexión al respecto: «Es bastante obvio que algo no anda bien en relación a Putin. Siempre ha sido un asesino, pero su problema ahora es diferente. Sería un error asumir que Putin reaccionaría ahora de la misma forma a la que lo habría hecho hace cinco años», apunta.

Largas temporadas aislado en Sochi

Vladímir Putin ha pasado largas temporadas en los últimos tiempos en su residencia en Sochi, una ciudad balneario al sur del país con salida al Mar Negro cuya importancia se ha disparado en la última década. Allí se organizaron los Juegos Olímpicos de invierno en 2014 y ha venido acogiendo un Gran Premio de Fórmula 1 desde ese mismo año, suspendido ahora ante las medidas que el mundo del deporte también está tomando contra Rusia.

Putin ha dirigido el país indistintamente desde el Kremlin o desde Sochi, en numerosas ocasiones. Se construyó un despacho idéntico al de su residencia en Moscú, Novo Ogaryovo, con la intención de creer en sus comunicados que se encontraba en la capital cuando, en realidad, filtraciones señalaban que se encontraba en su oficina gemela en la ciudad balneario: aislado del mundo en plena pandemia. Desde allí incluso ha recibido a líderes internacionales como al sátrapa turco Recep Tayyip Erdogan en plena etapa de reconducir unas relaciones que alcanzaron una honda crisis durante la guerra de Siria, en la que Rusia y Turquía defendían a las facciones enfrentadas: Moscú al gobierno de Al Assad y Ankara a la insurgencia.

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