Brexit

La implicación árabe en el Brexit

La implicación árabe en el Brexit
Boris Johnson

Reino Unido camina con decisión hacia una salida abrupta de la Unión Europea (UE) el próximo 31 de octubre y se hacen cábalas de cómo puede afectar esto en diversos ámbitos. La región árabe no es una excepción y las afectaciones políticas y económicas pueden ser destacables una vez se complete el proceso de marcha.

No se prevé acuerdo previo entre el Gobierno británico y los dirigentes comunitarios de cara al Brexit, a pesar del último plan presentado por el ‘premier’ Boris Johnson, llamado “Dos fronteras para cuatro años”, que abordaba la cuestión irlandesa y preveía básicamente la instauración de dos pasos fronterizos (marítimo y terrestre) entre la República de Irlanda (país independiente adscrito a la UE) y Reino Unido, incluido su territorio de Irlanda del Norte, sacando a todo el conjunto británico de la unión aduanera, y manteniendo a la nación norirlandesa alineada con el Mercado Único (aunque solamente en lo referente a agricultura, alimentación y productos manufacturados); al menos hasta 2025, tras el primer periodo de cuatro años, cuando se volvería a revisar la situación existente y cuando la Asamblea de Belfast decidiría si mantenerse sometida a la regulación europea o asumir la normativa británica.

La propuesta de Johnson no ha seducido a las partes implicadas, ni a las altas esferas europeas, ni a los dirigentes de la República de Irlanda y, por lo tanto, el futuro inmediato indica una salida sin acuerdo de Reino Unido de la UE sin solución de continuidad.

Esto abriría un panorama incierto para los intereses de ambas partes, tanto británicos como europeos, en su relación mutua, tanto política como económica y, para ello, ambas Administraciones ya han previsto planes de contingencia para atajar los primeros escollos que su pondría la salida británica. Tanto, por un lado, aprovisionamiento de fondos en Reino Unido para hacer frente a la compra de determinados productos europeos que conllevarían aranceles (incluidas medicinas, por ejemplo), como, por otro lado, medidas circunstanciales para asegurar el estatus social o laboral de ciudadanos europeos en territorio británico.

Pero el tablero sobre el que se juega la partida del Brexit no solamente está delimitado por Europa y Reino Unido. El proceso británico de salida de las instituciones europeas puede tener una influencia global debido a las inversiones hechas en el mercado británico, y aquí está incluida obviamente la comunidad árabe, la cual tiene grandes intereses políticos y económicos en Gran Bretaña. La región árabe se verá afectada sobremanera, tanto en el área económica como en la política.

El campo de la política tiene su gran relevancia. Cabe reseñar que Reino Unido puede tener incluso algo más de margen para operar ‘individualmente’ en los procesos diplomáticos que tienen que ver con los países árabes. Algo más de margen porque se puede decir que la Administración británica siempre ha desarrollado una estrategia política sensiblemente independiente respecto al ‘corsé’ europeo. Así, Gran Bretaña siempre ha tendido a construir puentes bilaterales para abordar los asuntos de la región árabe, mientras la UE ha optado más por la vía de contacto con órganos supranacionales, como, por ejemplo, la Liga Árabe. Algo que tiene su cierta lógica porque los órganos institucionales europeos juegan un papel de representación de los 27 países integrantes y buscan un interlocutor parecido en muchas ocasiones, reflejado en instituciones que engloban mayoritariamente al común de las naciones árabes.

En lo que respecta a la materia de política de Defensa, sí se espera que Londres, a pesar del Brexit, mantenga su postura de reforzar posiciones en este ámbito con varios países árabes, así como su vínculo con Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Más aún cuando se vive en Oriente Medio una situación de inestabilidad e inseguridad propiciada por el conflicto que vive parte de la comunidad internacional con la República Islámica de Irán, a la que se responsabiliza de operaciones contra petroleros y buques cargueros en aguas del golfo Pérsico y de ataques contra intereses de Arabia Saudí.

De hecho, Reino Unido no dudo en adherirse a la última alianza naval que propuso EEUU para garantizar la seguridad de la navegación marítima mediante el envío de fragatas con la misión de proteger buques en zonas conflictivas como la del estrecho de Ormuz; una coalición que también fue apoyada por otros países como el reino de Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos.

De momento, en el corto plazo, ante una indefinición de las consecuencias exactas que puede acarrear el Brexit, sí parece que Reino Unido puede optar por iniciativas a corto plazo para atajar cuestiones reales inmediatas, como la de los refugiados que provienen de zonas en guerra, como Libia o Yemen, o la lucha antiterrorista, para hacer frente al repunte de la acción de grupos yihadistas como Daesh o Al Qaeda. Asuntos todos ellos que van a seguir requiriendo una respuesta rápida, a pesar de que se lleve a cabo un proceso como el Brexit. En este sentido, se espera que Reino Unido siga manteniendo una postura de cooperación internacional muy parecida a la adoptada hasta ahora, mientras ha estado formando parte activa de la UE.
Aunque el peligro que existe es que el Ejecutivo británico, al no estar obligado ahora por políticas comunes europeas, pueda desentenderse de problemáticas que están más fuera de su área de interés, como es la de la situación que viven las personas afectadas por conflictos o problemas sociales en el norte de África o la orilla del Mediterráneo. Algo que puede llegar a suponer un gran inconveniente en relación con la problemática de la inmigración ilegal.

En esta línea, se puede esperar también que Reino Unido recule respecto a su implicación en cuestiones varias como la Palestina o como la de las crisis yemení o siria. Podría haber una reducción del papel británico en estas cuestiones al no tener vinculaciones con la política comunitaria europea. Sobre todo, en referencia a la temática palestina, donde la UE sí ha tenido un papel más activo, siendo el principal socio comercial y donante de la Autoridad Nacional Palestina.

Si Reino Unido deja de ser miembro de la UE ya no se verá ‘obligado’ a este tipo de políticas, que pueden contravenir a otros socios potenciales como Israel o, incluso, EEUU.

Y otra connotación más simplista, pero que alberga una lógica aplastante. La propia inestabilidad de la estructura comunitaria, acrecentada por la marcha británica, puede provocar que los dirigentes europeos centren más sus esfuerzos en asegurar el futuro de la UE, dejando un poco de lado otras cuestiones como los asuntos relacionados con Oriente Medio. En pocas palabras, lo prioritario sería principalmente centrar los esfuerzos en que la UE no salte por los aires.

Cariz económico, ventajas y desventajas

La salida sin acuerdo previo de Reino Unido de la Unión Europea tendrá consecuencias, que pueden ser positivas o negativas, según el punto de vista desde el que se analice.

En principio, parece claro que una marcha británica de la UE supondrá problemas para el comercio al entrar en liza los aranceles fronterizos para el intercambio de productos de un mercado a otro. Productos europeos tendrán que hacer frente a imposiciones arancelarias para incursionar en el mercado británico y viceversa.

En este aspecto, todo dependerá de la buena predisposición para los acuerdos posteriores a los que pueda llegar el Ejecutivo británico y los dirigentes europeos de cara a establecer la relación económica entre ambas partes. De hecho, desde el Gobierno conservador de Boris Johnson se espera poder negociar buenos acuerdos con los mandatarios europeos mediante las negociaciones futuras pertinentes.

Aquí es donde radicaba uno de los principales inconvenientes en todo lo referente al Brexit, en relación, principalmente, con la situación de las dos irlandas. La ‘salvaguarda irlandesa’ fue uno de los principales motivos por los que el Parlamento británico votó negativamente en hasta tres ocasiones en pacto de salida que había alcanzado la anterior primera ministra británica Theresa May con las altas instancias europeas.

El sector conservador del espectro político británico desestimó la idea de que se limitase la libre circulación de bienes y personas entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte, con un paso fronterizo incómodo que pondría en peligro la situación de estabilidad alcanzada en la frontera irlandesa tras los acuerdos de paz que acabaron aparentemente con las divisiones sociales e, incluso, con los actos terroristas en el Ulster. Entendiendo la situación también como una pérdida de soberanía británica al depender de un futuro acuerdo con la Unión Europea para establecer las condiciones comerciales y transaccionales entre las dos irlandas.

Por otro lado, al estar ‘liberado’ de las normativas comunitarias, Reino Unido podrá negociar libremente otros acuerdos económicos por separado con otros actores internacionales, incluidos, claro está, los países árabes.
Precisamente, los inversores árabes juegan un papel importante en relación con el mundo financiero británico. En un principio, se puede pensar que puede haber una menor afectación de la salida de Reino Unido de la UE respecto a los intereses árabes porque la mayor parte de la inversión recibida por Londres se realiza en dólares, lo que sortearía la circunstancia de un debilitamiento de la libra, y porque la Administración británica ha jugado durante este tiempo con los créditos a la internacionalización para otorgar cierto apoyo.

Por su parte, los exportadores británicos también se podrán beneficiar de la existencia de una libra más débil, lo que permitiría que sus productos y servicios sean más competitivos en otros mercados, ante otros provenientes de países con monedas más apreciadas.

El camino inexorable hacia el Brexit también ha obligado a poner bastante atención a inversores y hombres de negocios internacionales, especialmente los de Oriente Medio, que lideran, junto a los norteamericanos, la inversión en renta variable y en el sector inmobiliario y hotelero británico.

En el corto plazo, la marcha abrupta de Reino Unido de la UE puede afectar negativamente a estas inversiones, protagonizadas, sobre todo, por fondos soberanos de inversión, que harán frente a partir del 31 de octubre a un panorama incierto, que puede suscitar actuaciones de transferencia o venta de propiedades y activos para centrar los focos en otros mercados más seguros y estables que no afronten una situación indefinida, como la que pueden atravesar los precios de propiedades inmobiliarias, por ejemplo, cuando se produzca la salida británica de instituciones comunitarias.

Durante la última crisis financiera global, los fondos soberanos de Oriente Medio se fueron convirtiendo en uno de los principales surtidores de capital en el sector inmobiliario mundial, y británico en particular. Cerca de un 75% de las inversiones inmobiliarias comerciales árabes se realizaron fuera de la región en los últimos años, con un gran porcentaje de estas, hasta un 80%, efectuadas en Europa, continente que siempre ha ofrecido una gran garantía fiscal y jurídica y un alto beneficio y liquidez.

Reino Unido ha sido hasta el momento el principal receptor esta inversión extranjera directa procedente de Oriente Medio, sobre todo en el sector inmobiliario y hotelero. Se estima que cerca de un 40% de esta inversión en Europa ha estado destinada a Gran Bretaña en los últimos años; siendo Arabia Saudí el principal protagonista de este movimiento financiero, seguido de Qatar. Este capital llegado al mercado británico es, principalmente, institucional o estatal, efectuado a través de los fondos soberanos de inversión. Según los datos más recientes, la inversión global árabe en Reino Unido se calcula entre los 200.000 y 250.000 millones de dólares, siendo el 23% el dedicado al sector de los inmuebles.

Los inversores del Golfo siempre se han sentido atraídos por Londres, por su posición como centro financiero de referencia (la City londinense), gracias a su solidez económica y su estatus como gran polo financiero y económico representado por un sistema político y jurídico estable, que hasta ahora ha garantizado el buen término de las inversiones. Aunque el Brexit puede abrir ahora otro escenario, al salir Reino Unido del marco político y jurídico comunitario; escenario que dependerá de cómo el Gobierno británico lidie con los futuros pactos económicos bilaterales o acuerdos de inversión una vez se vaya aclarando el marco político y económico británico en la era ‘post-Brexit’.

En este sentido, desde Londres se puede llegar a temer que los inversores de los países árabes reduzcan su tasa de inversión en un 20 ó 30% y busquen otros mercados más estables alternativos al londinense para sus fondos porque el Brexit puede impactar en la disminución del valor de los activos y la depreciación de la libra. Otros países como Francia o España pueden estar atentos a este movimiento para acoger a esos fondos que puedan huir.

Ante la cercana situación del Brexit, Gran Bretaña muestra su preocupación a la hora de renegociar sus relaciones económicas y comerciales con varios países del entorno africano y árabe, como Marruecos, Argelia y Túnez, y trata de evaluar el beneficio económico que se puede lograr con cada uno de ellos por separado sin conformar acuerdos colectivos, como sí hace la Unión Europea.

Un ejemplo de esto es Túnez, el segundo mayor exportador mundial de aceite de oliva ha tratado de mejorar el acceso a los mercados europeos, pero la presión de Grecia, España e Italia, los principales productores de aceite de oliva, ha obstaculizado el acceso tunecino a los mercados comunitarios. En esta tesitura, Gran Bretaña podría establecer una importante asociación con Túnez, cuando salga de las limitaciones impuestas por la política común.

Otra muestra destacable es Egipto, país muy vinculado a Reino Unido, que es el mayor inversor no árabe en la nación egipcia, con una inversión total de 5.600 millones de dólares a través de 1.450 compañías y proyectos, cifra que alcanza los 40.000 millones si se aplica la integración de inversiones en los sectores del petróleo y el gas.

Gran Bretaña es el tercer socio comercial más grande de Egipto, después de China e Italia, y, por otro lado, Egipto es el sexto mayor exportador al mercado británico de la región.

En este apartado, hay muchos indicadores de que El Cairo y Londres buscarán denodadamente superar las adversidades del Brexit por los intereses mutuos creados. Así, la Administración británica ya confirmó su compromiso de seguir siendo un gran socio económico de Egipto cuando se produzca la salida de las instituciones comunitarias.

Por aportar otra pincelada económica de interés respecto al Brexit y la comunidad árabe. Se podría hablar también de un sector tan importante como el turismo.

A priori, un contratiempo inicial y claro es la esperada depreciación de la libra que acompañaría al Brexit, algo que restaría poder adquisitivo a aquellos turistas británicos que quieran viajar a otros países, lo que puede retraer la salida de estos ciudadanos a otros destinos, incluidos los árabes.
Y otro muy reseñable y de afectación ya real y palpable es el de la caída de la operadora turística británica Thomas Cook, cuya bancarrota ha bloqueado a unos 600.000 turistas en todo el mundo, incluidos 10.000 en un país representativo del norte de África como es Túnez.

Establecimientos tunecinos, sobre todo en las ciudades costeras de Hammamet y Djerba, acumulan una lista de deudas millonarias, según el Ministerio de Turismo tunecino. La situación ha creado tensiones entre los turistas y los hoteles, que les han reclamado las facturas impagadas por parte de la compañía.

También en Egipto, la Asociación de Viajes informó que se habían cancelado en torno a 25.000 reservas hechas a través de Thomas Cook hasta el mes de abril de 2020.

La bancarrota de Thomas Cook, segundo operador del mundo y el más antiguo, vino determinada por la incapacidad de la operadora de asegurar los 227 millones de euros necesarios como fondos extra para asegurar su supervivencia dentro de un plan global exigido que comprendía hasta 1.200 millones, según lo acordado por la propia empresa, sus accionistas y los principales acreedores. Una compañía que llevaba ya tiempo enfrentándose a la dura competencia con rivales del sector y a un entorno económico plagado de incertidumbres y afectado por la sombra del Brexit y la pérdida de valor de la libra.

Lo último en Internacional

Últimas noticias