Internacional

El Ejercito da un paso decisivo en el “diálogo” con el movimiento popular en Argelia

Los generales Athmane Tartag alias Bachir, y Mohamed Medien alias Tufik, han sido detenidos por los servicios de seguridad para ser interrogados por su implicación en diferentes actividades acaecidas durante los dos meses posteriores al desencadenamiento de las movilizaciones populares que han llevado a la caída del régimen autocrático de Abdelaziz Buteflika.

El periódico oficial ‘El Moudjahid’ ha confirmado en su edición de este domingo, que los generales Athmane Tartag alias Bachir, y Mohamed Medien alias Tufik, han sido detenidos por los servicios de seguridad para ser interrogados por su implicación en diferentes actividades acaecidas durante los dos meses posteriores al desencadenamiento de las movilizaciones populares que han llevado a la caída del régimen autocrático de Abdelaziz Buteflika. En el mismo marco de indagaciones llevadas a cabo por los servicios de investigación del Centro Principal de Operaciones con sede en los acuartelamientos de Ben Aknun, ha sido igualmente detenido Said Buteflika, hermano del presidente derrocado y consejero personal en la Presidencia de la república.

El general Tartag fue nombrado por Abdelaziz Buteflika para dirigir la Coordinadora de Servicios de Seguridad en la Presidencia, tras la destitución del general Mohamed Medien que comandaba los servicios de inteligencia argelinos (DRS, Departamento de información y seguridad) y la disolución del mismo. Ambos generales hicieron lo más importante de su carrera en los servicios de inteligencia militares en la década de los 90, cuando tras el  pronunciamiento militar en contra del proceso electoral que auguraba una victoria aplastante del Frente Islámico de Salvación se desencadenó un cruento enfrentamiento armado entre las milicias islámicas y el Ejército argelino y sus diferentes cuerpos armados, que culminó con el cese de hostilidades en 1998 con un resultado de más de 150 mil muertos entre la  población civil.

La detención de estas tres piezas claves en el entramado del sistema de poder instaurado por Buteflika durante los veinte últimos años, ha sido efectuada por unidades operativas de la Dirección General de la Seguridad Interior (DGSI), dependiente del Estado Mayor de la Defensa y que dirige desde hace dos semanas el coronel El Ouannes nombrado por el general Gaid Salah, el hombre fuerte en estos momentos en el panorama político argelino. El coronel El Ouannes es considerado como un profesional de la milicia, competente y alejado de la lucha de clanes que ha tenido lugar en los últimos años en el seno del estamento militar y de la seguridad.

El periódico en línea Maghreb Emergent, cree saber que el interrogatorio de los dos generales y de Said Buteflika, se centra en torno a una supuesta reunión llevada a cabo a finales de febrero en la que estaban los tres presentes, y cuyo objetivo era destituir al jefe de Estado mayor general Gaid Salah, e instaurar un Comité de transición presidido por el expresidente, Liamin Zerual.

A estos hechos susceptibles de ser considerados como de “alta traición”, se añaden como testimonio y hechos a investigar, las declaraciones del general retirado Jaled Nezzar, ex ministro de la Defensa y figura principal en la lucha contra el terrorismo en los años 90, sobre dos entrevistas realizadas con Said Buteflika a petición de este último, en las que el hermano del Presidente le confesó que barajaba la posibilidad de proclamar el Estado de emergencia y destituir al general Gaid Salah. Este último denunció públicamente en una de sus intervenciones en visita a los principales acuartelamientos del país, al general Moahmed Medien por “compló contra el Ejercito y el movimiento popular”, advirtiéndole de cesar sus actividades subversivas. Gaid Salah señaló indirectamente del mismo modo a Said Buteflika como “jefe de la banda (issaba) extraconstitucionmal” que se había apoderado de los principales resortes del Estado.

Los tres detenidos podrían comparecer este lunes ante el Tribunal militar de Blida. Según los analistas conocedores del funcionamiento castrense en Argelia, su proceso podría prolongarse varios meses. La opinión pública ha acogido con gran satisfacción la noticia de la detención de los tres personajes del antiguo régimen. En las movilizaciones populares – la última de ellas acaecida el viernes 3 de mayo – la exigencia de acabar con el antiguo régimen ha sido unánime. Dirigiéndose al Jefe de estado mayor general Salah, a veces de forma critica y otras en señal de apoyo a sus medidas, los manifestantes le han pedido descabezar el viejo sistema del que estos formaban parte.

Según varias filtraciones a la prensa de Argel, el presidente interino Abdelkader Bensalah se dirigirá a la nación en la noche del domingo para anunciar importantes decisiones. Se cree que una de ellas podría ser su propia dimisión de la Jefatura del estado interino, ya que su Hoja de ruta ha sido rechazada tanto por los manifestantes como por los partidos políticos y personalidades de la oposición.

Entre los nombres que se barajan para suceder a Abdelkader Bensalah como presidente interino con la misión de organizar Elecciones presidenciales en el plazo de un año, está la del ex ministro de Exteriores Ahmed Taleb el Ibrahimi, una personalidad respetada y de consenso. Según la prensa independiente, Ahmed Taleb procedería a instalar un nuevo gobierno tecnócrata encargado de los asuntos corrientes y de dirigir la gestión de la economía, hasta la formación del futuro gobierno salido de Elecciones libres y democráticas.

La conducción de la crisis por parte del estamento militar dirigido por el general Gaid Salah obedece a su concepción constitucionalista. El Jefe de Estado mayor teme el vacío de poder que supondría la supresión de la actual Constitución y el proceso que seguiría hasta adoptar una nueva Carta Magna. Sin embargo y pese a ceñirse al espíritu y la letra de la Constitución, se ha declarado “abierto al diálogo” con el movimiento popular, y a explorar “otras posibilidades” fuera del actual marco jurídico. El descabezamiento de la camarilla político-militar-empresarial que dirigió el país durante dos decenios, es un paso decisivo en esta perspectiva.