¿Cómo se hace?
Esponjas

Cómo usar la esponja de luffa

La esponja de Luffa es de esos accesorios de baño que debemos tener siempre en casa. Sobre todo porque a diferencia de los estropajos sintéticos que tienen las mismas funciones, utilizando esta solución no estamos creando desechos microplásticos para el planeta. ¿Sabes cómo usar la esponja de luffa?

Y dado que esta esponja no contamina el medio ambiente, queremos enseñarte algunas de las formas que tienes de usarla a diario para mantener limpia tu piel eliminando las células muertas que suelen acumularse sobre la capa superficial del organismo.

Cómo usar la esponja de luffa

Es de origen totalmente natural. Se obtiene de la familia de plantas cucurbitáceas y, por curioso que sea, es familiar de alimentos clásicos, como la calabaza, el calabacín y el pepino, por citar algunos.

Este fruto tiene unas medidas de 20 a 30 centímetros de longitud, y al ser sometido a un proceso de secado varios meses logra ese tacto áspero que es el que nos permitirá higienizar nuestra piel. Este limpiador sin contraindicaciones se recolecta, se pela y se deja secar durante muchos meses. Cuando está listo, se lo comercializa en las tiendas de cosmética y otros comercios similares.

Entre sus beneficios podemos citar la contaminación cero, como todo lo que es de origen natural, y también que no demanda cuidados especiales, ya que podemos desinfectarla hirviéndola por unos minutos. Y su vida útil es prolongada, de aproximadamente seis meses.

¿Cómo utilizarla?

No hay mucha ciencia en lo que respecta al uso, ya que el procedimiento consiste en mojar la esponja en agua caliente mezclada con jabón, presionando para ablandarla. Luego tienes que enjabonar poco a poco tu cuerpo, apretando para que se forme espuma.

Es recomendable masajear los distintos músculos durante algunos minutos para relajarte, aunque te aconsejamos que la apliques lejos del cuello y el rostro que, por ser zonas sensibles, podrían verse afectadas negativamente al contacto con la rugosidad de la esponja de Luffa. La buena noticia es que hay discos faciales exfoliantes hechos asimismo con esta base, pero menos agresivos para el cutis.

En cualquier caso, al acabar con el tratamiento retira con agua fría los restos de sustancia que han quedado impregnados en el cuerpo para que la baja temperatura cierre los poros. Y recuerda que la esponja necesita secarse, así que no la dejes dentro de la ducha.