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Sorprendente hallazgo: un estudio cuestiona todo lo que sabíamos sobre el T-Rex y sugiere que no es de América

Un análisis reciente basado en modelización biogeográfica y evolución climática puso sobre la mesa una nueva hipótesis sobre el origen del T-Rex. Por lo pronto, parece que este nuevo enfoque contradice narrativas tradicionales sobre su procedencia y parentesco, desafiando lo que se creía sobre estos dinosaurios.

En la investigación participaron instituciones científicas de renombre como el University College London y el Museo Argentino de Ciencias Naturales. Lo que descubrieron, además de aportar interesantes datos sobre el tiranosaurio más conocido, también reconfigura el mapa evolutivo de otros grandes depredadores del Cretácico.

¿Qué dicen los nuevos estudios sobre el T-Rex y por qué sugieren que no proviene de América?

Durante décadas, el origen del T-Rex fue una duda crítica en la paleontología. Tradicionalmente, se vinculó su evolución a América del Norte, en particular a la región de Laramidia, una masa de tierra que ocupaba la zona occidental del continente durante el Cretácico.

Sin embargo, un estudio reciente sugiere que los ancestros más cercanos de esta especie podrían haber llegado desde Asia.

A partir de modelos computacionales que combinan árboles evolutivos, restos fósiles y datos climáticos de hace más de 70 millones de años, un equipo internacional reconstruyó las posibles rutas migratorias de los ancestros del T-Rex.

Según esta hipótesis, estos animales habrían cruzado un puente terrestre que unía Asia con América del Norte, específicamente a través de la zona de Beringia, lo que explicaría ciertas similitudes morfológicas con otras especies asiáticas como el Tarbosaurus.

Por su parte, la incorporación de variables climáticas en el modelo permite reinterpretar estos datos dentro de un contexto más amplio, donde las migraciones intercontinentales jugaron un papel central en la evolución de los grandes depredadores mesozoicos.

El importante papel del clima y la evolución en el Cretácico

Uno de los aspectos más significativos del estudio es la relación entre los cambios climáticos del Cretácico y el ascenso de los depredadores. Durante el Máximo Térmico del Cretácico, hace unos 92 millones de años, se alcanzaron temperaturas oceánicas cercanas a los 35 °C en zonas tropicales.

Tras este periodo, se produjo un enfriamiento progresivo del planeta. Esta situación desencadenó los siguientes hechos:

Se ha planteado que la adaptación a climas más fríos pudo haber sido facilitada por una fisiología más eficiente, quizá similar a la de los mamíferos, o por la presencia de estructuras aislantes como plumas.

¿Hay registros fósiles de T-Rex en Asia?

Los investigadores sugieren que los fósiles clave para confirmar el origen del T-Rex podrían estar aún enterrados en regiones inexploradas de Asia. Zonas de difícil acceso como Siberia o regiones interiores de China podrían guardar restos cruciales para cerrar las hipótesis planteadas por el modelo actual.

En este contexto, el papel de la geografía se vuelve fundamental: la fragmentación de Gondwana y la falta de competencia directa con otros grandes terópodos habrían favorecido su expansión y dominio en ciertas regiones.

Si bien todavía quedan muchas incógnitas por resolver, lo cierto es que el linaje de este depredador icónico podría no haber comenzado en América del Norte como se pensaba.