¿Sabías que ya hay un hombre al que mató un robot?
¿Sabías que hay un hombre al que mató un robot? ¿Dónde están los límites de la robótica? Aquí te contamos más sobre el tema.
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Aunque la muerte de un ser humano en manos de un robot pareciera de película, es algo que ha sucedido en la vida real. Robert Wiliams de Michigan, de 25 años, ha sido el primer ser humano asesinado por robot. El accidente ocurrió en Ford Motor Company el 25 de enero de 1979. El jurado deliberó durante dos horas y media, antes de anunciar la decisión final contra la empresa fabricante del robot de una tonelada, Unit Handling Systems, una división de Litton Industries. La decisión fue indemnizar a la familia de Williams con nada menos que 10 millones de dólares. El robot había sido diseñado para recuperar piezas del almacenamiento, pero su trabajo era considerado demasiado lento. El hecho ocurrió en el momento en que Wiliams estaba recuperando una pieza de un contenedor de almacenamiento, el brazo del robot lo golpeó en la cabeza, matándolo al instante. Esa noche, el robot dio una lectura de inventario errónea y Williams se vio obligado a hacerlo por su cuenta. En la demanda, la familia afirmó que el robot no tenía mecanismos de seguridad, ni un sonido de advertencia para alertar a los trabajadores que estaba cerca.
¿Qué sucede cuando un robot mata a alguien?
Durante los últimos 30 años, se informaron 61 lesiones y muertes relacionadas con robots en los EE.UU. La mayoría de los casos fueron causados por robots industriales, como el que mató a Wiliams.
En 1942, a leyenda de la ciencia ficción Isaac Asimov expuso lo que se conocería como las Tres Leyes de la Robótica, o las Leyes de Asimov, un conjunto de principios que los robots deberían seguir en el futuro:
- Un robot no puede dañar a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daños.
- Un robot debe obedecer las órdenes que le den los seres humanos, excepto cuando tales órdenes entren en conflicto con la Primera Ley.
- Un robot debe proteger su propia existencia siempre que dicha protección no entre en conflicto con la Primera o Segunda Ley.
Desafortunadamente, la primera regla se ha roto muchas veces.
En un entorno de fábrica, los robots están destinados a «realizar tareas inseguras, peligrosas, altamente repetitivas y desagradables». Como resultado, los robots muchas veces no cuentan con la inteligencia para detectar humanos fuera de las tareas programadas.
¿Quién tiene la culpa cuando un robot mata?
Por lo general, las interacciones mortales ocurren cuando un robot tiene un problema mecánico (hardware). Y necesita la intervención humana, pero la máquina carece de la inteligencia de software para diferenciar a un humano de un palé, una caja o algún otro elemento que esté programado para agarrar, aplastar y/o aniquilar.
Por lo tanto, en la mayoría de los casos en que un robot mata a un humano, es porque no resultó con la inteligencia que se esperaba, por una falla en su fabricación.
Por lo cual, evidentemente, la culpa de su negligencia recae sobre los fabricantes de la máquina.
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