Robert Peary, y la obsesión por llegar al Polo Norte
La historia del explorador Robert Peary es una historia de esfuerzo y superación, pero también es un relato controvertido respecto a su relato de cómo llegó y cuando al Polo Norte. La mayoría de historiadores y revistas científicas otorgan a Roald Amundsen la gesta de llegar hasta el punto más septentrional del planeta en 1926.
Antes, casi 20 años antes, Robert Peary había reclamado este honor para él, pero el sistema de medición que utilizó, y algunas de las pruebas presentadas con dudosa credibilidad, dejaron su gesta en meras conjeturas.
La conquista del Ártico
Llegar al Polo Norte fue una de las mayores obsesiones de los exploradores de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Robert Peary hizo carrera en la Marina de los Estados Unidos y se especializó en el trazado de rutas, terrestres y marinas, para abrir nuevas rutas comerciales en todo el mundo.
Aquí comenzó su especial interés por el Ártico. Cuando cumplió 30 años decidió que debía ser el primer hombre en pisar el lugar más inaccesible del planeta.
Se preparó durante los siguientes años explorando rutas y medios para llegar hasta el Polo Norte, por lo que participó en varios viajes por las zonas limítrofes.
Vida con los inuit
Para asaltar el Polo Norte, Robert Peary pasó un año viviendo con los inuit. Aprendió a llevar trineos arrastrados por perros, a vivir en la nieve y a hacer iglúes.
Cuando se sintió realmente preparado, en febrero de 1909, Robert Peary partió hasta el Polo Norte. Comenzó desde la isla de Ellemere, ciudad canadiense. No reclutó a ningún experto en navegación y solo consiguió que lo acompañara cuatro expertos inuit y Matthew Henson, un esclavo que conoció años antes y que se convirtió en su fiel amigo.
Unos 40 días después, la expedición llegó al que creían era el Polo Norte geográfico. Pero la gesta no fue completa, o por lo menos, no fue reconocida como Peary esperaba.
Cuando regresaron, Peary se encontró que otro explorador, Frederick Cook, había reclamado ser el primer hombre en llegar al Polo Norte. Comenzó una larga disputa por la autoría simbólica, pero ninguno de los dos aportaron pruebas creíbles o por lo menos, certeras de la gesta.
Las notas de Robert Peary eran confusas, al no llevar a ningún experto navegante, no pudieron certificar su viaje, ya que las pruebas fueron confusas y algunas, casi imposibles.
Finalmente, organismos como el Congreso de los Estados Unidos o la National Geographic Society avalaron su gesta como el hombre que llegó «más al norte», aunque el debate siguió abierto durante los siguientes años. Para muchos, Peary no llegó al Polo Norte pero se quedó cerca.
En 1926, Roald Amundsen aportó evidencias irrefutables sobre su llegada al Polo Norte, cuando Robert Peary ya llevaba seis años muerto.
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