Felix Hoffmann: la aspirina que dio lugar a la heroína
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Aunque existe cierta controversia sobre las versiones oficiales respecto al descubridor del compuesto de la aspirina, la compañía Bayer atribuye este logro a su equipo de investigadores, en concreto a Felix Hoffmann, un científico alemán que trabajó para la farmacéutica alemana a finales del siglo XIX.
Hoffmann se había graduado en 1891 en la Universidad de Múnich y obtuvo un importante doctorado en química. De ahí que en 1894, recomendado por el profesor Adolf von Baeyer, comenzara a trabajar en Farbenfabriken vorm. Fried. Bayer & Co., lo que hoy conocemos como Bayer.
Lo curioso era que por aquellos años, Bayer no había destacado aún en la industria farmacéutica, más bien la compañía era famosa por vender tintes sintéticos. Hoffmann se incorporó al nuevo equipo farmacológico como investigador y bajo la dirección de Heinrich Dreser, el gran beneficiado a la postre de los hallazgos de Hoffmann.
La aspirina
Hoffmann no fue el primero que trabajó con el ácido salicílico. Otros lo habían intentado antes y habían experimentado mejorías. Ya en 1874, Fiedrich von Heyden vendía el ácido salicílico a un precio barato como medicamento para aliviar dolores, aunque los enormes efectos secundarios que tenía, lo hicieron un producto casi invendible.
Con todos los avances previos que habían conseguido otros científicos, Hoffmann fue el primero que logró obtener un método más sencillo y más estable para producir ácido acetilsalicílico. Los efectos secundarios se quedaron en nada gracias a la pureza y la estabilidad que Hoffmann había logrado en su compuesto.
Poco entusiasmo
Hoffmann, sin saberlo, había dado con el compuesto final de la aspirina. Pero sus jefes buscaban otra cosa, y le dieron muy poca importancia a este descubrimiento con el que después se harían millonarios.
En estas investigaciones, Hoffmann comenzó a acetilar la morfina, obteniendo un resultado que esta vez sí entusiasmó a sus jefes. Diez días después de llegar a la aspirina, Hoffmann, el 21 de agosto de 1897, consiguió un compuesto llamado diamorfina, sustancia que demostró ser mucho más fuerte que la morfina y más eficaz.
A este nuevo descubrimiento lo llamaron heroína, y comenzó a comercializarse como un sustitutivo «no adictivo de la morfina», ideal para aliviar dolores a las parturientas o aliviar a los enfermos de tuberculosis.
Bayer se hizo de oro con este nuevo medicamento hasta que en 1925 fue prohibido para su venta por la Sociedad de Naciones al demostrarse que era mucho más adictiva que la morfina.
Este éxito de la heroína llevó al jefe de Hoffmann a interesarse por su anterior logro con el ácido acetilsalicílico, por lo que dio vía libre a más investigaciones. Los ensayos demostraron su eficacia en pacientes y sus pocos efectos secundarios, lo que daría lugar a la aspirina que comenzaría a comercializarse en 1899.
Hoffmann jamás vio un céntimo por su logro, y fue su jefe, Heinrich Dreser que se hizo con las patentes que lo convirtieron en millonario.
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