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Dictadura militar en Argentina: cronología, hechos y consecuencias principales

Dictadura militar en Argentina: conoce los hechos, cronología y consecuencias de uno de los períodos más oscuros de la historia argentina.

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  • Francisco María
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La dictadura militar en Argentina fue uno de los períodos más oscuros de la historia de ese país. Estuvo marcado por la represión y las violaciones a los derechos humanos. Tuvo profundas consecuencias sociales, políticas y económicas para los argentinos.

Antecedentes y llegada de la dictadura militar

En las décadas de 1960 y 1970 Argentina estaba sumida en una crisis política, económica y social. El derrocamiento de Juan Domingo Perón en 1955 marcó el inicio de una serie de gobiernos inestables.

La proscripción del peronismo generó tensiones políticas y el surgimiento de grupos guerrilleros como Montoneros y el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) intensificó el conflicto. La economía enfrentaba alta inflación y desempleo.

En 1973, el peronismo regresó al poder. Tras la muerte de Perón en 1974, su esposa, Isabel Perón, asumió la presidencia. La Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), un grupo parapolicial, comenzó a reprimir a opositores.

El 24 de marzo de 1976, un golpe militar liderado por el general Jorge Rafael Videla derrocó a Isabel Perón, instaurando la dictadura.

Principales hechos y represión durante el régimen

El régimen militar implementó un plan sistemático de represión para erradicar cualquier forma de oposición. La “guerra sucia” incluyó detenciones arbitrarias, torturas, asesinatos y desapariciones forzadas.

Se estima que unas 30.000 personas desaparecieron. La dictadura creó cientos de centros clandestinos de detención, como la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada), donde los detenidos eran torturados y, en muchos casos, arrojados vivos al Río de la Plata en los “vuelos de la muerte”.

El régimen también censuró medios de comunicación, prohibió partidos políticos y sindicatos, y persiguió a artistas e intelectuales.

Las protestas de las Madres de Plaza de Mayo, que comenzaron en 1977, atrajeron atención global sobre las atrocidades. En 1982, la junta lanzó la Guerra de Malvinas contra Reino Unido para desviar la atención. La derrota militar aceleró el colapso del régimen.

A partir del mundial…

El Mundial de Fútbol de 1978 fue usado como escaparate internacional, intentando ocultar el horror. Pero en 1979, la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) dejó en evidencia lo que ocurría, debilitando la fachada del régimen.

La crisis se agudizó en los años siguientes. En 1981, tras Videla, se sucedieron en el poder Roberto Viola y luego Leopoldo Galtieri, pero ninguno pudo revertir el descontento social. En un intento desesperado por recuperar apoyo, la Junta emprendió la Guerra de Malvinas en 1982. La derrota frente al Reino Unido fue el golpe final para la dictadura.

Finalmente, en 1983, presionados por la sociedad, los militares llamaron a elecciones. El triunfo de Raúl Alfonsín el 30 de octubre abrió las puertas al retorno democrático. El 10 de diciembre de ese año, la Argentina comenzaba a reconstruirse.

Consecuencias políticas, sociales y económicas

La dictadura desmanteló las instituciones democráticas, al suprimir el Congreso y los partidos políticos. La persecución de opositores debilitó los movimientos sociales y sindicales, dejando un vacío político.

La represión dejó cicatrices profundas. Miles de familias perdieron seres queridos y muchos niños nacidos en cautiverio fueron secuestrados por militares o sus aliados, un crimen que aún se investiga. La sociedad vivió bajo el miedo, lo que generó desconfianza y fragmentación social. Hubo una gran cantidad de exiliados.

El régimen implementó políticas neoliberales: liberalización del mercado, privatización de empresas públicas y apertura a importaciones. Estas medidas favorecieron a las élites económicas, pero dispararon la deuda externa, aumentaron el desempleo y redujeron los salarios reales.

Testimonios y memoria histórica de las víctimas

Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo no solo denunciaron las desapariciones, sino que lograron identificar a más de 130 nietos apropiados.

Libros como Nunca Más (1984), elaborado por la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas), documentaron miles de casos de violaciones a los derechos humanos. Se basaron en los testimonios de sobrevivientes y familiares.

Lugares como la ESMA, convertida en el Museo Sitio de Memoria, son espacios para reflexionar sobre el pasado y educar a las nuevas generaciones. Eventos culturales, películas y documentales mantienen viva la memoria colectiva.

Transición a la democracia y procesos judiciales

La derrota en Malvinas y la presión de organismos de derechos humanos debilitaron a la dictadura, que convocó elecciones en 1983. Raúl Alfonsín, de la Unión Cívica Radical, asumió la presidencia el 10 de diciembre de 1983, marcando el retorno a la democracia.

Alfonsín creó la CONADEP para investigar los crímenes del régimen. En 1985 se realizó el histórico Juicio a las Juntas, donde Videla y otros líderes fueron condenados por delitos de lesa humanidad. Sin embargo, las leyes de Punto Final (1986) y Obediencia Debida (1987) limitaron los juicios, generando indignación.

En 2003, bajo la presidencia de Néstor Kirchner, estas leyes fueron derogadas, permitiendo la reapertura de casos. Desde entonces, cientos de militares y cómplices han sido juzgados.

Consecuencias

El saldo humano fue devastador: se calcula que 30.000 personas desaparecieron, además de miles de exiliados y niños apropiados ilegalmente. En lo político, quedó un consenso social profundo: el “Nunca Más” se convirtió en bandera de memoria y justicia. El Juicio a las Juntas en 1985 marcó un precedente histórico en América Latina.

En lo económico, el modelo implantado dejó un país endeudado y desindustrializado. Y en lo social, un tejido marcado por el miedo, pero también fortalecido por la resistencia de los organismos de derechos humanos.

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