La condena que acabó con Oscar Wilde
El escritor irlandés, Oscar Wilde fue uno de los más famosos y controvertidos creadores de la época victoriana. Su fama alcanzó la cúspide alrededor de 1891 cuando pasaba un año de su éxito ‘El retrato de Dorian Grey’. Pero su vida privada y una condena por su relación homosexual con Alfred Douglas.
En el verano de aquél año, Wilde ya había mostrado su fama de escritor y persona excéntrica, y pocas fiestas de la alta sociedad londinense se celebraban sin la presencia del escritor. En una velada literaria, Wilde conoció a Douglas, un joven aristócrata del que quedó totalmente prendado.
Meses después, esa admiración se convirtió en obsesión y Wilde comenzó a invertir dinero para contentar al joven aristócrata.
Una relación a escondidas
Oscar Wilde tenía 38 años y estaba casado con Constance Lloyd con la que tenía dos hijos. La relación de Wilde y Douglas no levantó sospechas, ya que era muy habitual que los hombres pasaran mucho tiempo juntos en los clubs y bares de la ciudad.
Esta relación pasó desapercibida para todo el mundo excepto para el padre de Douglas, el marqués de Queensberry. Después de un tiempo, los rumores de una relación más que de amistad entre el escritor y el joven estudiante aristócrata ya corrían por la ciudad de Londres, algo que el marqués no permitiría.
La tensión entre Wilde y el marqués fue creciendo, hasta que un día Wilde recibió una nota que desencadenó el principio del fin del escritor.
En aquella nota, Queensberry acusaba a Wilde de sodomita: «Para Oscar Wilde, ostentoso sodomita». Esto sirvió para que Wilde iniciara una batalla judicial contra el marqués que, a la postre, se volvería en su contra.
La condena de Oscar Wilde
Oscar Wilde ganó una primera batalla judicial por difamación, y el marqués pasó al ataque. Contrató a detectives privados para demostrar la relación sentimental que mantenían el escritor y su propio hijo, a pesar de la vergüenza que su pondría para la familia.
Cuando se produjo el juicio, el marqués lo acusaba de catorce cargos contra la moral que, una vez demostrados, dejarían libre al marqués y en cambio, serían la tumba de Wilde.
Una semanas más tarde, la vida del escritor había cambiado por completo. Después de ser él quien demandara al marqués, el juicio se volvió en su contra y fue condenado a dos años de trabajos forzados en prisión por «incidentes graves».
Prisión y exilio
La entrada en prisión acabó con la brillantez de Wilde. Su salud fue empeorando durante este periodo de tiempo, aún así logró escribir una de sus mejores obras, ‘De profundis’.
Cuando abandonó la prisión volvió a coincidir con Douglas, pero solo estuvieron juntos unos meses. Se marchó de Londres, sin amigos, y sin poder ver a sus niños por prohibición expresa de su mujer.
Acabó sus días en París, con el nombre falso de Sebastian Melmoth, sin dinero y con problemas de salud que le causaron la muerte el 30 de noviembre del año 1900.
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