Historia
Historia Antigua

Así se organizaba el ejército romano

Una de las señas de identidad de la Antigua Roma era la gran organización de su ejército. Sus tropas conquistaron dominios por toda Europa y, gracias a un claro organigrama que fue cambiando con el tiempo, Roma consiguió ser dueña del mundo durante muchos siglos.

En los primeros años, el ejército romano no estaba profesionalizado, pero a medida que se producían las conquistas, y las ciudades crecían, el ejército romano se fue transformando para ser más profesional lleno de aguerridos guerreros que luchaban por la gloria del Imperio.

Servicio militar

El servicio militar estaba dispuesto para los ciudadanos con edades comprendidas entre los 16 y los 60 años. Los más jóvenes participaban en las campañas hasta los 45 años, después pasaban a la reserva y a defender las ciudades.

Las legiones eran la estructura principal del ejército. Cada una se componía, en los mejores años de Roma, sobre todo durante la República, de unos 6.000 hombres, que a su vez eran divididos en pequeñas facciones de unos 600 hombres.

Existía la figura del centurión que tenía a su cargo a la centuria, grupos de 100 hombres que formaban las cohortes de 600 para la legión. Este sistema de cohortes se comenzó a dar bajo el mando de Cayo Mario en la época de la República.

Mario fue uno de los mandatarios que comenzó a profesionalizar el ejército romano dotándolo de material militar, y recibiendo el mismo entrenamiento militar para todos los hombres. Estos legionarios se convirtieron en el orgullo de Roma, siendo profesionales y cobrando una asignación por sus servicios.

Armamento del ejército

El armamento, al igual que el ejército de Roma fue variando a lo largo de los años. Originariamente, durante la Monarquía, los soldados debían pagarse su propio armamento, por lo que eran los hombres más ricos los que disponían de las mejores armas.

Durante la Monarquía, el armamento básico se componía de un escudo circular (scutum), grebas para el cuerpo, yelmo de origen etrusco, lanzas de acometida, espadas y sandalias reforzadas con varios centímetros de piel para aguantar largas caminatas y los duelos en el campo de batalla.

En época de la República este armamento se fue transformando y siendo cada vez más fiable para las batallas. El escudo era de bronce o de madera, se dispuso de una muñequera donde los soldados guardaban un pequeño cuchillo para atacar por sorpresa, un casco que protegía la nariz y las sandalias tenían tachuelas en la suela.

Las armas más utilizadas eran el pilum pesado, el pilum ligero, el gladius y el puñal de doble filo. Con esta profesionalización, los soldados también llevaban una mochila con agua, objetos personales y ración de comida para aguantar durante tres días.