Historia
Arqueología

Arqueólogos españoles descubren un complejo sistema de comunicación neolítico a base de caracolas

  • Betania Vidal
  • Redactora y analista de contenidos SEO especialista en bienestar, psicología, traducción, creación de sitios web y liderazgo de proyectos online.

Hace unos 6.000 años, en plena prehistoria, alguien soplaba una caracola y el sonido viajaba cientos de metros, quizá kilómetros. Esa era una forma eficaz de avisar, reunir o comunicarse en un territorio donde las distancias eran un obstáculo importante.

Esto es lo que ha confirmado ahora un equipo de arqueólogos españoles tras analizar varias trompas hechas con conchas marinas halladas en yacimientos neolíticos de Cataluña. Las pruebas indican que no solo producían sonidos potentes, sino que estaban pensadas para transmitir señales claras a larga distancia.

En este artículo te contamos qué se ha encontrado exactamente, cómo se usaban estas caracolas y por qué este hallazgo cambia la forma de entender la organización social y comunicativa de las comunidades neolíticas.

Las caracolas, un modo de comunicación en el Neolítico

Las piezas analizadas proceden de asentamientos y de las minas prehistóricas de Gavà-Can Tintorer, cerca de la costa catalana. Están fabricadas con conchas de caracol marino de la especie Charonia lampas, un molusco grande y resistente, ideal para producir sonido.

Los investigadores comprobaron que las caracolas se recolectaron después de la muerte del animal y se modificaron de forma intencionada. En varios casos se eliminó el ápice, la punta de la concha, algo necesario para poder soplar y generar sonido.

Para entender su función real, el equipo las sometió a pruebas acústicas controladas. Los resultados fueron claros: las trompas producen sonidos muy intensos, perfectamente audibles a larga distancia, incluso en entornos con obstáculos visuales.

Además, no emiten un único tono. Con pequeñas variaciones en la forma de soplar, es posible modular el sonido y generar secuencias distintas. Esto abre la puerta a pensar que no solo servían para alertar, sino también para transmitir mensajes más complejos o incluso para usos musicales.

El hallazgo no se limita a un punto concreto. Aparecen caracolas similares en yacimientos separados por decenas de kilómetros, lo que sugiere una práctica compartida entre distintas comunidades y una red de comunicación más amplia de lo que se creía.

Qué significa el hallazgo de las caracolas en la investigación

Hasta ahora, la comunicación en el Neolítico se había interpretado sobre todo a partir del contacto directo y la proximidad entre grupos. Estas trompas indican que existían sistemas pensados para coordinar actividades, avisar de peligros o marcar momentos colectivos sin necesidad de verse.

También aportan información sobre la organización del territorio. Las comunidades neolíticas no vivían aisladas y necesitaban herramientas para mantener el contacto entre asentamientos, minas y zonas de paso.

Otro punto clave es el posible uso simbólico o expresivo. El hecho de que las caracolas permitan crear melodías sugiere que la música ya tenía un papel relevante, quizá en rituales, reuniones o eventos sociales.

Este tipo de instrumentos refuerza la idea de que las sociedades neolíticas no solo cultivaban, explotaban recursos y construían. También desarrollaban formas sofisticadas de comunicación sonora.

El descubrimiento encaja, además, con otros ejemplos históricos. En distintas partes del mundo, las caracolas se han utilizado durante siglos para comunicarse, convocar o marcar tiempos colectivos. Cataluña se suma ahora a esa historia con pruebas arqueológicas sólidas.