Animales de compañía

El lobo, el mejor amigo de los humanos entre el Neolítico y la Edad del Bronce

Las poblaciones humanas desde el Neolítico al Bronce convivían con perros pequeños que aún conservaban rasgos lobunos

La investigación aviva el debate acerca de la domesticación del lobo, un tema que sigue siendo hoy en día motivo de discusión científica

Lobo humanos
Antonio Quilis Sanz
  • Antonio Quilis Sanz
  • Periodista especializado en información medioambiental desde hace más de 20 años y ahora responsable de OKGREEN en OKDIARIO. Antiguo director de El Mundo Ecológico y colaborador en temas de medioambiente, ecología y sostenibilidad en Cadena Ser.

Un estudio liderado por la Universidad Complutense de Madrid ha demostrado que los perros que convivían con los humanos desde el Neolítico y hasta la Edad del Bronce tenían dimensiones inferiores a las de sus antepasados, el lobo, pero aún conservaban el diseño de la muela carnicera, rasgo distintivo de la forma silvestre y que no se observa ya en las actuales razas de perros.

La investigación que ha sido publicada en la revista científica Journal of Archaeological Science: Reports y financiada por el Proyecto de Investigación de la Sierra de Atapuerca, aviva el debate de la domesticación del lobo por los humanos, un tema que sigue siendo hoy en día motivo de discusión científica.

«La principal controversia sobre el origen temporal y geográfico de la domesticación del lobo está relacionada con los ejemplares fósiles identificados como lobos caninos: algunos autores consideran estas formas como antecesores de los perros», explican en el estudio.

Domesticar al lobo

Según sus autores, además del lugar y tiempo de su origen, se plantean cuestiones sobre las razones que dieron lugar a que los humanos domesticaran a un animal que pertenece al grupo de los carnívoros y que supone, por tanto, competencia en la caza por las presas.

La domesticación del lobo pudo ser resultado de un beneficio obtenido por esos humanos, o por una mutua asociación ecológica natural. El estudio de los cambios en tamaño y forma a lo largo de la evolución de estos «tipos antiguos» de perros puede ayudar a entender las razones por las que este animal pasó a convivir con los humanos.

Perros lobunos
Mandíbula de perro del Barrio del Castillo y detalle de la muela carnicera (M1 inferior) con foto de fondo de El Portalón de Cueva Mayor durante su excavación (Javier Trueba-Madrid Scientific Films y Composición de RBO)

Evolución del género Canis

El estudio incluye restos de perros procedentes de los yacimientos del Portalón de Cueva Mayor de la Sierra de Atapuerca (Burgos) y de Barrio del Castillo (Madrid).

El trabajo ha sido liderado por las paleontólogas Raquel Blázquez, cuya tesis doctoral se centra en la evolución del género Canis en Europa y, en concreto, en el linaje de los lobos, y Nuria García, catedrática de paleontología y directora del grupo de investigación UCM Ecosistemas Cuaternarios. El equipo ha incluido investigadores de distintas facultades complutenses como la de Ciencias Geológicas, Geografía e Historia y Veterinaria.

Además de una importante muestra de lobos y perros actuales, en el estudio se analizan un total de 9 mandíbulas de perros del Neolítico (~ 6270-4490 años), Calcolítico (~ 4570 años) y de la Edad del Bronce (~ 3760-3330 años) de dos yacimientos del interior de la Península Ibérica: El Portalón (Burgos) y Barrio del Castillo (Madrid).

Técnica 3D

Para este trabajo se ha aplicado una técnica denominada morfometría geométrica (3D) que permite visualizar diferencias entre las mandíbulas, localizando espacialmente la variación de la forma.

«Gracias a este método podemos describir la forma mandibular de los perros de Barrio del Castillo y El Portalón y compararlos con perros y lobos ibéricos actuales», explican sus autoras.

Continuidad en el tamaño

Los resultados muestran una continuidad en el tamaño (pequeño-mediano), con una altura de la cruz de ~ 47 cm. Para hacernos una idea sería menor que el perdiguero de Burgos o el lebrel, cuya altura ~ 64 cm y de talla similar a la del perro de aguas español o un podenco mediano. Dicha talla discreta perdura en el tiempo a lo largo de ~ 1240 años.

Esta continuidad es esperable en las regiones interiores de la península, a diferencia de las zonas costeras dónde habría mayor diversidad de perros debido al comercio marítimo que intensificaría los intercambios de perros procedentes de regiones remotas a través del Mediterráneo.

Tareas de caza, pastoreo y vigilancia

Este rango de talla medio-pequeño, que presentaban los perros entre el Neolítico y la Edad del Bronce podría relacionarse con tareas de caza, pastoreo o vigilancia.

A pesar de la pequeña talla de estos perros (en comparación con los lobos), aún conservan rasgos lobunos en la región de la muela carnicera (primer molar inferior), un elemento importante que actualmente permite distinguir entre perros y lobos.