Un senador pregunta a Marlaska qué sabe de la agresión de 5 encapuchados a una funcionaria de prisiones
Más de dos meses después de que la subdirectora de seguridad de la cárcel de Villena denunciara un asalto en su casa la investigación detecta dudas y contradicciones
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, pronunció esta frase el pasado 8 de septiembre: “Toda mi solidaridad y reconocimiento con ella, ahí podemos ver lo que es una verdadera funcionaria”. Marlaska se estaba refiriendo a una funcionaria de prisiones, la subdirectora de Seguridad de la cárcel de Villena que horas antes había denunciado una brutal agresión a las puertas de su casa cuando se disponía a ir al trabajo. Marlaska anunciaba también que se iban a poner todos los medios necesarios para esclarecer el suceso. Más de mes y medio después OKDIARIO ha tenido acceso a los detalles de una investigación plagada de datos contradictorios y por la que un senador ya ha pedido explicaciones parlamentarias al ministro.
El germen de esta historia arranca el 16 de agosto, unos 20 días antes de la presunta agresión a la funcionaria. Aquel día tres funcionarios tuvieron que emplear la fuerza para reducir a un interno en la cárcel de Villena. El preso salió prácticamente indemne y los funcionarios fueron asistidos en el hospital por heridas sangrantes y hematomas. Hasta el director del centro penitenciario los felicitó por haber podido reducir al preso sin herirlo. Un día más en una cárcel complicada como la de Villena.
Sin embargo, algo debió cambiar el día 23 de agosto. Ese día, el mismo director que felicitó a los funcionarios ordenó abrir una investigación interna sobre su actuación. Eso ocurrió el mismo día que la subdirectora de Seguridad elogiada por Marlaska aseguraba al director haber recibido estos mensajes en su móvil: “Ya vemos que te has posicionado y de qué lado, así que no tendremos miramientos contigo. Vamos a por tu director y si tenemos que llevarte por delante lo haremos. Te vamos a joder la vida por perra”. En esos mensajes la subdirectora asegura que se mencionaba el nombre del representante local de una asociación de funcionarios muy incómoda para Interior desde su creación, Tu Abandono Me Puede Matar. En esos mensajes se le pedía que borrara el vídeo de la reducción al preso y que se limitara a seguir instrucciones.
La petición, además de llegar tarde, resultaba inútil. El protocolo es hacer llegar los vídeos a la unidad de inspección y análisis de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias el mismo día del incidente, así que hacía una semana que desde Villena nada se podía hacer para que desapareciera el vídeo. Pero los mensajes estaban ahí, en su móvil. Al menos hasta el día 3 de septiembre.
El teléfono móvil robado
Según la investigación a la que ha tenido acceso OKDIARIO, la subdirectora de Seguridad de la cárcel de Villena asegura que ese día le robaron su terminal. Lo curioso es cómo sucedió el hurto. Ella asegura que aquel día llegó a su despacho, que no comparte con nadie, apagó el terminal y lo guardó en un cajón de su escritorio. Durante el tiempo que estuvo de servicio quedó incomunicada al no poder recibir mensaje de amigos, familia ni de la academia de formación online en la que da clases y se anuncia precisamente con ese número de teléfono. Según ella, cuando fue a recoger el aparato ya no estaba y explicó que llegó a esperar “a ver si aparecía”. Los testigos que estuvieron en la cárcel aquel día no recuerdan que les preguntara por su terminal ni que pidiera usar otro para localizar el extraviado. Ni mucho menos recuerdan que ella comentara que le había desaparecido el teléfono. El mismo teléfono que contenía las amenazas. El mismo que dio de baja al día siguiente de su desaparición.
Pero si algo lleva de cabeza a los investigadores es lo que pasó el lunes 6 de septiembre, dos días antes de que Marlaska felicitara a “una verdadera funcionaria”. Aquel día, a las 7 de la mañana, la subdirectora fue asaltada en la puerta de su casa en Benidorm. Según ella, cuando iba a por su coche, varios hombres, cuatro, cinco o seis, la atacan por sorpresa. La golpean y la amenazan. Saben que declara al día siguiente en la investigación interna contra los tres funcionarios de la reducción del preso en agosto y le exigen que no hable. De repente todos los agresores desaparecen huyendo en diferentes direcciones. ¿Qué sucedió después de tan espantosa escena? ¿Regresó a su casa?, ¿Pidió ayuda a comercios o viandantes?, ¿Acudió a la comisaría más cercana? ¿Llamó a la Policía? Ninguna de las anteriores.
A las 8 de la mañana la subdirectora de Seguridad se cruzaba con la salida de los trabajadores del turno de noche de la cárcel de Villena pese a que una hora antes cuatro, cinco o seis encapuchados la acorralaban y la golpeaban a 100 kilómetros de allí. Los que la vieron no notaron nada extraño y ella no comentó nada con nadie. A media mañana la funcionaria presuntamente agredida llegaba a los servicios médicos de la cárcel acompañada del administrador del centro. Las enfermeras le advirtieron que el protocolo exigía que debía pedir un parte de lesiones en un centro externo, no en el centro penitenciario, ya que su relato indicaba que no eran lesiones producidas en sus instalaciones. Aún así las facultativas vieron lesiones, sí, en el pómulo y en el labio. Le dijeron allí mismo que a ellas les parecían heridas no recientes en fase de curación.
Ese día, la funcionaria presuntamente agredida, denunció la agresión sufrida en la puerta de su casa seis horas después de que ésta sucediera. Además, informó en ese momento de que tres días antes le habían robado el móvil. Pese a que Marlaska ordenó celeridad y diligencia, la investigación de las amenazas a la funcionaria no consigue dar con los desalmados que la amenazaron.
Hasta ahora las diligencias han seguido los cauces de la discreción policial, si bien se ha ido generando un creciente malestar entre el colectivo de funcionarios de prisiones. Ni Marlaska ni su director general de Instituciones penitenciarias se habían manifestado antes públicamente tras la agresión sufrida por algún funcionario de prisiones, y las hay a diario. La diferencia es que ahora se apunta al colectivo como protagonista de actos, las amenazas a la subdirectora, que sólo se pueden calificar como mafiosos.
Este malestar se ha traducido en la curiosidad legítima de un senador de Compromís, Carlos Mulet, quien ya ha registrado en el Senado una pregunta directa sobre todo lo anterior: “¿Conoce el Gobierno en qué punto se encuentra las investigaciones al respecto?”. Con que Marlaska responda a la mitad de las dudas que la investigación detecta en este caso se arrojará mucha luz sobre estos hechos.