España
Dictadura lingüística

Rebelión de alumnos de 14 años en un instituto de Gerona: «¡Clase en catalán no, en castellano!»

Un grupo de chavales de 14 años de 3º de ESO se han plantado ante las maneras dictatoriales de su profesora de catalán

Rebelión contra el separatismo imperante en el profesorado catalán. Un grupo de chavales de entre 14 y 15 años de un instituto de Gerona se han hartado de que se les obligue a hablar en catalán. El detonante ha sido una profesora de Lengua Catalana que les ha obligado a dirigirse a ella en catalán, incluso para cuestiones ajenas al desarrollo de la asignatura. Si no cumplen la regla, hay una amenaza: bajarles la nota del trimestre cada vez que le hablen en español. Ésta revuelta en las aulas -que afecta a cinco clases completas- la ha narrado la propia docente, asegurando que los adolescentes le recuerdan que la medida es «injusta», que «nadie habla catalán» y que ellos «lo harán en español». La misma docente ya se jactaba hace años de prohibir ir al baño a quien no se lo solicitase en catalán.

El nombre del centro no ha trascendido, pero la denuncia de la profesora ya circula viralmente en ambientes independentistas como muestra de «lo que le pasa al catalán» en la educación. «Soy una profesora de catalán de un instituto de Secundaria de Girona. Este curso hago 3º ESO y tengo las cinco clases asignadas absolutamente enfadadas conmigo», asegura la profesora. «¿Por qué? Porque les he dicho que si se dirigen a mí o me piden que siga en castellano, les bajaré la nota del trimestre», señala.

Recoge en su relato esta docente el tipo de frases que recibe como contestación por parte del alumnado cuando les amenaza con ese castigo en forma de peores notas. «¡Eso es injusto! ¡Nadie habla catalán!» o «¡No nos puedes obligar! ¡Tenemos libertad para hablar en castellano!». Otros responden al desafío de la profesora manifestando un reto: «Pues yo preguntaré en castellano». 

«Estas son sólo algunas de las reacciones», asegura la docente en su mensaje difundido en redes sociales. «Si en el año 1990 me dicen que ni en las clases de Lengua Catalana no se hablaría en catalán, seguro que no me lo había creído. Y ahora pasa… ¡en Girona!», reza su airada queja.

Catalanes e inmigrantes

«Ya no sé de qué sirve contar la historia de Cataluña, de qué sirve explicar a los inmigrantes que nuestro país fue importantísimo en la Edad Media, de qué sirve aprender la dictadura de cuarenta años… De qué sirve si cuando acaban las calases, el catalanet de turno le dice al inmigrante que tiene al costado ¿me dejas tu boli?», se queja. «Nuestros alumnos han entendido que con el castellano ya es suficiente y eso les basta», añade.

«La culpa es nuestra, de los catalanoparlantes. Culpa por pasar al castellano a la primera ocasión, por comer en un restaurante donde sólo hay carta en castellano y por no pedir el libro de reclamaciones, culpa por no valorar nuestra lengua ni nuestra tierra». «Esto ya es surrealismo», se queja la autora ante su visión del catalán en la educación.

La docente, que firma la carta con su nombre completo, no es la primera vez que se queja amargamente de que el «catalán se muere». En 2018, en un artículo firmado con su nombre, se jactaba de no permitir ir al baño a aquellos alumnos que no le hablaban en catalán.

En una colaboración con un medio de comunicación independentista, recordaba otra historia en primera persona: «Esta semana, cuando, mientras buscábamos en un canal de pago una película para ver juntos, mi hijo de 8 años me hace la pregunta: ¿Madre, cómo es que, elija la que elija, todas están en castellano? ¿Qué le respondo? ¿Qué hay gente que no quiere que seamos una nación y que, por tanto, ver películas en catalán es romper un vínculo? ¿Qué hay censura? ¿Qué los políticos catalanes no han movido un dedo para evitarlo? ¿Qué no hay una ley suficientemente fuerte que blinde el catalán?».

En este caso, el diálogo con su hijo termina de forma esperanzadora para los catalanoparlantes: «Tranquila, madre –me responde–. Tú tranquila. Yo siempre hablo en catalán, incluso con Diego, que acaba de llegar de Jaén y ahora se sienta a mi lado en clase. Ya le diré que debe hablar en breve en catalán porque, si no, nuestra lengua podría acabar muriendo. Mañana se lo digo».

Los espías del catalán

Un total de 3.795.000 euros en seis años. Es la cifra, en forma de subvenciones, que la Plataforma per la Llengua ha recibido de la Generalitat de Cataluña entre 2016 y 2021 para financiar sus actividades, entre las cuales está el espionaje a los alumnos de los colegios catalanes. Una actividad cuyo fin es saber qué idioma utilizan profesores y alumnos para comunicarse entre ellos, dentro de los espacios educativos, tras constatar un gran uso del español fuera de las aulas.

Ésa es una de las principales preocupaciones del Govern que dirige Pere Aragonés. «Constatamos un uso infrecuente del catalán en las interacciones orales del alumnado, una tendencia por parte de los profesores al cambio de lengua y que esto también se da en el tiempo no lectivo», admitió la Generalitat en una carta que el conseller de Educación, Josep González-Cambray, remitió a los directores de las escuelas.

La consejera de Cultura, la imputada Natàlia Garriga, reconoce ahora en un escrito registrado en el Parlament las cantidades que el Govern ha entregado a esta entidad separatista a través del departamento que ella dirige desde el pasado mes de septiembre. La Plataforma per la Llengua es una de las organizaciones más subvencionadas por el Gobierno autonómico catalán, incluso fuera del ámbito de la educación.