Puigdemont entró y salió de España por La Junquera sentado en la parte de atrás de un coche
Carles Puigdemont cruzó este mismo jueves la frontera de La Junquera (Gerona) rumbo a Waterloo (Bélgica)
Carles Puigdemont cruzó el martes, a las 21:30 horas, la frontera de La Junquera (Gerona) rumbo a Barcelona y volvió a hacerlo ayer, jueves, a las 22:30 horas camino a Waterloo (Bélgica), su residencia durante los últimos siete años. Así se resume el regreso fugaz del ex president, según fuentes conocedoras consultadas por OKDIARIO. Apenas 48 horas de estancia en territorio español que han provocado un nuevo terremoto político. Y también insólito.
En plena estupefacción general por la huida, dirigentes de Junts comentaban: «Ha salido perfecto». La cronología de los hechos pone el foco en la actuación de las fuerzas de seguridad y apunta al Gobierno y la Generalitat. Puigdemont pudo entrar tranquilamente por la frontera española, sentado en la parte de atrás de un coche; dormir dos noches en Barcelona antes de reaparecer ante su militancia en un escenario en pleno Arco del Triunfo, pasearse por las calles de la ciudad condal, dar un mitin de seis minutos y abandonar un lugar teóricamente vigilado por un amplio dispositivo policial. ¿Cómo es esto posible?
En resumen, Puigdemont apareció, se dio un baño de masas y desapareció. Su última imagen fue bajándose del escenario entre los gritos de «¡president!» de su público exultante. Se esperaba que, de ahí, se dirigiese hacia el Parlament, donde estaba a punto de arrancar la investidura de Salvador Illa. Por eso, en un primer momento, las cámaras, y también la atención policial, se centró en la columna de dirigentes de Junts que enfilaban el rumbo hacia la cámara catalana. Se presuponía que entre ellos iría también Puigdemont. En las inmediaciones del mismo Parlament, el dispositivo, liderado en primera persona por la cúpula de los Mossos, aguardaba para proceder a la detención y para ponerle, de inmediato, a disposición del juez Pablo Llarena. Sobre Puigdemont, cabe recordar, pesa una orden de detención al declararse no amnistiable el delito de malversación. Nada de eso ocurrió, sin embargo. Puigdemont estaba ya a bordo de un Honda Blanco. Había dado esquinazo.
Dos personas tuvieron especial protagonismo en esa fuga. Una de ellas, el secretario general de Junts, Jordi Turull, quien, este viernes, explicó en Rac1 que él mismo acompañó a Puigdemont hasta la frontera, en el sur de Francia. Allí se despidieron antes de que el ex presidente separatista emprendiese camino a Waterloo. Su abogado, Gonzalo Boye, ha afirmado que el líder de Junts se encuentra ya fuera de España. Ambos estuvieron al lado del ex president en su plan fugaz de entrada y salida de España.
Al preguntarle por la decisión de huir tras su discurso, Turull ha explicado que Puigdemont la tomó como respuesta a un operativo policial que «cada vez era mucho más agresivo», así como por respeto al cuerpo de Mossos d’Esquadra, para evitar la imagen con su detención.
Según la versión del dirigente separatista, una de las opciones planteadas era que el ex president entrase al Parlament y ser detenido, si bien se tomó la decisión de huir ante «un operativo policial que no tenía ningún tipo de proporción ni medida». Entonces, siempre según su testimonio, Puigdemont decidió no acudir a la sesión de investidura de Salvador Illa. «Si sabes que no llegarás a medio camino del Parque de la Ciutadella, con un despliegue que no se había visto nunca para cualquier otra persona, entonces buscas otras opciones», ha desvelado Turull.
El juez del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, ha reclamado este viernes al Ministerio del Interior y a los Mossos d’Esquadra que le informen sobre el operativo policial planificado para la detención y «sobre los elementos que determinaron su fracaso desde un aspecto técnico policial».
Puigdemont protagonizó este jueves una multitudinaria reaparición en el paseo Lluís Companys de Barcelona antes de desaparecer esquivando el marcaje de los Mossos y sin dejar rastro. Poco antes de las 09:00 horas, el ex presidente catalán se subió al escenario preparado por Junts y otras organizaciones, lanzó un mitin a sus simpatizantes -en el que recordó que sus ambiciones de independencia siguen intactas- y, a partir de ahí, quedó en paradero desconocido. Tras el escenario le esperaban Turull y Boye, quienes ayudaron a Puigdemont a abandonar el lugar y desaparecer burlando así el dispositivo policial.
‘Operación Jaula’
Al perderle el rastro, los Mossos activaron la denominada Operación Jaula, con controles en las principales vías de acceso a Barcelona -registros de maleteros incluidos- y un amplio despliegue para tratar de localizar al dirigente separatista.
Primero se peinó el área metropolitana de la ciudad. Después, el operativo pasó a afectar a toda Cataluña, con especial atención en La Junquera, precisamente el punto fronterizo por el que Puigdemont abandonaría España.
En su desesperación, los agentes llegaron incluso a buscar a Puigdemont en su casa de Gerona. Ni rastro. En el marco del dispositivo se detuvo a dos mossos que habrían participado en la huida. Uno de ellos, el propietario del coche en el que se fugó el ex presidente catalán.
El Gobierno se lava las manos
Mientras, Gobierno y Generalitat evitan asumir responsabilidades por un asunto que ha traspasado las fronteras y reclamado la atención de la prensa internacional.
Mientras Pedro Sánchez sigue desaparecido, ha sido el ministro de Presidencia el que ha dado su primera valoración, esquivando las culpas: «Todo el operativo policial corría a cargo de los Mossos, que es la policía competente», afirmó Félix Bolaños este viernes, 24 horas después de la reaparición de Puigdemont.
No ha habido más explicaciones. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha reclamado responsabilidades y dimisiones a Sánchez porque «lo de ayer es incalificable y no puede quedar impune». «Ante esta farsa, el Gobierno no puede seguir de vacaciones riéndose de los españoles», ha advertido.
Por su parte, los Mossos han descargado la responsabilidad en el propio Puigdemont, y afirman que no esperaban «un comportamiento tan impropio» de quien fuera máxima autoridad de Cataluña.
El conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, ha considerado que el objetivo de Puigdemont y de Junts era «dinamitar» el pleno de investidura de Salvador Illa, «sencillamente porque no le gustaba el resultado».
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