Reunión PSOE-Bildu

El PSOE negocia en Navarra con Adolfo Araiz, miembro de la etarra Mesa Nacional de Herri Batasuna

ETA
Adolfo Araiz, portavoz de Bildu en el Parlamento de Navarra.

La negociación de los Presupuestos de Navarra ha evidenciado la fotografía que el PSOE negó con insistencia: sentados, cara a cara, decididos a pactar con Bildu. La formación de Arnaldo Otegi ya fue imprescindible para que María Chivite fuese investida presidenta. Ahora, puede serlo para que sus cuentas salgan adelante, un gesto de importancia colosal para sostener la legislatura. De ahí que la socialista no ponga ya reparos a recibir a los proetarras, en el mismo despacho presidencial y con cámaras delante. A la cita de este miércoles, diseñada por su propia iniciativa, Bildu envió a dos de sus pesos pesados: Bakartxo Ruiz y Adolfo Araiz. La escenificación perfecta de que el Gobierno socialista está en sus manos.

Araiz (Tafalla, 1961), es un histórico referente del entorno proetarra. Dirigente de Batasuna y defensor de la estrategia que conllevó numerosos asesinatos de ETA en esta comunidad, integró, entre 1991 y 1997, la  Mesa Nacional de HB.

En diciembre de ese año, el ahora portavoz de Bildu ingresó en prisión por colaboración con banda armada -por ceder los espacios electorales a un vídeo propagandístico de ETA- para cumplir una condena de siete años que luego fue anulada por el Tribunal Constitucional al entender que no existían pruebas. El dirigente de Bildu, negociador aceptado por los socialistas, siguió en la cárcel hasta dos años después.

«Socialización del terror»

Licenciado en Derecho, Araiz fue defensor de la ponencia ‘Oldartzen’, la estrategia de la banda terrorista que defendía una «socialización del terror». Esto es, el asesinato sistemático de políticos, funcionarios o periodistas, civiles de bajo perfil, bajo la premisa: «Si se golpea a un eslabón bajo de la cadena política, la propia cadena magnifica el golpe y llega a atemorizar a toda la cadena». El objetivo: poner contra las cuerdas al Estado con una generalización del sufrimiento y la violencia.

Esa táctica se llevó, por ejemplo, a Gregorio Ordóñez, a Fernando Múgica, a Alberto Jiménez Becerril y a su mujer, Ascensión Ortiz, o a Fernando Buesa, entre muchos otros. En Navarra, el terrorismo acabó también por aquel entonces con la vida de Tomás Caballero o de José Javier Múgica. Araiz, denunció en su día UPN, se negó a condenar 137 asesinatos de ETA.

Se retiró de la política y en 2002, logró una plaza en la Mancomunidad de Sakana, donde ejerció como gerente durante 12 años. Tras ese tiempo, regresó. Se acogió a una excedencia y fue designado cabeza de lista de Bildu, a propuesta de Sortu, para concurrir a las elecciones al Parlamento de Navarra de mayo de 2015.

El dirigente de Bildu ya había sido uno de los abogados que recurrieron la ilegalización del partido alegando ante el Constitucional que la decisión estaba basada en «juicios de intenciones» que «pugnan groseramente con el régimen de libertad de creación de partidos garantizado por la Constitución».

Araiz acudió a la reunión acompañado de Bakartxo Ruiz, impulsora y portavoz parlamentaria de Bildu, y hermana de Zigor Ruiz, condenado en enero 2012 por la Audiencia Nacional a 11 años de cárcel por pertenencia a ETA y falsedad en documento oficial. El Supremo dejó finalmente la pena en dos años porque ya había sido condenado por ser militante de SEGI, la rama juvenil de la banda.

La Audiencia declaró probado que Ruiz integraba un ‘talde’ -no fichados-«preparado e instruido» para entrar en acción cuando lo decidiera la dirección de ETA y se encontraba «en disposición de llevar a cabo actuaciones de carácter terrorista en el territorio nacional», según informó Europa Press.

Bakartxo Ruiz, como  informó OKDIARIO,  protagonizó, en 2012, un encierro en el Parlamento navarro para defender al etarra Bolinaga, uno de los secuestradores de Ortega Lara. 

Sus promotores consideraban que era «inhumano» mantener encarcelado a un etarra condenado, entre otros, a 32 años de cárcel por el secuestro de Ortega Lara; a 145 por el atentado contra una patrulla de la Guardia Civil en 1987, que causó la muerte a dos agentes y heridas a doce; y a 33 por el asesinato, en 1983, del guardia civil Mario Leal Baquero.

Con la reunión de este miércoles, Chivite confirma lo que siempre negó. Tanto ella, como el presidente en funciones, Pedro Sánchez, como el resto del partido: que jamás se sentarían a negociar con los de Otegi. No sólo lo ha hecho. Lo ha hecho con una de las caras visibles durante la etapa más oscura de ETA. La fotografía confirma que la socialista está en manos de los proetarras. Si ya fueron definitivos para la investidura, lo son también para sostener todo su mandato.

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