España
PLAN ESPAÑA 2050

Sánchez les dice a los españoles que pagar más impuestos aumentará su «satisfacción vital»

  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

El Gobierno de Pedro Sánchez desgrana a lo largo de las 676 páginas de su ‘Plan España 2050’ las propuestas que considera imprescindibles para la transformación del país. Entre ellas, claro está, la subida de impuestos, que para el Ejecutivo resulta ineludible. La intención de Sánchez es aumentar la presión fiscal hasta el 43% del PIB en las tres próximas décadas, es decir, ocho puntos más que ahora. Lo llamativo es cómo el Gobierno trata de justificar ese ‘hachazo’: se lo vende a los españoles como una «oportunidad» para aumentar su «satisfacción vital». 

Así se recoge, en concreto, en el dossier sobre el «noveno desafío» del plan: ‘Ampliar las bases de nuestro bienestar futuro’. 

Bajo el epígrafe ‘Oportunidades que traerá el futuro para aumentar la satisfacción vital de la ciudadanía’ se defiende que «una de las claves para aumentar nuestro bienestar futuro es lograr un crecimiento socialmente inclusivo que consiga reducir nuestros elevados niveles de riesgo de pobreza y desigualdad de ingresos».

Para ello, profundiza el plan, «será necesaria una profunda reorganización de los ingresos (sistema fiscal) y los gastos (prestaciones sociales y servicios públicos) públicos: debemos recaudar más y mejor, para gastar más y mejor en partidas tan claves para el bienestar futuro como la sanidad o los servicios de cuidado».

Más impuestos

El Gobierno defiende a lo largo del documento su plan fiscal, que incluye el incremento de impuestos y la creación de otros nuevos. Según Sánchez, el sistema fiscal español recauda menos y redistribuye la renta y la riqueza peor que otros países europeos, fundamentalmente por las características del sistema productivo y también por el peso de la economía sumergida.

Entre otros, el Gobierno propone elevar progresivamente los impuestos al consumo de diésel y gasolina, plantea un impuesto sobre el uso del vehículo que tenga en cuenta sus características (peso, potencia y emisiones de contaminantes atmosféricos y gases de efecto invernadero) y prevé la introducción de la «tasa del viajero frecuente» o impuestos a los billetes de avión según la distancia al destino para reducir el impacto sobre el medio ambiente. El plan también avanza impuestos sobre bebidas alcohólicas y tabaco.

El dinero y la felicidad

El Gobierno destaca que «en España aún hay muchas cuestiones materiales e inmateriales que afectan negativamente al bienestar de la ciudadanía, y que le impiden alcanzar a los países más desarrollados de la UE». Así, recoge que, en 2019, un 10% de nuestra población se consideraba «no muy satisfecha» con su vida y un 2% «nada satisfecha».

«Aunque es cierto que el dinero no puede comprar la felicidad, los ingresos constituyen uno de los factores clave para el bienestar subjetivo de la población, sobre todo cuando son reducidos e inciertos», reflexiona el Ejecutivo.

A continuación, añade que «las diferencias de satisfacción vital se reducen mucho entre personas con ingresos altos y muy altos». «Por ejemplo, entre quienes ganan 4.500 y 6.000 euros al mes en España, el porcentaje de insatisfacción es prácticamente el mismo. Esto nos sugiere que, a partir de un cierto punto, más dinero no da más felicidad».

El documento prosigue analizando que «a partir de un cierto nivel de ingresos, el bienestar subjetivo no se incrementa (efecto “saciedad”)», ya que la población «se va adaptando a la nueva situación de ingresos y empiezan a entrar en juego otros elementos igualmente importantes para su calidad de vida».

El Gobierno admite la situación de inestabilidad del empleo en España y señala que «la precariedad y las largas jornadas laborales hacen que sea percibido por una parte importante de la población como un “mal necesario”, y que más de la mitad de las personas ocupadas sufran estrés en su puesto de trabajo».

Pesimismo en el futuro

El pesimismo de los españoles sobre el futuro es un hecho, según el plan ‘España 2050’. Cuando son preguntados por sus expectativas sobre las condiciones de vida en nuestro país durante los próximos 15 años, «sólo un 21% espera que estas sean mejores a las actuales», recoge el informe.

Entre las soluciones, además de las anteriormente mencionadas, se propone resolver las «carencias del mercado de trabajo», avisando que «si durante las próximas décadas no logramos resolver problemas actuales como el elevado desempleo estructural, la alta precariedad (temporalidad y parcialidad no deseadas) o las extensas jornadas laborales, la transformación tecnológica y las nuevas formas de trabajo podrían traducirse en un mayor deterioro de las condiciones laborales en nuestro país» y «ello elevaría aún más la insatisfacción laboral de nuestra ciudadanía, la cual es ya la principal fuente de frustración en España».

En este contexto, las ‘recetas’ del Ejecutivo para aumentar la satisfacción de los ciudadanos pasan por fomentar el «cambio tecnológico», apostando por ejemplo por la Inteligencia Artificial; transformar la cualificación de los españoles -«las escuelas deben entenderse no sólo como espacios donde se adquieren conocimientos, sino también como espacios de socialización»; reforzar el Sistema Nacional de Salud y los servicios sociales y apostar por la «transición ecológica», con «ciudades más verdes y habitables, y ciudadanos con mejor salud y más alternativas para el disfrute del ocio».