María Sevilla, presidenta de 'Infancia Libre'

El padre del niño secuestrado por la asesora de Podemos perdió la custodia por una denuncia falsa

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Carlos Cuesta

El padre del niño secuestrado por la asesora de Podemos en materia de protección a la infancia, María Sevilla, perdió la custodia de su hijo por una falsa denuncia de abuso de menores. Fue acusado de lo peor que él podía imaginar. Y, encima, de hacérselo a su propio hijo. Y, pese a que las exploraciones iniciales determinaron que la acusación era totalmente falsa y que ni siquiera se admitió judicialmente, lo cierto es que su ex mujer pudo seguir estirando la acusación durante dos años sin que el padre pudiese ver al hijo salvo en las citas judiciales. Un periodo en el que ella preparó el secuestro del niño y su fuga.

El padre estuvo dos años sin poder ver a su hijo hasta que se cerraron, en sede judicial, todas las opciones de denuncia de María Sevilla, presidenta de la asociación Infancia Libre. Fue entonces cuando ella se dio a la fuga y ya no se la pudo localizar.

OKDIARIO ha hablado con el padre. Él sólo quiere ya ayudar a su hijo a «evitar las secuelas» de este periodo. «Todos mis recursos los pondré para que mi hijo tenga las mínimas secuelas posibles. Yo estoy destrozado, pero he recuperado a mi hijo. Ahora lo que importa es él».

Es el relato de una persona que acaba de vivir en carne propia los fallos de una legislación que permite apartar a un padre de su hijo por una denuncia y seguir con trámites judiciales casi eternos en la medida en la que se toca una tecla: la de una denuncia por abuso.

La madre, además, tenía influencia. Ella tenía contactos políticos que, supuestamente, avalaban su lucha en defensa de la protección infantil. Su lucha contra el maltrato de los padres a sus hijos. Por eso entró en el círculo de influencia de Podemos. Y por eso participó en 2017 en un acto con parlamentarias de Unidos Podemos para reclamar al Ejecutivo mejorar la protección a los menores que sufren agresiones o abusos sexuales.

Pocos meses después, sin embargo, se lanzaba una orden de busca y captura porque, tras la resolución judicial definitiva de este caso, la Justicia ordenaba dejar al niño con el padre. El problema es que ya era tarde: ella se había fugado y escondido llevándose al hijo secuestrado.

Se encontraba en busca y captura desde septiembre de 2018 por incumplir esa sentencia judicial que otorgaba al padre la custodia de su hijo, de once años, tras un divorcio.

«Yo entiendo que se activen las alertas cuando hay una denuncia así. Pero la Justicia ha sido muy lenta…», señala el padre con pena. Y efectivamente lo fue. Tanto que a veces «parece como si en España no se pudiese dar la custodia a un padre», señala el padre.

Los investigadores ahora comprueban que el niño no ha sido escolarizado, ni atendido en ningún centro sanitario de España durante dos años.

Y detectan que Sevilla ha logrado usar las agujeros legales para huir y esconderse en una finca de 6.000 metros cuadrados en una urbanización despoblada y totalmente vallada, con medidas de seguridad que impedían comprobar lo que sucedía en su interior.

El padre del pequeño ha descrito con lástima lo vivido a este diario. “Ella ha estado asesorada y se ha ocultado muchísimo. Ha tenido que tener ayuda de alguien porque si no, no se puede entender. La Policía Judicial se ha empleado a fondo como si se tratara de una banda organizada” dice el progenitor que ha tardado varios meses en encontrar, con ayuda de la Policía y desde que logró que se dictase la orden de busca y captura, a su hijo desaparecido.

“Estaban encerrados como si fuera un búnker. Mi hijo salía un poquito por la noche a que le diera el aire”. “Yo estoy ya con el niño. Está anímicamente bien… pero trae muchos problemas. El sábado fuimos a comer a un restaurante y fue horrible. No había ido nunca a un restaurante a comer. Le han destrozado, después de no ir al colegio en dos años está con un nivel académico por los suelos” relata el padre.

“Lo que más me preocupa son las secuelas que le van a quedar a mi hijo. Es lo que más preocupa. Y es por lo que hay que luchar ahora con todos los medios a mi alcance, con psicólogos, para reducir esas secuelas al mínimo”.

Ahora sé cosas que si hubiera sabido en su momento me habría vuelto loco. Sé que estaban encerrados, con una parcelita. Veían telenovelas, se levantaban tarde. No he querido forzarle a que hable. Aún no sé mucho de lo que han vivido”.

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