España
Menas en Canarias

El motín de menas armados que destrozaron un edificio en Canarias se salda con una sola condena a prisión

  • PELAYO BARRO Y LUIS MIGUEL MONTERO

Tres años y seis meses de prisión por atentado a los agentes de la autoridad y desórdenes públicos. Esa ha sido la pena que ha recibido un marroquí mayor de edad que en febrero de 2021 capitaneó una violenta revuelta en unos apartamentos turísticos reconvertidos en centro de menas en Moguer (Gran Canaria). El motín, el más grave de las decenas de ellos que se registraron en aquellos meses en Canarias y que pusieron a prueba el aguante de los vecinos del municipio, dejó el inmueble destrozado y obligó a actuar a los antidisturbios de la Guardia Civil.

El relato que hace la sentencia de la Audiencia Provincial de Gran Canaria, a la que ha tenido acceso OKDIARIO, parece sacado de una película: «A las 22:30 horas del día 8 de febrero de 2021, con ánimo de perturbar de forma grave la paz y la tranquilidad del resto de residentes del centro y de los trabajadores del mismo (…) el encausado, quien portaba una pata de madera arrancada de la cama de una habitación, en compañía de los otros cuatro menores de edad, quienes también portaban cadenas, palos de madera o cristales, con los cuales amedrentaban a los residentes del citado complejo que no se sumaban a la revuelta, provocaron una alteración multitudinaria en el centro e instaron a los demás a sumarse a ella».

Esos apartamentos, alquilados por el Gobierno canario a toda prisa para alojar a la oleada de inmigrantes llegados a Arguineguín en pateras, rápidamente se convirtieron en un foco de conflictos e inseguridad que explotó esa noche del 8 de febrero de 2021. La sentencia recoge que el ahora condenado -mayor de edad- y sus cuatro compinches iniciales rápidamente se convirtieron en una veintena. Armados, recorrieron el centro amedrentando a otros compañeros, destrozando los inmuebles y obligando a los trabajadores del centro a buscar refugio. Desde allí avisaron a la Guardia Civil, que ya conocía el lugar, puesto que había tenido que presentarse allí en múltiples ocasiones.

Esta vez, recoge la sentencia, los agentes llegaron equipados con material y protección antidisturbios. Había un motín en marcha y sus protagonistas iban armados. Les recibieron con «barricadas construidas con sillas, microondas y cristales en el suelo, agua con jabón derramada en el mismo, cuya finalidad era impedir el acceso de los agentes al interior del complejo y la detención de los autores».

«El encausado, junto con los menores que le seguían, lejos de deponer su actitud y una vez tuvieron conocimiento de la entrada de los agentes en el complejo (…) les lanzaron diferentes objetos, como garrafas de agua llenas o pequeños electrodomésticos, llegando a correr peligro sus vidas». Tras varias horas de actuación policial, los agentes de la Guardia Civil consiguieron detener al cabecilla.

La situación de inseguridad en dicho centro se agravó de tal manera durante la estancia de los menas en esos apartamentos que los agentes de la Guardia Civil llegaron a requerir la presencia del GRS, los Grupos de Reserva y Seguridad del cuerpo que actúan ante graves disturbios.