España

‘Kichi’ cabrea a los podemitas al conceder la Medalla de Oro de Cádiz a la Virgen del Rosario

A Podemos se le cae el discurso cada dos por tres: no hay forma de que case palabras con hechos ni en los grandes ni en los pequeños asuntos, véanse el Coca-Colagate de Ramón Espinar -por el que hasta el presidente del Gobierno le mete ‘zascas’- o que, como se ha sabido en las últimas horas, Íñigo Errejón vaya a dar una ponencia sobre «dignidad investigadora» cuando era beneficiario de una beca ‘black’ de la Universidad de Málaga. Hay muchos más ejemplos.

El alcalde de Cádiz, José María González, ‘Kichi’, es uno de los mayores maestros en no predicar con el ejemplo. Acosado por ciudadanos indignados en los plenos al ser inoperante con cada uno de los problemas que se propuso resolver en su comparsa electoral, toma medidas que no sólo no prometió sino que además echan abajo el ‘argumentario’ y mitineo de los morados.

Ocurrió con su aval a un contrato de Navantia en Arabia Saudí, país de cuyo régimen se han servido todos, de Pablo Iglesias hacia abajo, para meterse especialmente con el Rey o los grandes empresarios españoles en busca de oportunidades. Y ocurre ahora con la concesión de la Medalla de Oro de la ciudad, de Cádiz, a la Virgen del Rosario, patrona, decisión que recuerda a otra, aquella del Gobierno, por la que los podemitas han gastado toda la artillería.

Jorge Fernández Díaz, en calidad de ministro del Interior, concedió en 2014 la más alta condecoración policial a Nuestra Señora María Santísima del Amor, dando lugar a gran revuelo en la izquierda, que aún usa este hecho en sus intervenciones o tertulias para sacudir al PP. Quién iba a pensar que su continuador iba a ser el mismísimo ‘Kichi’, en respuesta a una iniciativa ciudadana que ha contado con más de 6.000 firmas y que el regidor y su equipo han respaldado, con la abstención de sus socios de Ganemos.

Hace apenas unos días, el mismo protagonista, ‘Kichi’, dejó sin Procesión Magna a la Hermandad del Rocío porque la carreta va tirada con mulos y eso entra en conflicto -asegura- con la ordenanza que prohíbe «espectáculos con animales». Será la única congregación que no pueda participar en una cita que se lleva preparando varios meses y esperando años por los cofrades gaditanos.

Estos vaivenes sólo han conseguido enfadar más a los que ya tenía enfadados y no le votaron y también a quienes apostaron por él. La bronca no es pequeña entre los suyos y su soledad es cada día más notable de cara a la intentona de un nuevo mandato.