Un informe de Defensa tumba la euforia verde de Rivera y Belarra: propone la “flexibilidad nuclear” ante Rusia
Un informe elaborado en abril del pasado año por el Instituto Español de Estudios Estratégicos, dependiente del Ministerio de Defensa, plantea la “flexibilidad” de la energía nuclear como una alternativa a la dependencia de Rusia. El estudio rompe el mantra antinuclear de un Gobierno en el que, tanto la postura de la ministra socialista Teresa Ribera, como la de la podemita Ione Belarra, han convertido la energía nuclear en un tabú absoluto, pese a que los precios de la luz se han disparado por la híperdependencia del precio eléctrico de mercados controlados por Rusia.
El informe se tituló Energía y Geoestrategia 2021. La autoría corresponde al Instituto Español de Estudios Estratégicos, del Ministerio de Defensa, de la mano del Comité Español del Consejo Mundial de la Energía y el Club Español de la Energía.
En este estudio no se oculta la delicada situación geoestratégico de Europa y dentro de ella España por culpa de Rusia. “Más difícil será para la UE definir una diplomacia energética con Rusia enteramente coincidente con la de EEUU (el caso del gasoducto Nord Stream 2, mencionado por Borrell, es un ejemplo)”, destaca el informe. Y ello, “aunque el impulso a una mayor diversificación del suministro de gas natural a Europa que corrija la excesiva dependencia del gas ruso debería ser una prioridad estratégica para la UE”. Todo un comentario viniendo del organismo encargado del estudio estratégico dentro de Defensa.
El informe va a más y combate otro empeño de la ministra de Transición Energética, Teresa Ribera, obstinada en el bloqueo de un nuevo gasoducto entre España y Francia -el Midcat- para poder inyectar gas natural desde España hacia el norte de Europa tras adquirirlo en el Mediterráneo. Un proyecto pensado, de nuevo, para que el norte de la UE abandone la dependencia del gas ruso. “Esto supone incrementar las importaciones de GNL (gas natural licuado) y probablemente, […] otorgar más importancia al corredor sur de gasoductos procedentes de Argelia; España podría asumir un mayor protagonismo en esta estrategia, no solo por sus gasoductos de conexión con África del Norte, sino por su infraestructura de gasificación y almacenamiento que, con una adecuada red de interconexiones con el resto de Europa, ayudaría a potenciar la diversificación del suministro europeo”.
Lecciones
El informe debate abiertamente sobre la energía nuclear y añade que “durante la experiencia de la Covid-19 se han visto, por tanto, nuevos modelos de oferta y demanda de energía, en línea con los que habían sido ampliamente predichos para un futuro más lejano”. Y aclara que “en el proceso, quizás extraigamos algunas lecciones prácticas que, aunque en línea con las tendencias generales explicadas anteriormente, no eran necesariamente obvias por adelantado. Por ejemplo, estas son algunas posibles lecciones para el futuro del sector eléctrico para el Reino Unido y otros países”. Y en ese momento aborda el “papel de la energía nuclear”. Y es que, subraya, “muchos observadores de la industria han visto la descarbonización como una justificación para un renacimiento nuclear, argumentando que ninguna otra fuente puede proporcionar grandes cantidades de electricidad de carga base segura y sin carbono”.
El estudio reconoce la existencia de problemas: “Aun así, la experiencia de 2020 sugiere que puede que la energía nuclear no ‘encaje’ tan bien en un sistema descarbonizado ‒el concepto de ‘carga base’ está empezando a ser menos relevante y la generación de grandes cantidades de producción inflexible está resultando ser más un problema que una solución en un sistema dominado por las renovables‒”. Pero reconoce que “si la energía nuclear ha de tener un papel en un futuro de bajo carbono, quizás deba hacerlo proporcionando flexibilidad, más que energía de carga base. De hecho, en Francia, parece que esto ya está ocurriendo; el operador del sistema francés se ha descrito a sí mismo como ‘un acróbata permanente’. El diseño y la gestión de cualquier central nuclear nueva quizás deba tener que basarse en sus habilidades acrobáticas”. Una conclusión que introduce en la variable energética a la nuclear, algo que ni Ribera ni Podemos aceptan.
El estudio añade que “con los costes reflejados en el último informe de la NEA/IEA y, dado su potencial de oferta de firmeza y flexibilidad al sistema eléctrico, la generación eléctrica nuclear podría tener un cierto peso en el mix de generación descarbonizada”.
Una única barrera
La principal barrera, señala, es puramente de opinión pública. El mayor obstáculo, “sin embargo, es el rechazo de una parte significativa de la opinión pública (variable en los diferentes países) por desconfianza en la seguridad de las instalaciones nucleares, sobre todo después del accidente de Fukushima en Japón. Aunque el riesgo de accidente nuclear (cuantificado como el producto del daño esperado por su probabilidad, más una prima de riesgo) representa una parte pequeña del coste total de generación nuclear, la percepción de una parte de la opinión pública atribuye una cuantía a este riesgo muy superior al generalmente estimado y considera la continuidad de esta tecnología inaceptable”.
“La traducción de esta situación en el posicionamiento político de los gobiernos ha sido diversa en Europa. Mientras algunos países, como por ejemplo Alemania y España, han programado el abandono de la tecnología nuclear, otros como Francia y Reino Unido previsiblemente seguirán contando a largo plazo con la generación eléctrica nuclear”, apunta el estudio. Que señala que “hay factores geopolíticos que condicionan esta elección. Parece difícil que países que siguen considerando el arma nuclear como un elemento central de su estrategia de defensa decidan abandonar los usos civiles de esa energía. Esto explicaría en parte la posición francesa y británica. En el caso francés, además, juegan razones de política industrial: la tecnología nuclear forma un nicho industrial donde Francia presenta un posicionamiento destacado”.
Y concluye con una frase significativa: “En todo caso, pueden utilizarse argumentos de carácter geopolítico para defender la continuidad de la tecnología nuclear tanto en EE. UU. como en Europa”.
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