España
El chalet de Galapagar

Iglesias exigió blindar el casoplón todo el verano pero la Guardia Civil ya está retirando efectivos

El vicepresidente Segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, exigió mantener durante todos el verano -los meses de julio y agosto- el gran despliegue de seguridad de la Guardia Civil en los alrededores de su chalet de Galapagar (Madrid). Meses en los que la familia Iglesias-Montero hace uso intensivo de la finca con piscina donde residen. Sin embargo, la Guardia Civil no lo vio necesario: ya se ha retirado el grueso del operativo.

La casa de Iglesias sigue protegida por agentes de la Guardia Civil. Sin embargo, a diferencia de la situación en que se encontraba hace unas semanas, la zona ya no está plagada de efectivos de la Benemérita (hasta medio centenar llegó a haber). Ni tampoco hay presencia del GRS, la unidad de élite que el Ministerio del Interior desplegó en los alrededores de la finca del vicepresidente.

El número de efectivos ha disminuido considerablemente, pero lo han hecho sin el beneplácito del propio Pablo Iglesias. Según ha confirmado OKDIARIO de fuentes de la Guardia Civil, el vicepresidente -a través de su equipo de escolta- solicitó mantener un alto número de agentes de vigilancia durante los meses de verano.

Lo hizo, explican estas fuentes, alegando que la zona exterior de la vivienda -el jardín, la piscina- son áreas muy utilizadas por la familia en los meses estivales, y por tanto cualquier grito o estruendo que se produzca fuera de la finca podría perturbar la vida familiar de los Iglesias-Montero. Además de la vida animal del parque natural que hay junto a la vivienda, que fue la excusa que esgrimió Interior para prohibir tajantemente cualquier cacerolada en las inmediaciones del chalet.

«No es necesario»

Sin embargo, en este asunto se impuso el criterio de la Guardia Civil. Según explican fuentes policiales que participaron en esta decisión, los informes que la Comandancia de Madrid remitió a la Delegación del Gobierno constataban con el paso de los días que el número de manifestantes había descendido considerablemente, que apenas se producía ruido, ya que estos cumplían escrupulosamente la prohibición de caceroladas y que, sobre todo, no había «carácter violento» detrás de los manifestantes. Por tanto, las tareas de vigilancia podrían llevarlas a cabo perfectamente miembros de la seguridad ciudadana.

Además, esgrimió la Guardia Civil, un despliegue de estas características, con medio centenar de agentes y cerca de una veintena de vehículos, estaba minando la capacidad operativa de los puestos de la zona y de la Compañía de San Lorenzo de El Escorial -responsable de la zona norte de Madrid-. De estos puestos provenían gran parte de los agentes enviados a diario por Interior para frenar las caceroladas, y en estos meses de verano su trabajo en la zona de la sierra se multiplica por las vacaciones estivales (y también por los turnos de vacaciones de los propios agentes). Hacen falta en otros sitios.

Blindar a Iglesias

En las semanas en las que se generalizaron las caceroladas en todo Madrid, entrado ya el mes de mayo, la casa del vicepresidente segundo se convirtió también en uno de los epicentros de estas protestas.

Desde el primer momento, Interior destinó un operativo de agentes de la Guardia Civil del puesto de Galapagar para proteger la vivienda. La orden fue directa del ministro Fernando Grande-Marlaska.

Ese operativo fue creciendo con el paso de las semanas. Primero fueron cinco vehículos y una decena de agentes. A los pocos días, con el éxito de estas convocatorias, se añadieron más agentes de los puestos cercanos como San Lorenzo de El Escorial o Torrelodones, y se sumaron más vehículos para rodear todas las pistas que circunvalan la finca.

Incluso se llegó a cortar el tránsito a pie por la vía que transcurre frente a la puerta principal de la casa de Iglesias. Ese corte de la calle aún continúa a día de hoy, aunque fuentes de la Guardia Civil explican que se podría dar por terminado en las próximas semanas.

Medio centenar de agentes

El Ministerio del Interior reforzó a principios del pasado mes de junio el dispositivo de seguridad instalado en las inmediaciones de la casa de Iglesias y Montero. El chalet en el que residen en Galapagar pasó de tener apenas media docena de agentes -más los dos que se encuentran en la garita- a estar rodeado por al menos medio centenar agentes y una veintena vehículos.

La casa y los alrededores se llenaron de agentes. Incluso podían verse desplegados hasta a 300 metros de la vivienda. Entre el grupo, según informó OKDIARIO había al menos 3 suboficiales al frente que daban las órdenes diarias del despliegue y vigilaban que el operativo se realice sin complicaciones.

El número de agentes variaba según el día de la semana: los sábados las marchas con banderas y cacerolas eran más numerosas, y ese día solía producirse un ligero refuerzo de agentes, en torno a media docena extra.

A ellos se le sumaba el retén de dos agentes que están las 24 horas en la garita situada frente al chalet.

Una unidad de élite

Entre los agentes desplazados hasta Galapagar también había miembros de una de las unidades de élite de la Guardia Civil, los Grupos de Reserva y Seguridad. Una decena de agentes, encuadrados en el grupo Nº 1 de esta unidad, ha sido desplegado en la zona por orden de Interior.

Los GRS son expertos en control de multitudes, van equipados con un uniforme verde oscuro y una boina negra. Fueron las unidades que se desplegaron también en los pueblos de Cataluña contra el referéndum ilegal del 1-O en 2017.

Otra de las misiones encomendadas a los GRS es la protección de altas personalidades del Gobierno. Este verano el Ministerio del Interior les encargó formar el grueso del equipo de protección que veló por la seguridad del presidente Sánchez y su familia durante sus vacaciones en Doñana. Han participado en misiones internacionales.

Agentes de paisano

En el operativo también había agentes de paisano. Lo pudo comprobar in situ OKDIARIO durante una de las protestas que se celebraron en los alrededores del chalet. Un turismo de color negro, sin ningún tipo de identificador policial y con dos ocupantes con apariencia de civiles, se dirigió hacia la zona donde comienza el corte de la vía pública frente al domicilio de Iglesias. Varios agentes trataron de cerrarles el paso, mientras otro les advertía: «Tranquilos, son compañeros».