El ‘gurú’ Redondo alertó en 2018 en el Congreso sobre la «importancia de la detección precoz» de las epidemias
El secretario de Estado, mano derecha del presidente del Gobierno, dirige ahora el llamado "grupo de desconfinamiento progresivo", que diseña la salida del estado de alarma
En octubre de 2018, el director del Gabinete de la Presidencia, Iván Redondo, destacaba en el Congreso de los Diputados la importancia de la «detección precoz» en el caso de pandemias, además de la «necesaria comunicación adecuada de la información». Poco más de un año después, esa alocución quedaría en evidencia: el Gobierno fue incapaz de anticiparse a la crisis del coronavirus y es ampliamente cuestionado por su política comunicativa, que esconde incluso el número real de fallecidos.
Redondo, mano derecha del presidente del Gobierno y el verdadero poder en la sombra en La Moncloa, dirige ahora el llamado «grupo de desconfinamiento progresivo», que diseña la salida del estado de alarma.
El 16 de octubre, acudió al Congreso para presentar la Estrategia de Seguridad Nacional y el informe correspondiente al año 2017. Un plan elaborado por el Gobierno de Mariano Rajoy, pero refrendado por el Ejecutivo socialista.
En su intervención, entusiasta, Iván Redondo destacó el «desafío» de las pandemias y epidemias «con un incremento de las situaciones de riesgo asociadas a enfermedades infecciosas» y puso el foco, de acuerdo al informe de Seguridad Nacional, en «la importancia de la detección precoz de los eventos que pueden suscitar crisis de salud pública», además de la «necesaria comunicación adecuada de la información».
En este contexto, señaló que en el año anterior se habían desarrollado actuaciones en «diversos planos» con el «objetivo general de adoptar planes de preparación y respuesta ante los riesgos sanitarios, siguiendo el principio de la coordinación de la Administración General del Estado y las administraciones autonómicas y con los organismos internacionalmente competentes».
Redondo destacó en su intervención la «visión anticipatoria y de previsión» de la estrategia y avisó sobre la «complejidad de las amenazas y desafíos a los que tenemos que hacer frente en un mundo interrelacionado e interconectado». «La anticipación y capacidad de resistencia y recuperación son principios básicos que han de orientar la política de seguridad nacional», aseveró en la sesión de la Comisión Mixta de Seguridad Nacional.
«Estar preparado»
Insistió también en la necesidad de «estar preparado para liderar acontecimientos y anticipar desafíos» y para ello, consideró convencido, «es necesario entender los procesos de cambio globales y su incidencia en la seguridad, realizar un diagnóstico ajustado del entorno estratégico y de las amenazas y desafíos que de ese entorno se derivan, comprender su impacto en la seguridad nacional y determinar, en consecuencia, las capacidades necesarias para hacerles frente de manera integral, pronta, ágil y adaptativa».
La intervención apasionada de Iván Redondo dio lugar a un comentario jocoso por parte de quien por entonces era presidente de la Comisión, José Manuel García-Margallo, quien celebró: «Muchas gracias, señor secretario de Estado, por su exposición y por su entusiasmo, que no habríamos podido igualar ninguno de los miembros del Grupo Parlamentario Popular».
Poco más de un año después aquella defensa apasionada de la anticipación frente a las amenazas quedó en papel mojado.
La Estrategia de Seguridad Nacional de 2017, efectivamente, profundizaba en los riesgos asociados a nuevas enfermedades emergentes e insistía en la necesidad de «reducir la vulnerabilidad de la población a los riesgos infecciosos cuando es factible» y «la probabilidad de introducción de riesgos infecciosos mediante el control e inspección de mercancías en frontera, así como la probabilidad de transmisión interna de enfermedades».
El informe de Seguridad Nacional de 2018, aprobado ya bajo mandato socialista, era también claro: «El creciente volumen de viajes internacionales, los grandes movimientos de población, las enfermedades animales y la circulación de microorganismos tienen un impacto en la seguridad frente a epidemias y pandemias».
En este contexto, se advertía que «el incremento en los viajes internacionales observado en los últimos años, unido al gran número de viajeros que se desplazan a destinos en los que las condiciones sanitarias son deficientes, hace que sea necesario adoptar medidas preventivas, así como mantener los mecanismos de vigilancia y control de sanidad exterior». Todo ello ignorado por el Gobierno, que durante semanas toleró la llegada de viajeros procedentes de zonas de riesgo pese a que el coronavirus estaba ya desatado en nuestro país.
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