Feijóo y Abascal pactaron en su cita secreta hacer una campaña «sin reproches» si hay repetición electoral
Santiago Abascal y Alberto Núñez Feijóo acordaron que, si se repiten las elecciones, deberán huir de estridencias que desmovilicen el voto
Así fue la cita secreta entre Feijóo y Abascal: ‘pacto de no agresión’ y acelerar acuerdos autonómicos
Abascal: «La culpa no fue nuestra sino de una gigantesca manipulación de las encuestas»
Uno de los asuntos que se trató en la reunión secreta celebrada el pasado miércoles en Madrid entre el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y el de Vox, Santiago Abascal, fue la necesidad de aparcar las diferencias entre ambas formaciones -o al menos, no hacerlas públicas de forma tan evidente- en caso de que ninguno de los bloques consiga los apoyos suficientes para una investidura y España se dirija a una repetición electoral. Uno de los errores a los que ambos partidos achacan los insuficientes resultados del 23J. En el futuro, ambos buscarán evitar posiciones abiertamente hostiles como la que escenificó la ahora presidenta de Extremadura, María Guardiola, que en Vox entienden que reforzaron la campaña de Sánchez.
Ni reproches ni ataques cruzados. Tanto PP como Vox están de acuerdo en que, si se repiten las elecciones, el tono de la campaña no puede ser el de la pasada. Uno de los orígenes de la desmovilización en el tramo final de la campaña, tal y como reflejaron las principales casas de encuestas cuando apuntaban al repunte del PSOE en los días previos al 23J.
La parte más crítica en la reunión al respecto, según ha sabido OKDIARIO, fue la que planteó Abascal. Desde Vox trasmitieron al PP que los «ataques» recibidos por parte de algunos dirigentes de Génova, tanto nacionales como autonómicos, fueron una de las causas de la decepción electoral en la noche del 23J. No se olvidan en Bambú, sede nacional de Vox, del discurso con el que María Guardiola sentenció a los de Abascal para luego acabar pactando con ellos.
En esa reunión, Abascal le trasladó a Feijóo lo mismo que ya había verbalizado tras conocerse los resultados: las llamadas al voto útil, los ataques a Vox desde ciertos entornos del PP y desde algunos medios afines a Génova, y las encuestas sobradamente optimistas que daban por sentado el cambio de Gobierno fueron el detonante para que la campaña no lograse el objetivo de desalojar a Sánchez. Cuestiones de estrategia que, al parecer de Vox, Génova debería revisar en un futuro si finalmente el bloqueo conduce a unas nuevas elecciones. Desde la parte popular también se entendió que era necesario aparcar los reproches mutuos en caso de que se produzca esa repetición.
Estaba prevista
La reunión entre Abascal y Feijóo no fue improvisada: ambos líderes habían acordado durante la campaña que debían verse en persona una vez que pasasen las elecciones, y sus equipos se emplazaron a fijar una fecha concreta una vez conociesen los resultados. Según estas fuentes, la cita se agendó el pasado lunes, horas después de confirmarse que ambas formaciones no sumaban por sí mismas para investir a Feijóo y apenas 48 horas antes del propio encuentro.
Sobre la mesa del encuentro se puso también la idea de que allí donde PP y Vox gobiernan en coalición tras el pasado 28M, como Extremadura o la Comunidad Valenciana, se ponga en marcha cuando antes la maquinaria legislativa. Es decir, que los cambios respecto a los anteriores gestores empiecen a fructificar y a hacerse visibles.
De esa forma, entienden ambos partidos, se puede enviar un mensaje claro sobre los beneficios que puede traer un acuerdo PP y Vox, alejados de la imagen de cierto enfrentamiento que surgió del 23J. Un mensaje de «utilidad» y de capacidad de trabajo conjunto de ambos partidos. Algo que aún no se ha materializado al encontrarse las dos formaciones centradas hasta ahora en la campaña del 23J.
«No agresión»
Pero el asunto nuclear de esa reunión secreta, según aseguran a OKDIARIO fuentes que conocen detalles del encuentro, fue el análisis de los resultados del 23J y el estado en que quedaba el bloque de centroderecha tras los comicios. Un resultado que aboca a buscar apoyos de los cinco diputados nacionalistas vascos del PNV, del de Coalición Canaria (CC) y del de Unión del Pueblo Navarro (UPN). La suma de 176 diputados.
Además, se puso sobre la mesa en ese almuerzo -aunque algunas fuentes aseguran que no hubo comida como tal- un «pacto de no agresión» entre ambos partidos para evitar que el resultado del 23J se convirtiese en un arma arrojadiza entre ambos. Que las acusaciones cruzadas de haber boicoteado la campaña del contrario, que ya circulaban en la prensa desde las horas posteriores al fin del escrutinio, debían zanjarse cuanto antes si el objetivo aún era sumar una mayoría parlamentaria. Tarea muy difícil que se tornaría en imposible si PP y Vox se sumían en un clima de hostilidad manifiesta. Ambos coincidieron en la necesidad de «no hacer sangre» y mostrarse desunidos ante sus votantes. Y máxime si ambos deben volver a enfrentarse a una campaña para unas generales el próximo mes de diciembre.
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