Se estrella un dron cargado de droga en la cárcel de Ceuta a 30 metros del barrio de El Príncipe
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Está claro que a nadie le pareció mala idea colocar un centro penitenciario con capacidad para 1.100 personas al lado de uno de los peores barrios de España en lo que a delincuencia y tráfico de drogas se refiere, así que, desde noviembre de 2017, el centro penitenciario de Ceuta se encuentra a 30 metros de las primeras casas de la barriada de El Príncipe. La proximidad de un núcleo urbano considerado una de las cunas del yihadismo, escondite de narcotraficantes y centro neurálgico de todo tipo de delitos imaginables tiene que estar relacionada sí o sí con los acontecimientos que se vivieron el domingo por la mañana en el aparcamiento de la cárcel de la ciudad: un dron se estrellaba cargado de droga. No se descarta que el aparato lo estuviera operando un preso desde dentro de la cárcel.
OKDIARIO ha tenido acceso en exclusiva a las imágenes que ponen de manifiesto el nuevo riesgo que se cierne sobre la seguridad de las cárceles: el uso de drones para todo tipo de actividades delictivas intramuros. El domingo, a las 8 de la mañana, tocaba cambio de turno en la cárcel de Ceuta. Los trabajadores se dirigían a sus vehículos estacionados en el aparcamiento del centro cuando uno de ellos literalmente tuvo que esquivar un objeto que se precipitaba desde el cielo hasta impactar violentamente contra el asfalto. El artefacto volador se esparció en varios trozos sobre el suelo, y como muestra la imagen a la que ha tenido acceso este periódico, uno de esos trozos llamó especialmente la atención de los trabajadores.
El dron que acababa de estrellarse en el aparcamiento de la cárcel portaba una bolsa atada con cinta aislante en la que había droga en forma de pastillas y de hachís. Los trabajadores recogieron los pedazos del aparato, la droga y procedieron a fotografiarlo y pesarla para el oportuno parte de servicio. Pero además de eso se ha abierto una investigación porque existen dudas fundadas de que el aparato podría haber estado siendo pilotado desde dentro de la cárcel. Esta posibilidad se basa en el momento en el que se produjo el accidente, justo en el cambio de turno de los trabajadores, lo que suele permitir un momento de menor atención a los presos, que en ese momento están en sus celdas.
La droga en la cárcel dispara su precio
La otra posibilidad es que el dron hubiera estado manipulado desde la barriada del Príncipe, de cuyas primeras casas la cárcel se encuentra a apenas 30 metros en línea recta. De lo que están seguros dentro de la prisión es que desconfían de la versión que apunta a que podría tratarse de un aparato enviado desde Marruecos hasta Ceuta y que se estrellara durante el trayecto. Aunque es cierto que se han encontrado drones provenientes del país vecino esa versión no cuadra por dos motivos: la cárcel no está en la trayectoria de vuelo entre Marruecos y El Príncipe y mandar droga a la cárcel para venderla desde el barrio ceutí es un negocio muy próspero.
La misma cantidad de droga si se vende dentro de la prisión puede alcanzar hasta cinco y seis veces el valor de mercado que tiene en la calle, por eso los traficantes de droga de El Príncipe han convertido la cárcel de Ceuta en otro punto de venta más, eso sí, mucho más rentable que cualquier otro en la ciudad. La teoría de que el dron con droga interceptado en la cárcel era un aprovisionamiento de mercancía para la cárcel es la versión que gana fuerza en la investigación. De no haberse estrellado el mismo aparato debería haber salido de la cárcel con dinero procedente de la venta para regresar más adelante con más droga u objetos prohibidos como un teléfono móvil, por ejemplo.
Y es precisamente la versatilidad de este sistema lo que preocupa a los trabajadores. Hasta ahora las mercancías prohibidas se introducían en la cárcel aprovechando bien las visitas de familiares, que esconden droga u objetos prohibidos en su propio cuerpo, o incluso a través de profesionales sobornados que aprovechan sus visitas puntuales a la cárcel para ese cometido. Las limitaciones impuestas por la pandemia han provocado la innovación de este tipo de sistemas, pero a la vez ha aumentado los riesgos potenciales del mismo. Este pasado verano se frustró un plan en el que unos presos pretendían también usar un dron para introducir en una cárcel un objeto prohibido: un arma de fuego con su munición, lista para ser disparada.
Los profesionales piden más medios para detectar este tipo de artefactos, porque la duda es: si han interceptado cuatro drones en Ceuta, ¿cuántos se les ha escapado?
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