España
'Caso Begoña Gómez'

La directora de Moncloa que lleva los negocios de Begoña trabajó con Sánchez y ella en una consultora

Cristina Álvarez es amiga de Begoña Gómez y en 2018 fue enchufada en Moncloa tras trabajar ocho años juntas

Cristina Álvarez, la directora de Moncloa adscrita a la Secretaría de Presidencia que se dedica a gestionar los negocios privados de Begoña Gómez, trabajó con la mujer de Pedro Sánchez y el presidente en la consultora Inmark. Esta compañía es una empresa de trabajo temporal que crea empleos basura. Fuentes de su entorno aseguran que Begoña Gómez era su jefa. Álvarez dejó la consultora en 2007 y en 2018, gracias a ocupar Sánchez la Presidencia, el matrimonio se la llevó a trabajar en Moncloa nombrándola directora de programas con un sueldo público elevado. Desde Moncloa se ha dedicado a promover la cátedra de Begoña Gómez, que hoy está siendo objeto de investigación judicial.

«Mi compañera», con estas palabras, Begoña Gómez presentaba a su íntima amiga a la que su marido, Pedro Sánchez, ha enchufado en el ministerio que dirige Félix Bolaños. Cristina Álvarez y Begoña Gómez se conocen desde los años 90, cuando la mujer de Sánchez empezó a trabajar en una consultora de marketing. Begoña Gómez trabajó para Inmark casi veinte años, ocho de ellos junto a Cristina Álvarez. Begoña se ocupaba de las estrategias de los equipos en España y Portugal, mientras que Cristina era la gerente. Es importante recordar que Inmark ha recibido subvenciones públicas por parte del Gobierno de Pedro Sánchez.

Fuentes internas de la consultora aseguran que el presidente Sánchez dirigió un proyecto en esta empresa durante los meses en los que perdió su escaño en las Cortes. Las mencionadas voces también señalan que su Ejecutivo le perdonó una deuda con el banco Santander, entidad en la que trabaja el también investigado Juan Carlos Barrabés. La mujer del presidente le contrató para su máster y le incluyó en el claustro de profesores. Barrabés era el socio de Begoña Gómez mientras sus empresas disparaban sus ingresos gracias a las adjudicaciones del Ejecutivo de Pedro Sánchez.

Salto a la universidad

Cristina Álvarez y Begoña Gómez ficharon por dos escuelas de negocios privadas tras su paso por Inmark. Álvarez se hizo con la dirección comercial, de marketing y comunicación del Instituto de Directivos de Empresa (IDE-CESEM) y Gómez llegó a las oficinas del Instituto de Empresa (IE) para dirigir el África Center. Los dos centros se encargan de poner en marcha estudios para empresarios de alto nivel que llegan a pagar cantidades muy generosas por los másteres que ofrecen.

Después de estar años en estas universidades privadas, las dos fraguaron el salto a la universidad pública. Casualmente, cuando Pedro Sánchez llegó a la Presidencia del Gobierno en 2018. Idearon el concepto de Transformación Social Competitiva, alineándose con los Objetivos de Desarrollo Sostenible que marca la Agenda 2030 del Ejecutivo de Sánchez. Decidieron que Begoña podía dirigir una cátedra sobre este asunto y ofrecieron sus estudios a la Universidad Complutense. Pero para que les dieran la cátedra debían lograr financiación de patrocinadores. Fue entonces cuando Cristina Álvarez comenzó a contactar con empresas para conseguir mecenas a través de su cuenta de correo electrónico de Presidencia del Gobierno.

Extracto de los correos electrónicos aportados al sumario sobre el ‘caso Begoña Gómez’ que se investiga en el Juzgado de Instrucción número 41 de Madrid.

Begoña Gómez invitó al rector Joaquín Goyache a La Moncloa para pedirle la cátedra. El rector, también investigado en la causa, accedió. Semanas más tarde, la Complutense le otorgó la dirección de la Cátedra de Transformación Social Competitiva. Todo ello a pesar de que Begoña no tenía titulación oficial, algo inédito, puesto que el resto de los otros 54 directores de la Complutense eran catedráticos. «Era la mujer del presidente», señalan fuentes de la universidad consultadas por este periódico.

La mujer de Sánchez, con el visto bueno del rector, puso en marcha su cátedra gracias a la cual se ofertaron dos másteres: uno de Fundraising y otro de Responsabilidad Social Competitiva. Begoña Gómez registró la marca patrimonio de la universidad pública y firmó los pliegos de la plataforma tecnológica de estos estudios sin ser informática. Junto a su amiga Cristina organizaron eventos de promoción de estos estudios en organismos públicos y colocaron como profesores a empresarios afines. Pidieron alumnos a entidades y consiguieron impartir estas titulaciones de postgrado a las que Begoña Gómez no habría podido acceder ni como alumna al carecer de grado universitario.

Tras cuatro años lucrándose con este negocio educativo, la cátedra está siendo ahora objeto de una investigación que se sigue en el Juzgado de Instrucción número 41 de Madrid. El vicerrector Juan Carlos Doadrio reveló, durante su interrogatorio como testigo en el marco de la instrucción, que Begoña acudía a la Complutense acompañada de Cristina. La cátedra estaba pendiente de renovación este año, pero la Complutense ha decidido no volver a ofertar estos estudios por una cuestión de prudencia al existir una investigación judicial en curso.

Íntima de Begoña Gómez

Fuentes de su entorno aseguran que la directora y la mujer de Pedro Sánchez tienen una estrecha amistad. «Celebran los cumpleaños juntas, Begoña se la lleva a todas partes, hasta al Congreso, no es una asesora más», explican. Fruto de ello son las fotografías de ambas desde lo alto del hemiciclo, desde donde siguieron las sesiones de investidura de Pedro Sánchez acompañadas de su familia. Las dos amigas vieron como el esposo de Begoña Gómez era investido y le aplaudieron con fervor. A Begoña se le saltaron las lágrimas de la emoción, mientras su amiga, con semblante radiante, la abrazaba al ver que por fin, todos ellos, iban a acabar en La Moncloa.

Begoña Gómez y Cristina Álvarez en el Congreso de los Diputados.

Aunque el cargo de Cristina Álvarez está por ley al servicio del Estado, en realidad es la asesora a sueldo que ayuda a Begoña Gómez en sus negocios privados. Todo ello mientras recibe un salario público pagado con los impuestos de todos los españoles. Fuentes de Moncloa aseguran que las mujeres de los presidentes siempre han tenido asesores, pero que nunca se han dedicado a los negocios privados de los cónyuges. Máxime cuando su actividad profesional está siendo objeto de una investigación judicial.