España
A un mes del referéndum independentista

Decenas de colegios dispuestos a abrir el 1-O desafían la ley izando banderas independentistas

  • Agustín de Grado
  • Subdirector y responsable del Área Política en OKDIARIO. Antes jefe de área en ABC, subdirector en La Razón y director de Informativos en Telemadrid.

La agitación independentista cobra fuerza en Cataluña a 11 días de la Diada y apenas un mes del referéndum secesionista. Cualquier espacio público es susceptible de ser violado por los activistas de la independencia. Los colegios públicos, por ejemplo. Las banderas esteladas nunca se fueron de algunos centros de enseñanza, pero estos días se extienden por otros muchos coincidiendo con el comienzo de curso y la proximidad del referéndum ilegal

Esta imagen pertenece al colegio Vilademany, de Aiguaviva (Gerona), que se ha sumado así a las más de 600 denuncias que Sociedad Civil Catalana ha recopilado de banderas independentistas en lugares públicos, donde su colocación es absolutamente irregular.

Esta otra imagen es del Instituto Lluís Companys de Torderá. Sin estelada, pero con las pancartas que la Asambela Nacional Catalana (ANC) ha diseñado para apoyar el ‘Sí’ en el referéndum ilegal del próximo 1 de octubre.

La colocación de estos símbolos en los colegios no es anecdótica. Representa un desafío de cara al 1-O, donde los centros de enseñanza están llamados a jugar un papel decisivo en el desarrollo del referéndum separatista. De ahí que la Consejería de Educación fuera una de las más afectadas por la purga que el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, desatará antes de las vacaciones para desprenderse de los dirigentes más débiles frente al órdago independentista.

El presidente eligió como consejera a Clara Ponsatí, una economista de acerado perfil independentista y vinculada a la Asamblea Nacional Catalana (ANC), el brazo que da cobertura ‘social’ a los promotores políticos de la secesión. Dos días después, dejó su cargo la número dos de Educación, María Jesús Mier, que fue sustituida por Lluís Baulenas, otro funcionario de rápido ascenso acostumbrado a reprender a quien hable castellano en sus reuniones.