España

La cepa británica fue detectada en España el 17 de diciembre, un mes antes de suspender los vuelos

España anunció sus restricciones a los vuelos procedentes de Reino Unido un 21 de diciembre. El argumento fue la tardanza en la toma de una decisión conjunta por parte de la UE, pero lo cierto es que España fue uno de los últimos países en adoptar esta decisión. Y lo más grave se ha constatado en los informes del Ministerio de Sanidad: la variante del coronavirus fue detectada en España el 17 de diciembre, un mes antes de suspender los vuelos. El hallazgo se produjo en las aguas residuales de Granada, lo que, además, indica que la cepa británica había entrado en España días antes.

Un informe del Ministerio de Sanidad ha confirmado que España tuvo la presencia de la cepa británica desde muy temprano. Y, para no variar, durante todo ese tiempo, los responsables del Gobierno socialcomunista intentaron minimizar el impacto que tendría en el país.

El documento del Ministerio señala que “hasta la fecha de este informe se han notificado a nivel nacional más de 470 casos confirmados de esta variante en 14 comunidades autónomas: Madrid, Andalucía, Cantabria, Baleares, Comunidad Valenciana, Asturias, Murcia, Castilla-La Mancha, Castilla y León, País Vasco, Galicia, Extremadura, Navarra y Cataluña”.
Es más, “asimismo Islandia ha comunicado a través del EWRS la detección de cuatro casos positivos con esta variante en turistas procedentes de Canarias”.

Y, por si fuera poco, se “están analizando muestras de otros casos sospechosos en el Centro Nacional de Microbiología y en los laboratorios designados de las comunidades autónomas. Además, varias comunidades han comunicado casos en los que no se ha podido establecer vínculo epidemiológico con Reino Unido”.

Pero la frase más llamativa aparece acto seguido: «La variante fue detectada también en aguas residuales de Granada el 17 de diciembre de 2020”. Y desde esa fecha, nada se hizo hasta pasado más de un mes.

Lo cierto es que la cepa del coronavirus detectada en el Reino Unido -más contagiosa y es probable que hasta más letal si se confirman los indicios- no fue tomada en serio en España hasta el 21 de enero de 2021. Ese día, el Gobierno anunció una acción conjunta con Portugal para suspender desde el día siguiente -el 22 de enero- todos los vuelos procedentes de Reino Unido. Pese a ello, se permitió volver a los españoles que se encontraban en ese momento en las islas británicas.

El Gobierno minimizó su impacto

Es más, el 11 de enero previo, Fernando Simón, una vez más, volvió a negar la gravedad del coronavirus, en esa ocasión, en sus variantes del virus. Y un mes después, un documento de Sanidad revelaba todo lo contrario sobre las nuevas cepas: «Existe una posibilidad real de que pueda estar relacionada con mayor gravedad y mayor letalidad»; «el riesgo de que se produzca un aumento progresivo en las hospitalizaciones asociado a la circulación cada vez mayor de la variante es por tanto elevado»; «la variante B.1.1.7, se encuentra presente en España, y en algunos lugares donde se han realizado estimaciones de incidencia, está aumentando rápidamente». Se trata de frases de ese informe que el Gobierno conoce a la perfección pese a que sigue sin reconocer en público de una forma taxativa.

Ese documento ha sido fechado el 5 de febrero, menos de un mes después de que Simón afirmara que el avance de las nuevas variantes del coronavirus «será marginal en nuestro país. […] No se puede pretender que la evolución de la pandemia en España, si cambia, es por culpa de la nueva cepa. Porque si cambia es por culpa de nuestro comportamiento».

Es verdad que una semana más tarde Simón cambiaba la previsión de marginalidad por la admisión de que las cepas tuviesen una presencia mayoritaria. Pero ahí acabó el reconocimiento. La gravedad sigue sin ser expuesta con claridad ante la población, pese a que el informe de Sanidad lo reconoce abiertamente.

El estudio detalla, además, que «según los datos del último informe del Servicio de Salud Pública británico, desde su primera detección en muestras de septiembre esta variante se ha hecho progresivamente más presente hasta estimarse que está presente en el 89,5% de las muestras entre el 18 y el 24 de enero de 2021. La distribución por zonas geográficas es desigual y ha alcanzado prácticamente el 100% en Londres, Sur y Sureste de Inglaterra».

Es más, «varias publicaciones científicas e informes técnicos apoyan la hipótesis de un aumento en la transmisibilidad de esta variante con estimaciones de entre un 30% y un 70% superior a las variantes que circulaban previamente (1,4,5,6). Estos datos concuerdan también con la mayor tasa de ataque secundaria encontrada por el Servicio de Salud Pública de Inglaterra: un 12,9% para la nueva variante, confirmada o probable frente a un 9,7% para otras variantes».

El documento señala que «aunque inicialmente la variante B.1.1.7 no se asoció con cambios en la gravedad de la enfermedad (1), estudios más recientes indican que podría estar asociada a un incremento en la letalidad en todos los grupos (comunicado del Grupo Asesor de Amenazas de Virus Respiratorios Nuevos y Emergentes del Reino Unido (Nervtag)».

El documento de Sanidad añade que «los estudios sobre la eficacia de las vacunas disponibles ante la variante B.1.1.7. realizados en laboratorios hasta la fecha indican que es muy poco probable que la variante B.1.1.7 pueda escapar a la protección conferida por las vacunas actualmente en uso», pero reconoce que «la variante B.1.1.7, se encuentra presente en España, y en algunos lugares donde se han realizado estimaciones de incidencia, está aumentando rápidamente. La presencia de esta variante en nuestro país puede condicionar un aumento de la incidencia y posiblemente la tasa de hospitalización y la letalidad en nuestro país en las próximas semanas».

Justo lo contrario de lo que hace un mes anunciaba Simón, que prefirió culpar a la población, una vez más.