Un mosso que escolta a Puigdemont fue juzgado por corrupción de menores y condenado por extorsión

El mosso juzgado por corrupción de menores y condenado por extorsión en 2011 escoltando a Puigdemont en Bruselas
El mosso juzgado por corrupción de menores y condenado por extorsión en 2011 escoltando a Puigdemont en Bruselas

Uno de los Mossos d´Esquadra que prestan servicio de escolta al expresidente de la Generalitat y prófugo Carles Puigdemont fue juzgado por cuatro delitos de corrupción de menores y condenado por uno de extorsión a una mujer. Todos ellos con fines sexuales, y en los que utilizó redes sociales y de mensajería por móvil. El guardaespaldas de Puigdemont obtuvo una sentencia condenatoria, aunque pudo evitar la cárcel tras alcanzar un pacto con los abogados de sus víctimas.

Antoni Jaén, licenciado en psicología y mosso desde 1998, y a quien puede verse escoltando al huido ‘expresident’ en la manifestación de Bruselas del pasado siete de diciembre, fue juzgado en 2011 en el Juzgado de lo Penal número 3 de Gerona . Fue acusado de cuatro delitos de corrupción de menores por internet y por otro de extorsión a una mujer a la que chantajeó con publicar en la red fotos de ella desnuda.

El mosso Antoni Jaén junto a Carles Puiggemont en Bruselas
El mosso Antoni Jaén junto a Carles Puiggemont en la manifestación de Bruselas

Condena de cárcel por extorsión

Fue absuelto de los primeros , y condenado por el segundo a un año y medio de prisión. Al ser una condena menor de dos años y carecer de antecedentes penales pudo evitar pisar la cárcel pactando con la defensa de las menores una indemnización.

Los hechos se remontan a febrero de 2005, cuando Antonio Jaén, agente de la policía catalana con domicilio en Bañolas (Gerona) , impartió cuatro charlas sobre autoestima a alumnos de segundo de ESO de un instituto de Santa Coloma de Farners. Lo hacía como miembro de Psicojove, a la que durante el juicio describió como «una ONG para ofrecer ayuda psicológica a jóvenes por internet». La fundó en 2001 con el exjefe de la policía de Bañolas y, según aseguró, con «fines altruistas».

Al término de esas charlas, Jaén ofrecía a los estudiantes una dirección de Messenger en la que contactar con su asociación. El mosso escolta de Puigdemont, según el fiscal del caso, lo aprovechó para hacer proposiciones obscenas a cuatro niñas de entre 13 y 14 años.

Mensajes sexuales a niñas de 13 años

Jaén proponía a las adolescentes irlas a buscar en el instituto o fotografiarlas en ropa interior a través de la webcam. En esas conversaciones, y según se explicó en la vista oral, les ofrecía mantener relaciones sexuales ( según el relato del fiscal con expresiones de «te comería la lengua»’ o de que se quería «enrollar»’ y  hacerle «probar cosas nuevas»’).

Las víctimas también relataron que el acusado se hacía pasar por publicista  y los ofrecía ser modelo si le hacían llegar imágenes de ellas con ropa interior o de las partes del cuerpo donde tenían piercings.

Algunas de las menores que buscaban asesoramiento psicológico y se encontraron con propuestas más propias de un depredador sexual que de un terapeuta, relataron que en algunos contactos, su interlocutor no se identificaba como Toni, sino como Mireia, que aseguraba ser lesbiana. El acusado declaró que nunca habló por messsenger con las víctimas.

El mosso d´esquadra Antoni Jaén
El mosso d´esquadra Antoni Jaén , juzgado por corrupción y extorsión

No fue el único delito sexual por el que el policía independentista se tuvo que sentar en el banquillo. Jaén también fue acusado de chantajear a una mujer amenazándola con publicar en internet fotos de ella desnuda si no le daba 6.000 euros. De estos, la víctima le habría llegado a ingresar 1.000. en la cuenta de su gabinete psicológico.

El mosso escolta de Puigdemont se enfrentó a una pena de siete años de prisión (cuatro por corrupción de menores con el agravante de abuso de superioridad, y tres más por extorsión). La juez no estimó delito en las proposiciones sexuales y comentarios lascivos por entender que, aunque «inadecuados y reprobables», no eran punibles y «no afectaron a la evolución de la personalidad de las niñas». Según su abogado defensor, las prácticas de Jaén respondían a «propuestas de seducción».

 

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